Divide y vencerás. La máxima de Julio César es perfectamente aplicable a la estrategia que China despliega en sus relaciones con Europa. Lo ha demostrado esta semana su presidente, Xi Jinping, en el primer viaje que realiza al continente en cinco años, un lustro marcado ... por la pandemia, la ralentización económica de la segunda potencia mundial, nuevas fricciones comerciales por su sobrecapacidad industrial, y la polémica por el apoyo tácito de Pekín a Rusia. Es una coyuntura que se han traducido en un alejamiento de ambos bloques.
Publicidad
Salta a la vista en una comparación de sus dos últimos viajes. En 2019, Xi lució músculo económico y político: en Francia firmó un acuerdo para adquirir 300 aviones de Airbus valorados en unos 30.000 millones, y en Italia logró el compromiso de Roma para convertirse en el primer país de la Unión Europea que participa en su gran plan de vertebración global, la Nueva Ruta de la Seda.
Ahora, sin embargo, las aerolineas chinas apuestan por el competidor local de Airbus -Comac-, la UE debate aranceles contra vehículos eléctricos y paneles solares chinos, Italia ha decidido apearse del proyecto geopolítico chino y Alemania investiga a parlamentarios ultraderechistas que presuntamente espiaban para el gigante asiático. Es un escenario al que Xi llega para tratar de cerrar heridas con Europa occidental mientras estrecha lazos con la oriental.
El presidente chino aterrizó en Francia el pasado domingo para celebrar el 60 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas con el país galo, y despegó el viernes desde Hungría, después de enviar un mensaje a la OTAN en Serbia. Sabía que con Emmanuel Macron le esperaba un combate, pero que se iría con la fiesta que le había preprado Viktor Orbán, lo más cercano a un dictador en la UE. Y así ha sido.
Aunque con su actitud cariñosa no lo aparenta, el presidente francés es una de las voces más críticas con China en el seno de la Unión. Es uno de los líderes más contundentes en la exigencia de medidas para frenar la llegada de productos chinos que pueden estar haciendo 'dumping', como se conoce a la práctica de vender por debajo de coste para ganar cuota de mercado, y también el que más claro denuncia el ambiguo papel que China juega en la invasión de Ucrania, sirviendo de salvavidas económico y tecnológico de Rusia.
Publicidad
291.000 millones de euros
es la diferencia entre el valor de lo que Europa compra a China y lo que le vende, que sigue siendo mucho menos.
Xi saltó al ring con dos ases en la manga: el anuncio de una investigación que podría desembocar en barreras comerciales similares contra el coñac que se vende en China, destino del 19,4% de las exportaciones totales del sector, y el compromiso doble de no vender armas a Rusia y de apoyar un alto al fuego global durante los Juegos Olímpicos de París. «No estamos viendo el combate desde la barrera. Siempre hemos jugado un papel positivo en la búsqueda de la paz, y rechazamos que se utilice la crisis de Ucrania para demonizar a terceros países e incitar una nueva Guerra Fría», dijo el líder chino.
La táctica le ha funcionado: «Damos la bienvenida al compromiso de las autoridades chinas de no vender armamento a Moscú y de controlar estrictamente las exportaciones de tecnología de uso dual -que puede ser civil y militar-», respondió Macron, que también se mostró agradecido por «la actitud abierta de Xi en torno a las medidas provisionales contra el coñac». Es reflejo de un toma y daca en el que China tiene más que perder que Europa, ya que vende al Viejo Continente mucho más de lo que le compra. Concretamente, el año pasado la UE importó productos chinos por un valor que superó en 291.000 millones de euros a los que exportó a China. Y eso explica las incisivas palabras de Ursula Von der Leyen: «Europa no se va a amilanar si tiene que tomar duras decisiones para proteger su economía y seguridad».
Publicidad
Más amistosos con Xi han sido los serbios a quien, según el presidente, les «une un futuro compartido». Junto a ellos, Xi aprovechó otro aniversario para recordar a la OTAN que no solo Rusia comete atrocidades en otros países. Porque en Belgrado se cumplen 25 años desde que la Alianza Atlántica bombardeó la Embajada de China, una espina profundamente clavada en el imaginario colectivo del Gran Dragón. «El pueblo chino no permitirá que esta historia se repita de nuevo», escribió Xi en el diario Politika, en una velada advertencia a las potencias occidentales.
No en vano, mucho ha cambiado el mundo desde aquel bombardeo. Como reconoció el miércoles el presidente serbio, Aleksandar Vucic, «China es desde 2020 el principal socio comercial del país, y sus inversiones se han multiplicado por treinta en la última década». Serbia sí que participa en la Nueva Ruta de la Seda, así que, como suele hacer Xi cuando quiere ganarse el favor de sus socios, prometió continuar incrementando las importaciones del país balcánico y premió su lealtad con la firma 29 acuerdos de diferente índole que se suman al plato fuerte: un acuerdo de libre comercio que entrará en vigor el 1 de julio.
Publicidad
Hungría, última parada del periplo de Xi por Europa, también recibe una gran cantidad de inversión china. En torno a 10.000 millones solo el año pasado. Gran parte va destinado al sector de automoción, razón por la que el gobierno de Orbán es contrario a imponer aranceles a los coches chinos. Por si no hubiese aliciente suficiente con la fábrica de baterías de CATL y la que abrirá la marca china BYD, Xi y Orbán cerraron el viernes 18 acuerdos, en su mayoría de índole comercial.
Así, poco a poco, China va ahondando en la brecha que separa a las dos europas en relación a cómo lidiar con el gigante. Mientras Hungría considera que reducir la dependencia industrial de China es «un suicidio brutal», en los países más occidentales de la UE la imagen de Pekín se deteriora constantemente. Ya lo dijo Sun Tzu: «el arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar». China aspira mover los hilos sin mancharse las manos.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
La bodega del siglo XIV que elabora vino de 20 años y el primer vermut de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Te puede interesar
La bodega del siglo XIV que elabora vino de 20 años y el primer vermut de Valladolid
El Norte de Castilla
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.