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Sanitario húngaro preparado para intervenir. AFP
La Unión Europea, en fase crítica

La Unión Europea, en fase crítica

El cierre unilateral de fronteras marca el 'sálvese quien pueda' y la descoordinación de la UE en la lucha contra el coronavirus

Salvador arroyo

Bruselas

Sábado, 14 de marzo 2020, 19:30

Europa se enfrenta a una situación de alerta sanitaria sin precedentes que ha precipitado en poco más de una semana una cascada de decisiones y medidas de choque que no siempre responden a esos principios de «coordinación» y «solidaridad» en los que se viene ... insistiendo desde el estallido de la crisis. La reacción ha tardado en llegar y, desde luego, no es todo lo compacta que cabría esperar.

Por partes. El dinero a espuertas (más de 37.000 millones de euros) para reforzar los sistemas sanitarios y la cobertura a pymes y trabajadores que sufran los efectos económicos de la pandemia no se confirmó hasta el viernes. Y eso después de que el BCE abriese la mano con cientos de miles de millones más la víspera y de una sucesión de reuniones de alto nivel entre ministros y jefes de Estado sin decisiones concretas. Tampoco se dieron hasta este viernes las plenas garantías de que habrá «flexibilidad máxima» para el endeudamiento; que los gobiernos no van a ser penalizados por los gastos excepcionales que tengan que asumir. Los parámetros de ese respaldo, por cierto, aún no se han concretado.

Italia, apenas una semana después de sufrir el brote crítico de la enfermedad, recibió la garantía de que los más de 25.000 millones de euros que, de momento, articulará para contener la enfermedad. Pero, al ciudadano de a pie, con el país en situación límite, lo que le llega es otro mensaje. Por mucho que Bruselas venga remarcando aquello de «todos somos italianos» (la presidenta Ursula von der Leyen lo viene repitiendo casi a diario desde febrero), en el ciudadano de a pie lo que ha calado es que China ha acudido a su auxilio con equipamiento sanitario y personal médico. Y eso al mismo tiempo que Francia y Alemania mantenían la prohibición de vender mascarillas fuera de sus fronteras. Una decisión egoísta de la que no avisaron ni a Bruselas ni al resto de socios.

En las fronteras es donde más se aprecia la descoordinación, el 'sálvese quien pueda'. La libre circulación de personas, el 'principio Schengen' que comparten veintiséis países, no iba a detener al virus, de eso no hay duda. Pero el Covid-19 ha ratificado que la UE no es solo un proyecto incompleto en lo económico. Su integración en todo lo demás también está en el aire. La crisis de la migración de 2015 ya puso en riesgo la frontera común cuando varios países como Noruega, Austria, Francia o Alemania impusieron controles que, por cierto, cinco años después aún mantenían. El Covid-19 lleva esa unilateralidad a bordear el caos.

Medidas individuales

El discurso de Bruselas era que cada socio del club estaba adoptando las medidas en proporción a la situación que vivía. Pero sí se echaba en falta una coordinación en la respuesta conjunta en las propias fronteras, con algunos controles de salud en puertos y aeropuertos, tanto interiores como exteriores. No hubo coherencia cuando el epicentro estaba en China y tampoco existe ahora. Absoluta descoordinación.

Italia, después de China, se convirtió en el primer país señalado por sus socios. Austria amagó el primer fin de semana del brote en el país transalpino bloqueando un tren. Luego se lanzó con todo. Ahora ha cancelado sus vuelos con España, Francia y Suiza; Eslovaquia clausura sus tres aeropuertos internacionales, Austria corta con este último sus conexiones ferroviarias; República Checa ordena el cierre de fronteras; Dinamarca también echa el cerrojo hasta el 13 de abril; Polonia durante diez días; Hungría ha incrementado los controles, España se cerró con Italia esta misma semana y Malta, por ejemplo, impone la cuarentena a todos los llegados desde el exterior.

«Hemos visto que varios Estados miembros han puesto en marcha prohibiciones de viaje y controles», se quejaba amargamente la presidenta de la Comisión en su última comparecencia. El Ejecutivo comunitario clama ahora por controles sanitarios en los lindes sin sacrificar el 'espacio Schengen'. De momento, clama en el desierto. Y ya a la desesperada, se insiste en que cualquier decisión que se adopte debe ser «coordinada, operativa y proporcionada». Y ni las declaraciones de alerta lo están siendo, ni medidas de control como el confinamiento tampoco aunque se han extendido en municipios de territorios interiores de cada Estado, en los propios territorios o en Estados al completo.

Una sucesión de bloqueos interiores que responden a criterios nacionales y que han pillado a contrapié a la Comisión Europea. La misma que, junto con el Consejo Europeo (la institución que coordina a los Estados miembros) criticó a Donald Trump el jueves después de que este decretase la cancelación de todos los vuelos entre Estados Unidos y los países europeos del 'espacios Schengen' durante un mes, medida que ayer extendió también a Reino Unido e Irlanda. La desaprobó «por unilateral y sin consulta previa».

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