Las diez noticias imprescindibles de Burgos este martes 21 de enero
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. efe

Zelenski pone nota a la Unión Europea

Los países del este «están con nosotros», Italia merece su gratitud, con Alemania todavía hay asuntos que no perdona, de España dice que pueden encontrar puntos en común y reserva su reproche más duro a Hungría

miguel pérez

Viernes, 25 de marzo 2022, 19:27

En el fresco que el presidente ucraniano dibuja de Europa, sobresale con especial nota Italia. La declaración a favor de la adhesión comunitaria que el primer ministro Mario Draghi hizo el día 22 durante una videoconferencia de Volodímir Zelenski ante el Parlamento de Roma –«Italia ... quiere a Ucrania en la UE»– resulta para el líder sometido a la presión de la guerra un «apoyo» de indiscutible valor por proceder de un dirigente carismático como pocos entre los Veintisiete y de un país tractor de la política europea junto con Alemania y Francia.

Publicidad

Zelenski está contento con el posicionamiento de su homólogo transalpino. Ha sido una de sus escasas alegrías en medio de una gira de discursos ante los parlamentos de las naciones más influyentes que está dejando grandes titulares mediáticos, pero mínimos efectos secundarios. En el Consejo Europeo de este jueves y viernes ha decidido cambiar el paso y aprovechar su presencia ante los socios comunitarios para echar cuentas sobre su respaldo y decir lo que piensa y espera de cada uno de ellos.

Nada de esto es improvisado en un hombre cuyos discursos están diseñados para provocar el impacto. Su ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba, cuenta como, siendo consciente de las dificultades que entrañaba sancionar a Rusia, el Gobierno de Kiev trabajó esta idea con diferentes Estados desde meses antes de la invasión, lo que hizo que la maquinaria europea fuera más proactiva y rápida en el instante en que los rusos entraron en Ucrania. Zelenski se encargó del efecto final al dirigirse por primera vez a los europarlamentarios por vía telemática y confesarles que quizá esa fuera la última vez que le vieran vivo.

En esta última intervención, el dirigente se limita a detallar quienes son sus amigos y a quiénes no considera plenamente en su onda; qué gobiernos apoyan su deseada entrada en la UE, con cuáles es posible llegar a acuerdos y quienes son el principal escollo a esta pretensión. Algunos factores sugieren que se trata del discurso de un político elevado al rango de héroe asediado que estaría quemando los últimos cartuchos para lograr un improbable ingreso exprés con la esperanza de frenar la invasión rusa.

Evidentemente, el de Italia es un respaldo nítido y de alto relieve. «Italia, gracias por vuestro apoyo», le transmite Zelenski a Draghi en su discurso, antes de anunciar las naciones que conforman su grupo de confianza: el bloque de países del este, con el que mantiene un compromiso de camaradería por su fidelidad absoluta. «Lituania está con nosotros. Letonia está con nosotros. Estonia está con nosotros. Polonia está con nosotros», resume el presidente en una lista que incluye a Eslovenia, Eslovaquia, la República Checa, Croacia y Bulgaria.

Publicidad

Tres de ellos ocupan un lugar especial en el corazón de Kiev. Los primeros ministros de Polonia, Eslovenia y la República Checa protagonizaron el pasado día 15 un viaje hasta la capital ucraniana para escenificar su solidaridad con el país y hacer ver a la UE que es posible una diplomacia más activa. Varsovia exige desde entonces una misión de paz de la OTAN en la exrepública. La iniciativa incomodó a la Unión por los riesgos que hubiera supuesto para el equilibrio con Rusia que alguno de los tres gobernantes comunitarios hubiera sido víctima, aunque sea involuntaria, de un bombardeo.

