BMW Serie 7, completamente serio

No importa que el nuevo Serie 7 cuente con una televisión de 32 pulgadas para los asientos traseros, que son mullidos, completamente reclinables y desde los cuales se puede hacer que el habitáculo quede completamente a oscuras para echar una revigorizante siesta.

Esto supone inutilizar el espejo retrovisor interior, pero cuando adquieres el estatus que te permite llevar el buque insignia de la Fábrica Bávara de Motores, de nuevo, totalmente en serio, tu descanso importa más que ver quién está detrás. Porque ya lo sabes: detrás de ti están todos.

El término Buque Insignia se usa con demasiada ligereza, pero en este caso, es digno de cada uno de sus morfemas. Es enorme, rígido y aísla del mundo exterior como si fuera un trasatlántico. Simplemente maniobrar con él ya dota de una sensación de poderío, de haber logrado una hazaña memorable.

En muchos aspectos, hacerlo con tanta facilidad cuando se trata de un coche de 5,4 metros y 2,2 toneladas, es toda una hazaña.

Pero antes de colgarnos los galones, los que deben ser coronados son los ingenieros alemanes que, al menos en esta generación de la santísima trinidad de los grandes sedanes premium, han logrado hacer algo verdaderamente especial. Iban completamente en serio.

Tan en serio que no importa la motorización que elijas, «siempre será un Serie 7» afirman desde Baviera. Yo conduje la versión de acceso, el diésel de 3.0 litros y seis cilindros en línea, un propulsor al que la Comisión Europea le tiene la guerra declarada y que es un testamento de por qué la M de BMW significa «Motores».

Las otras opciones tienen todas la etiqueta Cero. Hay versiones híbridas enchufables capaces de propulsar 2.500 kilos hasta los 100 km/h en 4,3 segundos y –siempre y cuando estén cargados– consumir un litro de gasolina cada 100 kilómetros.

El eléctrico hace algo parecido pero más impresionante si cabe: dispara 2.770 kilos de mole hasta los 100 km/h en 3,7 segundos. Verdaderamente, la elección para el consejero delegado consciente con el aumento de los niveles del mar, pero que no quiere renunciar a llegar a tiempo.