lourdes gómez
Corresponsal. Londres
Domingo, 21 de marzo 2021, 22:02
«No sentí nada. Fue muy rápido. No puedo dejar de recomendarla sumamente. Es lo mejor para todos», clamó Boris Johnson después de recibir una dosis de la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford. El primer ministro británico se inoculó el antiviral comercializado por ... AstraZeneca en el hospital de St. Thomas, donde ingresó hace casi un año con síntomas severos de covid-19. Regresó el vierness al centro clínico, que se levanta a orillas del Támesis frente al Parlamento de Westminster, para remarcar su confianza en la seguridad de este suero y pasar página en su gestión de la pandemia, que sólo ahora comienza a dar resultados positivos.
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Johnson resiste la presión para autorizar una investigación pública e independente de la crisis del coronavirus, que ha colocado a Reino Unido entre los países con más decesos y la más pronunciada caída del PIB de los miembros del G-7. Responde que «ahora no es el momento» cada vez que le piden responsabilidades los familiares de los difuntos, pacientes con secuelas de covid, asociaciones de Alzheimer y demencia, además de políticos, académicos e intelectuales.
El programa de vacunación es, de momento, la excepción en la letanía de traspiés y errores desde que el virus se detectó en el país en enero de 2020. La primera inyección se administró el 8 de diciembre y a día de hoy cerca de 27 millones de personas habían recibido la dosis inicial y 2,1 millones las dos recomendadas. El Gobierno espera inocular, con una toma, a los restantes 21 millones de adultos para finales de julio. El objetivo se mantiene, aunque el suministro de AstraZeneca caerá en abril, según adelantó el ministro de Salud, Matt Hancock.
«Nuestras vacunas son seguras y efectivas, y tenemos el suministro que necesitamos», zanjó Johnson el viernes. Reino Unido encargó cien millones de dosis a la compañía anglosueca y se estima que el 80% de las mismas se producirá en el país. El Ejecutivo incorporó incentivos a la producción local en sus contratos con cuatro de las ocho marcas de inyectables de su lista de la compra ante el coronavirus. Fue una «decisión estratégica» porque, según dijo Hancock en el Parlamento, «no va a haber un exceso de capacidad global de producción de vacunas durante mucho tiempo».
La asociación de la industria biotecnológica (BIA) fue el puente de conexión entre los sectores público y privado. Coordinó el plan de acción y la inversión gubernamental que ha permitido la construcción y modernización de plantas de producción del suero. Las dos sedes operativas antes de la pandemia - en Livingstone (Escocia) y Billingham (norte de Inglaterra)- están produciendo prototipos de los viales de Valneva y Novanax, que se encuentran en distintas fases de ensayos clínicos.
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A su vez, la Universidad de Oxford englobó en un consorcio a compañías como la italiana Advent, que ha producido lotes de los primeros ensayos de 2020, y las firmas comerciales Oxford Biomedica y Cobra Biologics, que se encargan de la fabricación a gran escala. El grupo indio Wockhardt realiza las operaciones de relleno y acabado de los viales de AstraZeneca en su factoría de Gales.
Johnson presidió la inauguración oficial el 18 de enero de Oxbox, las instalaciones de Oxford Biomedica, que su Gobierno financió en un impulso por contener la pandemia y una apuesta a más largo plazo por el sector biotecnológico. Constan de seis 'suites' de producción de vacunas -tres utilizadas para las de AstraZeneca-, almacenes y centros frigoríficos. Hay planes para duplicar la capacidad de producción en una «extensión flexible» de la misma sede.
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Oxbox aloja, además, al incipiente equipo del Centro de Innovación y Producción de Vacunas (VCMI), un proyecto promovido por el gabinete de Johnson en colaboración con universidades y empresas especializadas. Se estableció en 2018, con una previsión de cuatro años hasta la apertura de su centro operativo en Hartwell (condado de Oxfordshire).
La mortal amenaza viral aceleró los planes y reforzó la inversión estatal -hasta un total en torno a los 200 millones de euros- de forma que la inauguración del edificio se anticipa para el verano. «Nadie pudo predecir la erupción de covid-19, pero estamos haciendo lo posible para acelerar la construcción a fin de que el VMIC esté listo para respaldar a largo plazo las necesidades de vacunas que el Reino Unido tenga en el futuro», señaló el consejero del centro, el doctor Matthew Duchars.
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