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Juan Roig Valor
Sábado, 17 de febrero 2024, 10:00
«Vamos a destinar nuestros recursos a diseñar un vehículo eléctrico pequeño y asequible, uno que genere ingresos en los primeros 12 meses», afirmó el consejero delegado de Ford, Jim Farley, durante un congreso de automoción en Nueva York, «y quiero un plan real que ... se pueda ejecutar, no una patraña de visión estratégica».
Ford, que se dio prisa por lanzar una versión cero emisiones de su popular pick-up F-150, ha sido uno de los primeros fabricantes en reformular su estrategia de electrificación ante la demanda ralentizada de este tipo de vehículos.
El pasado noviembre, su director de Operaciones, Kumar Galhotra, sentenció que el fabricante «no haría más inversiones relacionadas con el coche eléctrico», lo que sumió a la planta española de Almussafes (Valencia) en la incertidumbre, dado que había sido adjudicada la nueva plataforma para coches cero emisiones en 2022.
En resumen, Ford ha pospuesto sus inversiones, ha bajado sus objetivos de producción, ha revisado sus márgenes unitarios para estos modelos y, en definitiva, recalibrado su estrategia eléctrica ante una demanda tibia por estos productos por parte de los clientes.
«El mensaje de los consumidores es claro: 'si vais a hacer un eléctrico más grande que el SUV Escape, más vale que sea realmente funcional o un vehículo de trabajo. Sin embargo, los números para coches más pequeños son mucho mejores, incluso más rentables que un Toyota Corolla u Honda Civic».
Ford estima perder unos 5.000 millones de dólares en su área de negocio cero emisiones este año, sin embargo, Farley lo comparó con sus operaciones fuera de norteamérica, que eran deficitarias, pero ahora son una fuente de ingresos.
El vicepresidente de la división de eléctricos, Darren Palmer, afirmó que los fabricantes chinos eran «una amenaza estratégica colosal». De momento, EEUU tiene unos aranceles de más del 27% para los coches chinos, lo que ha frenado su entrada en el mercado, pero fabricantes como BYD ya están planteándose maneras de rodear estas limitaciones, estableciendo una fábrica en México.
«Si no puedes competir frente a frente con los chinos», consideró Farley, «entonces de un 20% a un 30% de tu facturación está en riesgo. Tenemos que arreglar este problema».
De este mensaje hicieron eco los consejeros delegados de Stellantis y el Grupo Renault, Carlos Tavares y Luca de Meo, que pusieron el foco en la reducción de costes industriales para poder ofrecer vehículos a precios similares a los de las marcas chinas.
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