Secciones
Servicios
Destacamos
Joana Serra
Berlín
Viernes, 4 de febrero 2022, 17:26
El canciller alemán, Olaf Scholz, inicia este fin de semana su primera gran ronda diplomática, con una visita a Washington a la que seguirán dos viajes a Kiev y a Moscú, cuando empezaban a llover sobre él las críticas por su «desaparición» o tibieza en ... medio del conflicto ucraniano.
El presidente Joe Biden le recibirá en la Casa Blanca el lunes, una cita que empezaba a demorarse mucho por ser Estados Unidos el socio preferente de Alemania a escala transatlántica. Es una visita compleja: Berlín se niega a suministrar armas a Ucrania –solo se ha comprometido a entregar 5.000 cascos militares, lo que se ha encajado más como una ironía que como una aportación--. Encima, mantiene hacia Moscú una posición ambivalente, lo que se atribuye a su defensa del gasoducto Nord-Stream II, listo para funcionar, pero sin licencia para hacerlo en medio del fuego cruzado de intereses energéticos y geoestratégicos. Es un proyecto que nació bajo el signo de la controversia, heredero del Nord-Stream I pactado en tiempos del asimismo canciller socialdemócrata Gerhard Schröder y su entonces gran aliado político Vladímir Putin.
Mantener el equilibrio ya era difícil, tanto ante Washington como ante los socios europeos del flanco este europeo –Polonia y los países bálticos, especialmente-. El socialdemócrata Scholz tenía además encima la posición de su ministra de Exteriores, la verde Annalena Baerbock, defensora de una línea más dura frente al Kremlin. Y en medio surgió la «guerra mediática» entre Berlín y Moscú, precipitada por la suspensión del canal en alemán de la televisión rusa RT –considerada un órgano de propaganda del Kremlin--, a lo que siguió el cierre de la radiotelevisión pública alemana Deutsche Welle en Rusia. Lo primero ocurrió el miércoles, por decisión del regulador de medios alemán, que argumentó que RT ni siquiera pidió licencia; lo segundo, al día siguiente, fue la respuesta del Ministerio de Exteriores ruso a lo anterior.
Scholz viajará a Moscú el 15 de febrero para entrevistarse con Putin. Un día antes habrá estado en Kiev. Acudirá visiblemente rezagado, no solo respecto al francés Emmanuel Macron, sino incluso respecto a su ministra Baerbock, quien ya estuvo en ambas capitales hace unas semanas y repetirá visita a principios de la próxima.
La opinión pública alemana empieza a preguntarse en voz alta –o sea, en los sondeos-- dónde está su nuevo líder. Por primera vez en meses, el bloque conservador aventaja a los socialdemócratas en la encuesta de la televisión pública ARD: un 27 % votaría ahora a los conservadores, frente al 22 % que lo haría por el partido de Scholz. El vuelco no debe atribuirse únicamente a la «desaparición escénica» del canciller, llegado al poder en diciembre. También ha contribuido la definición del nuevo líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU), el derechista Friedrich Merz. Es un enemigo histórico de la línea centrista que defendió Angela Merkel, cuyo último representante, Armin Laschet, hundió al bloque conservador en las elecciones de septiembre en un 24,1 %, su mínimo histórico en unos comicios nacionales.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.