A Emmanuel Macron, el presidente ucraniano no le dedica el encendido elogio que a Draghi, pero tampoco le hace de menos. «Creo de verdad que estaréis con nosotros», le dice al dirigente francés. No hay entusiasmo en sus palabras. Macron, a la sazón presidente de turno en el Consejo de la UE, sostiene que no se puede cerrar la vía de la integración a Kiev, pero reflexiona: «¿Podemos hoy abrir un procedimiento (de ingreso) con un país en guerra? Yo creo que no». Lo que Zelenski, partidario de una inclusión lo más veloz posible en el espacio comunitario, no quiere precisamente escuchar.

Publicidad

De Rumanía afirma que «sabe lo que es la dignidad» y piensa que obtendrá su apoyo.. Lo mismo declara de Grecia, Chipre, Suecia y Finlandia. Quizás, en el caso de estos dos últimos gobiernos Zelenski intuya que ven en Ucrania cierto reflejo de lo que podría sucederles si Rusia muestra futuras aspiraciones de expansionarse, todo ello en un plano muy hipotético y alambicado de la actual realidad geopolítica. Los dos países pertenecen a la UE y cuentan con su coberturao, pero la guerra en la exrepública soviética ha removido su tradicional rechazo a formar parte de la OTAN. De hecho, el 53% de los finlandeses se muestra a favor de integrarse en la Alianza, frente al apenas 25% de antes de la guerra.

Aprobado raspado

Respecto a Dinamarca, Malta, Luxemburgo, Austria y España, Zelenski opina que su esfuerzo para favorecer un ingreso de Ucrania en la UE merece un aprobado raspado. En el caso español, no obstante, se queda a la espera de averiguar si el alumno evoluciona favorablemente. «Encontraremos un idioma en común», asegura, pese a que el Gobierno de Pedro Sánchez ya ha advertido que «el procedimiento (de ampliación) es muy serio» y no puede convertirse en un «instrumento», de modo que aboga por un modelo alternativo de «vecindad». Lo mismo que espera de España, Zelenski lo desea de Bélgica: «Encontraremos argumentos». A juicio de los analistas locales, esa confianza obedece a que ninguno de los dos gobiernos comunitarios se opone a su acceso y suelen usar como referencias las decisiones de los Estados más fuertes de la Unión, sobre todo de Alemania y Francia.

Publicidad

El escollo neerlandés es otra historia. El primer ministro, Mark Rutte, dejó claro en la noche de este jueves que para los Países Bajos «no hay un procedimiento de adhesión acelerado» a la UE y que, de producirse, podría poner en peligro la «estabilidad» en los Balcanes Occidentales, donde territorios como Macedonia del Norte o Albania llevan largo tiempo aguardando su oportunidad. Rutte puso sobre la mesa otro argumento de peso. Si Kiev se sumara al club por una vía exprés rompería las reglas históricas de ingreso en la UE y se convertiría en un «proceso político».

¿Y cuáles son los suspensos en la evaluación del líder ucraniano? De Irlanda y Portugal casi ni habla. En cambio, se le nota todavía molesto con Alemania, a la que no perdona sus negocios históricos con Moscú –en especial, el gasoducto Nord Stream– o haber dicho por boca de su canciller, Olaf Scholz, que no enviaría armas a Kiev al inicio de la guerra. Y Hungría, a cuyo presidente reprocha su aquiescencia con el Kremlin e iniciativas como la de prometer un veto si Bruselas prescinde del gas procedente de Rusia (la UE acaba de aprobar un acuerdo con EE UU para aumentar su suministro al Viejo Continente). Es precisamente en esta parte de su discurso ante los europarlamentarios donde el presidente resistente en su bunker recupera el tono más épico. A su homólogo magiar, Viktor Orbán, el mandatario ucraniano le recuerda la masacre que los simpatizantes del Partido de la Cruz Flechada, de ideología fascista muy parecida al nazimo, causó entre los judíos en los años 40: «Los asesinatos en masa pueden volver a ocurrir en el mundo de hoy. Y eso es lo que Rusia está haciendo. ¿Y dudáis si imponer sanciones o no?»

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad