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Santiago de Garnica Cortezo
Madrid
Lunes, 16 de noviembre 2020, 11:05
Suiza, Paso de la Furka, una de las carreteras mas queridas por los amantes de la conducción por su sucesión continua de curvas unidas por cortas rectas... El conductor de un Aston Martin sigue en la distancia a un Rolls dorado con la matricula «AU1» . ... En un momento dado se deja pasar por una atractiva joven en un Ford Mustang y poco después se detiene: el Rolls está parado varias curvas más abajo. Del Aston desciende su conductor, vestido con un traje de corte impecable, y observa el estático Phantom III de 1937desde la distancia. Se llama Bond, James Bond. Es una de las escenas claves de una película legendaria, «Goldfinger».
Mucho se ha hablado de los legendarios Aston Martin de 007 pero si nos vamos al Bond inicial, al de las primeras novelas, aparece al volante de un Bentley, marca británica favorita del padre de la criatura, Ian Flemming (1908-1964) . En su primera novela, Casino Royale, el espía al servicio de Su Majestad rueda en un Bentley de 1933 que destrozará en Moonraker. Y en el resto de novelas (Thunderball, Nevar Say, Nevar Again y Role of Honour) continúa fiel a los modelos de la firma creada por Walter Owen Bentley.
En 1962 se estrena en las pantallas «Doctor No». Bond interpretado por Sean Connery, conduce en Jamaica un Sunbeam Alpine descapotable color azul claro con el cual se dirige a un encuentro con la enigmática Miss Taro. En realidad para el rodaje la productora alquilaría este roadster a un médico de la isla como opción más económica ya que no sobraba presupuesto. Otros tiempos...
Un año después en «Desde Rusia con Amor» , James aparecería en las primeras escenas con un Bentley Sports Tourer 4,5 litros, uno de los coches favoritos Ian Fleming.
En 1959 cuando publica la novela Goldfinger, en sustitución de su Bentley personal Fleming sube a 007 en un Aston Martin DB3 color gris metalizado. El autor ha incorporado al coche algunos accesorios «especiales» como un compartimento secreto para alojar el Colt 45, un chasis y parachoques reforzados, un pequeño emisor-receptor disimulado en la guantera y un sistema para modificar el color de los faros en función del país por el que circula.
En otoño de 1963, los productores Harry Saltzman y Ken Adam preparan la versión cinematográfica de Goldfinger. Adam tiene un Jaguar E Type y su idea inicial es que la firma de Coventry ceda una unidad de este modelo para Bond. Pero a Jaguar no le interesa el proyecto. Por el contrario David Brown, propietario de Aston Martin, les da el «si» consciente de la oportunidad que supone la película para promocionar su nuevo DB5.
Y en línea con la idea de Fleming, Saltzman y Adam convencen a los ingenieros de Aston Martin para que, sobre la base del DB5 color plata (rojo en origen y chasis DP 216/1) ) elaboren un automóvil con todos los elementos necesarios para el «trabajo» de su propietario. Y estos fueron más lejos de lo que había imaginado Fleming, incorporando dos ametralladoras escondidas bajo las luces de posición, un asiento de acompañante que salía disparado por el techo (nunca si esta compañía era una chica Bond), un difusor de aceite (para hacer resbalar a los perseguidores), otro de humo, una placa de protección frente a las balas que salía tras la luneta posterior, llantas traseras con cuchillas al estilo de la cuadriga de Messala en «Ben Hur», o tres matrículas intercambiables : LU 6789 (Suiza); BMT 216 A (Reino Unido) y 4711 EA 62 (Francia). La idea de las matriculas fue una ocurrencia del director Guy Hamilton tras ser multado varias veces en Londres por estar aparcado más allá del tiempo permitido.
Se fabricaron cuatro Aston Martin DB5 para «007». De estos solo dos fueron utilizados en los rodajes de «Goldfinger» y «Thunerball» («Operación Trueno» en España). El primero (el chasis DP 216/1) con toda la parafernalia correspondiente se utilizaría para las escenas especiales y un segundo (chasis 1486/R) con menos accesorios serviría para rodar las escenas de acción en carretera. Y los otros, dos réplicas que Eon Productions en el año 1965 hizo construir de los Aston «Bond» (chasis 2008/R y 2017/R), fueron destinadas a fines promocionales pero que nunca aparecieron en las películas.
Tras el éxito de «Goldfinger», en el film «Thunderball» de 1965 seguirá Bond utilizando sus DB5, y se les volverá a ver en diferentes cameos como en «The Cannonbal Run» conducido por el propio Roger Moore.
La historia de estos cuatro DB5 está llena de leyendas y misterios: uno desapareció en 1997 en Florida y de él no se sabe nada hasta hoy. Otro lo compró un excéntrico americano llamado Jerry Lee para guardarlo, en principio, en una habitación decorada ex profeso y que finalmente se subastaría en 2010 con fines benéficos (3,5 millones de euros). La tercera unidad, con el chasis 2008/R, se restauró en 2012 y en una subasta de RM Sotheby´s celebrada en Monterey en 2019, superó los seis millones de euros.
Y como las grandes estrellas volverán a la pantalla. Así reaparecerán como todo un homenaje en «Golden Eye» (1995) y en «El Mañana Nunca Muere» (1997) la primera de Pierce Brosnam.
En 1987 Timothy Dalton en «Alta Tensión» ( «The living Daylaigths» era su título original) utiliza un Aston Martin pero en este caso no se trata de un DB5 si no un V8 Vantage preparado con esquís automáticos para la nieve, rayo láser y misiles. En el rodaje se emplearon dos Vantage a los que se sumaron varias carrocerías en fibra de vidrio para rodar determinadas escenas. Estas fueron realizadas en Italia con el consentimiento de la marca que exigió la utilización de moldes de su propiedad. En la actualidad algunas de las réplicas supervivientes están en los Estudios Pinewood.
Bond le será infiel a Aston Martin (algo nunca perdonado por los puristas). Tras subirse a un Lotus, las más sonada de estas infidelidades se produce en 1995 cuando gracias a un contrato multimillonario con BMW, su coche personal pasa a ser un Z3 en «Golden Eye». Luego se subiría en un Z8 también de la en «The World is Not Enough» consumando la traición.
Pero volverá a Aston Martin (en este caso un V12 Vanquish) en «Muere otro Día» (2002) con Pierce Brosnam al volante tras pagar Ford, dueña de la marca de Newport Pagnell, 35 millones de dólares a la productora. Y desde entonces Bond no se ha vuelto a bajar de ellos, poniéndose al volante de modelos actuales y también del original DB5 como en «Casino Royale» (2006), la primera de las cintas interpretadas por Daniel Craig.
Sean Connery no condujo un DB5 más que en dos ocasiones, pero el deportivo de la firma de británica ha aparecido en seis películas de 007. Y es que ya se sabe, el atractivo de ciertos automóviles, como el de los diamantes, puede ser eterno.
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