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Embajada rusa en Estocolmo. AFP
La UE y Rusia se asoman al abismo

La UE y Rusia se asoman al abismo

El viaje improductivo de Borrell a Moscú y la expulsión de diplomáticos agrava la crisis bilateral en plena emergencia sanitaria

Salvador Arroyo

Bruselas

Lunes, 8 de febrero 2021, 22:03

Bielorrusia, Ucrania, Georgia, Siria, Libia… y, sobre todo, el encarcelamiento (previo intento fallido de asesinato) del opositor Alexéi Navalni. La lista de desacuerdos entre la UE y Rusia es tan laberíntica que 'distender' se conjugaba ya como verbo 'milagro' cuando Josep Borrell visitó Moscú la ... pasada semana. La paradoja es que aterrizó con ánimo conciliador. Pero despegó escaldado. Una encerrona en toda regla con muchas evidencias: rueda de prensa lamentable, expulsión simultánea de tres diplomáticos europeos con los consiguientes choques bilaterales, Borrell mutando en 'beligerante' y (en clave más doméstica) encontronazo dialéctico vía redes sociales entre los gobiernos de España y Rusia.

Un lío geopolítico mayúsculo. Que, como todo, está envuelto por la emergencia sanitaria del coronavirus. De un lado, un Kremlin crecido por el reconocimiento internacional de la vacuna 'Sputnik 5'. De otro, una UE que acusa los retrasos en el abastecimiento de sueros anticovid, con urgencia por acelerar la vacunación y abierta a la posible compra masiva de la fórmula rusa, previo aval de la EMA, la Agencia Europea del Medicamento. Ahora se ve obligada a «sacar consecuencias», como ha señalado el diplomático español, de esa última humillación.

Borrell ha reconocido en su blog institucional que su viaje «puso de relieve» que ese país «no quiere aprovechar la oportunidad para mantener un diálogo más constructivo con la UE. Es lamentable». Con esas palabras estaría alentando la activación de más sanciones contra la Federación (177 personas y 48 entidades rusas ya están en la lista negra por el conflicto con Ucrania) a menos de dos semanas (el próximo 22) de que se debata elevar el castigo en consejo de ministros de Exteriores.

Su mensaje llega, además, a horas de que él mismo tenga que rendir cuentas del fiasco en la Eurocámara. Algunos eurodiputados ya le han pedido que dimita. De lo que no cabe duda es de que será una comparecencia difícil. Tanto que incluso la Comisión Europea tuvo que darle ayer plena cobertura. Salió en su apoyo y defendió la tesis de que pese al resultado improductivo, el viaje era «necesario». La cuestión es que antes de montar en el avión, la polémica ya estaba servida. En Bruselas se hablaba de cita «inoportuna», de objetivos nada concretos e incluso de agenda poco transparente. Es más, incluso había quedado claro que en el seno de la UE ni los países del Este ni las repúblicas bálticas comulgaban con ese intento de acercamiento, más aún si se tiene en cuenta que un puñado de días antes se había lanzado un mensaje inequívoco: «inaceptable» la sentencia contra Navalni y acusación velada de deriva autoritaria del Kremlin.

La espoleta se encendió en la controvertida rueda de prensa del pasado viernes que ofrecieron Borrell y el responsable de Exteriores ruso. El primero le reclamó la liberación de Navalni, condenado a dos años y ocho meses de cárcel por una supuesta malversación de fondos públicos. Y también una investigación «independiente» sobre su envenenamiento. Serguéi Lavrov le replicó belicoso. Se fue por las ramas arrojando directamente al español el encarcelamiento de políticos independentistas catalanes como ejemplo de decisiones judiciales «motivadas políticamente». Como guinda, calificó a la UE de «arrogante» y «poco fiable».

Reacción airada

Con Borrell aún en el país, el ministerio de Lavrov lanzaba otra andanada. Anunciaba la expulsión de tres diplomáticos europeos (de Alemania, Suecia y Polonia) por participar en las manifestaciones que exigen la liberación del opositor ruso. Protestas que el Kremlin viene reprimiendo con dureza por considerarlas «ilegales». Ayer Berlín, Estocolmo y Varsovia anunciaban la recíproca expulsión de un diplomático ruso de cada país. Angela Merkel calificaba las decisiones del Kremlin como «alejadas del Estado de Derecho». Y el francés Emmanuel Macrón declaraba su «solidaridad con los tres países cuyos diplomáticos han sido expulsados»

El último roce bilateral se producía este lunes mismo. La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Zajárova, escribía en Facebook lo siguiente: «Ahora tengo un nuevo ídolo democrático. Esta vez es una mujer. La ministra de Exteriores de España Arancha González Laya». Potente carga de ironía para valorar la respuesta que dio González Laya a las alusiones a los políticos catalanes de aquella rueda de prensa del viernes. La ministra había puntualizado que «en España no hay presos políticos, hay políticos presos». La portavoz de Lavrov recoge expresamente esta referencia a los «políticos presos» antes de cerrar con un «las tecnologías avanzadas de la propaganda occidental son de las mejores».

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