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Patxi Fernández
Madrid
Jueves, 10 de junio 2021
Las dificultades para obtener piezas electrónicas, semiconductores y microchips, plásticos y acero, están frenando la recuperación de la industria automovilística europea, después del golpe infligido por la pandemia. Un revés que desde Europa se pretende afrontar como una oportunidad de negocio frente el dominio ... actual de Asia y Estados Unidos. El objetivo ahora es duplicar la fabricación de semiconductores en una década.
Tanto la UE como los fabricantes ven esta crisis como una oportunidad, y ya se detectan movimientos importantes en la industria de productos electrónicos de consumo, que han empezado a fabricar sus propios chips.
Así, el pasado lunes la comisaria europea Magrethe Vestager y la canciller alemana Angela Merkel arropaban la puesta en marcha en Dresde (Alemania) de la segunda fábrica de semiconductores de Bosch. Durante el evento, Merkel resaltó el carácter «estratégico» de esta industria para Europa, que se ha fijado el objetivo de duplicar su peso en la fabricación hasta 2030, y así plantar cara al predominio de Asia y Estados Unidos.
Un negocio en el que la Unión Europea (UE) tiene un gran potencial, y al que pretende 'engancharse' mediante una ambiciosa alianza de trece países. Alemania, Francia, España y otros diez estados de la Unión Europea han unido sus fuerzas para invertir unos 145.000 millones de euros en proyectos de digitalización, lo que equivale a una quinta parte de su fondo de recuperación económica tras la crisis sanitaria. El objetivo es reducir la dependencia de otras regiones y garantizar la competitividad de la tecnología europea.
La Asociación Europea de Proveedores del Automóvil, CLEPA, considera que la nueva estrategia industrial de la UE tiene el potencial de proporcionar condiciones marco favorables para las inversiones privadas, permitir a las empresas diversificar el abastecimiento y abordar las dependencias de otros mercados, manteniendo las ventajas de una cadena de suministro global y el acceso a los mercados.
Sigrid de Vries, secretaria general de CLEPA, explica que la Comisión Europea identificó la automoción como uno de los 14 ecosistemas críticos para el tejido económico e industrial de Europa. Los proveedores de automóviles emplean directamente a 1,7 millones de personas, además de los 1,2 millones de personas empleadas por los fabricantes de vehículos y crean un empleo significativo más abajo en la cadena de suministro en sectores como el acero, los productos químicos y los bienes de capital.
Los analistas estiman que, en las condiciones adecuadas, la industria del automóvil por sí sola podría crear 400.000 puestos de trabajo europeos relacionados con componentes electrónicos y de software para vehículos.
Lo cierto es que la industria europea de suministros posee aproximadamente el 60% de todas las patentes mundiales en conducción autónoma (CAV) y se estima que el 70% de las innovaciones provienen de proveedores europeos, lo que dará como resultado una mayor demanda de chips semiconductores más avanzados y aumentará el atractivo de la UE como lugar para invertir en capacidad de producción de semiconductores.
«Si se proporcionan las condiciones adecuadas, el sector de la automoción tiene el potencial de convertirse en un líder mundial en soluciones de movilidad sostenibles y seguras, actuando como 'cabeza de puente' de una industria europea globalmente competitiva», afirma Sigrid de Vries.
La 'crisis de los michochips' se debe a factores como el incremento de la demanda de materias primas por la recuperación de los mercados tras el parón provocado por el Covid-19, una mayor tendencia por parte de las empresas al exceso de estocaje, para evitar roturas de stock y evitar penalizaciones, y por la reactivación de la demanda interna de Estados Unidos y China, lo que ha provocado un menor flujo de materiales hacia Europa. Además, el gobierno chino estableció restricciones a la exportación para favorecer el suministro interno.
En España la práctica totalidad de las plantas de producción de vehículos se han visto afectadas por la falta de componentes. Según la Asociación Española de Proveedores de Automoción, SERNAUTO, entre enero y finales de mayo se han dejado de producir en España 231.679 vehículos por falta de chips, con el consiguiente impacto en la cancelación de suministros del resto de componentes.
El desabastecimiento de ciertos componentes, como es el caso de semiconductores, microchips y componentes electrónicos, es un problema real y grave que está afectando a toda la cadena de valor del sector. Afecta directamente a las empresas que fabrican componentes electrónicos para el automóvil (cada vez más presentes en los vehículos) e indirectamente a todos los proveedores en caso de producirse paros en las cadenas de montaje de vehículos por rotura de stock de alguno de los componentes del mismo. «Nos tememos que esta situación pueda prolongarse hasta principios de 2022»,explica a ABC María Luisa Soria, directora de relaciones institucionales e innovación de SERNAUTO. Desde esta asociación consideran que «la Unión Europea y los Estados miembros deberían apoyar proyectos de fabricación de este tipo de componentes para salvar la dependencia que se tiene de países asiáticos y poder así fortalecer nuestra competitividad a nivel mundial».
La última factoría afectada es la de Mercedes-Benz en Vitoria, donde siguen saliendo a diario alrededor de 600 furgonetas de los modelos Vito y Clase V, pero cerca del 50% no están terminadas y no pueden entregarse a su cliente final. Más de un millar de vehículos esperan a que lleguen diferentes piezas para devolverlos a la línea de 'finish' y completar el pedido.
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