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Patxi Fernández
Madrid
Miércoles, 23 de septiembre 2020, 13:31
En febrero del año 2018 Cupra se presentaba como marca independiente de Seat. La nueva marca nacía de la mano de quien hasta el pasado mes de enero fue el consejero delegado de Seat, Luca de Meo, que ya hizo algo similar cuando estuvo al ... frente de Fiat. En esa época decidió segregar la división deportiva Abarth de la marca italiana convirtiéndola en marca independiente.
Al frente de Cupra De Meo situó a quien hoy se convierte en presidente de Seat, Wayne Anthony Griffiths. Y los objetivos para la marca deportiva no eran discretos, nada menos que facturar 1.000 millones, sobre un 10% del total de SEAT, una cifra que se habría conseguido este año «de no ser por la crisis del Covid-19» según declaraba recientemente Griffits a este diario. Para el directivo, sigue siendo un objetivo factible aunque no para el presente ejercicio, por lo que habrá que esperar a que se supere la crisis por la pandemia del Covid-19. Para entonces espera tener ya funcionando en el mercado los nuevos modelos de la marca, como el Cupra Formentor, además de los Cupra Ateca y León. «Lo conseguiremos en 2021. Con el-Born haremos un paso más, y el porcentaje de Cupra sobre la facturación del conjunto de Seat crecerá. No nos quedaremos ahí. Trabajamos en proyectos de futuro: lucharé para comercializar el Tavascán y me encantaría tener un eléctrico pequeño en nuestra gama, lo que creo que tendría una gran aceptación«, declara Wayne Griffits.
Estas son las grandes líneas sobre las que se basará el futuro de Cupra, una marca que dentro de Seat tiene ya una larga tradición. Es un nombre asociado en el mundo del automovilismo a los coches más deportivos. Nacía en el campeonato del Mundo de Rallys de 1996, en el que un Seat Ibiza Kit Car se proclamó vencedor en la categoría de 2 litros. Este título supuso el espaldarazo para el apellido «Cupra», acrónimo de Cup-racing, que ha acompañado a distintos modelos a lo largo de los últimos 21 años.
Hasta la fecha ha habido 15 modelos con el adjetivo Cupra colocado tras el nombre. El último en llevar este sello deportivo, todavía bajo el paraguas de Seat, fue el León Cupra R. Lanzado a finales del año pasado, es el más potente de la historia de la marca, y solo se han fabricado 799 unidades. Está disponible con cambio manual (310 CV) o DSG (300 CV) –ambos con seis velocidades y tracción delantera–, y con carrocería de cinco puertas, suspensión adaptativa DCC (Dynamic Chassis Control), y frenos Brembo. También monta un nuevo sistema de escape, más deportivo.
En el vehículo, que podría adelantar detalles estéticos conjuntos a futuros modelos de la nueva Cupra, se incluyen detalles exclusivos en fibra de carbono en los spoilers delantero y trasero, en los faldones laterales y en el difusor posterior. Los retrovisores exteriores son de color cobre, así como las llantas. Los pasos de rueda y el frontal son de nuevo diseño, con unas poderosas entradas de aire. En su interior también adquieren un gran protagonismo la fibra de carbono y los detalles en cobre, así como el volante y el pomo del cambio forrados en tejido Alcantara.
La gama nació en 1996, cuando el Ibiza Kit Car se adjudicó el Campeonato del Mundo de Rallyes en la categoría 2 Litros, según recuerda Isidre López, responsable de Coches Históricos de SEAT, para quien este modelo «fue como hacer un homenaje al coche campeón».
A lo largo de 21 años, Seat ha desarrollado 15 versiones, todas ellas con las mismas características. Se trata de un coche «de alta gama, de carácter deportivo, muy cuidado por dentro, un coche para disfrutarlo al máximo», asegura Jaime Puig, director de SEAT Sport.
La gama Cupra ha logrado excelentes resultados. Sobresalen los alcanzados en el circuito alemán de Nürburgring. En octubre de 2014, el León Cupra Performance Pack batió el récord de un coche de producción con tracción delantera con un tiempo de 7 minutos, 58 segundos y 44 décimas.
Y en mayo de 2015, el León Cupra ST consiguió hacerse con el tiempo más rápido bajando también de los 8 minutos. Con resultados así, no es de extrañar que, según confiesa Jaime Puig, «en ocasiones hemos esperado a tener primero el CUPRA y luego el coche de competición, y no a la inversa».
El primer CUPRA iba dirigido a un público ansioso por disponer de un coche de máximas prestaciones, que respondiera con potencia y agarre deportivo en todas las situaciones.
A lo largo de dos décadas, esta concepción original ha ido evolucionando y mejorando.
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