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Salvador Arroyo
Bruselas
Miércoles, 2 de diciembre 2020, 18:52
Son tantos los 'rotos' que deja la Administración Trump que resulta difícil de prever hasta qué punto las agendas internacionales se verán fagocitadas por esfuerzos de parcheo. Es tal la lista de conflictos comerciales, roces políticos y desplantes en instituciones globales que con la llegada ... de un nuevo inquilino a la Casa Blanca, la UE decide poner el contador a cero. Lo que toca es refundar desde la base una alianza histórica. Es la ola de optimismo que arrastra John Biden. «Tenemos una oportunidad única en una generación para diseñar una nueva agenda transatlántica para la cooperación global», aseguró este miércoles el Alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Seguridad.
Josep Borrell catapultaba con esta frase la nueva estrategia para reconstruir los puentes. Un documento de trabajo de once folios que ya se ha entregado al Parlamento Europeo y a los Gobiernos de los Veintisiete. El informe parte de tres principios fundamentales de gran alcance. Primero. La UE yEstados Unidos han de trabajar «para promover los bienes comunes mundiales, proporcionando una base sólida para acciones e instituciones multilaterales más robustas». Segundo: apoyo a todos los socios de ideas afines; persiguiendo intereses comunes y «aprovechando nuestra fortaleza para generar resultados en nuestras prioridades estratégicas». Ytercero: buscar soluciones que «respeten nuestros valores comunes de equidad, apertura y competencia, incluso cuando existen diferencias bilaterales».
Pandemia. Trabajo compartido en la logística de vacunas y entre las respectivas agencias sanitarias. Y refuerzo de la OMS.
Cambio climático. Complicidad con el reto europeo de 'emisiones cero' en 2050.
Comercio y tecnología. Superar el conflicto Boeing/Airbus. Colaboración en desarrollo de redes 5G y la Inteligencia Artificial.
A partir de ahí los frentes. El que ocupa a todos, cooperar al máximo para resurgir de la pandemia. Y eso implica vacuna, tratamientos y reencuentro con una OMS (Organización Mundial de la Salud) a la que Trump llegó de acusar de connivencia con las autoridades chinas.
Luego están los desafíos derivados del cambio climático. Aquí, de entrada, se persigue la complicidad de Washington con el reto europeo de las emisiones cero en 2050. Aunque el primer movimiento tendrá que darlo Biden volviendo a sumar a EE UU al Acuerdo de París que su predecesor, primero menospreció y luego dejó empantanado.
Y llegamos a la ansiada 'bajada de armas' en esa guerra comercial marcada por el cruce de aranceles. «Debemos trabajar en estrecha colaboración para resolver los factores irritantes del comercio bilateral que debilitan nuestra asociación estratégica», reza el documento. Trabajar para encontrar soluciones «rápidas centrándonos en los resultados negociados, reconociendo al mismo tiempo los diferentes enfoques». Y eso implica solventar la disputa aeronáutica Boeing/Airbus. Este miércole, en base al reconocimiento de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Estados Unidos ha disparado contra Europa 6.400 millones de euros en aranceles por ayudas irregulares a Airbús. Y ésta replica con 3.400 millones por la cobertura pública norteamericana a Boeing.
En materia digital Bruselas aspira a una alianza tecnológica a todos los niveles. Lo que traducido supone «trabajar juntos» en la expansión de tecnologías como la red 5G –que ha protagonizado el gran conflicto con China– hasta alcanzar un acuerdo para activar cargas fiscales contra colosos tecnológicos como Google, Facebook o Amazon. La UE espera que Washington vuelva a la mesa de negociación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Y con un multilateralismo tan roto en pedazos, recuperar la sintonía en política exterior consumirá muchos esfuerzos. Aquí, Borrell habla de «un Plan de Acción Integral Conjunto». Biden ya ha dejado entrever que no descarta volver al acuerdo nuclear con Irán. Las condiciones, habrá que verlas. La UE tiene ya un diálogo abierto con Washington sobre la relación con China y se ha comprometido a implicarse más en «seguridad y defensa» en la OTAN.
El Fondo de recuperación saldrá adelante sí o sí. Con Hungría y Polonia. O sin ellas. La UE no aceptará más coacciones de las democracias iliberales del Este. Esa es la tesis que se ha ido instalando en Bruselas a medida que Budapest y Polonia se han ido atrincherando cada vez más en el 'no' al plan histórico anticovid y al presupuesto 2021-2027 del que va colgado. Siguen rechazando que las transferencias de dinero se condicionen al respeto al Estado de Derecho.
Desde hace ya una semana fuentes comunitarias admiten estudiar opciones alternativas para sacar adelante todo el 'paquete'. Norte y Sur europeos sintonizan plenamente en que no deben ceder. Y la Comisión vería salidas legales para romper el veto en un posible acuerdo «intergubernamental» similar al que rige en el Mede, el fondo de rescate europeo, o activar un sistema de avales públicos alternativo por parte de los Estados miembros (en este caso Veinticinco) que permita a Bruselas emitir deuda; una fórmula similar a la establecida con el Sure.
Pero esa opción no resolvería la paralización del presupuesto. Sin acuerdo, a partir del 1 de enero solo se podría canalizar al mes una doceava parte de lo previsto en 2020. Sería una suerte de 'prorroga' presupuestaria que impediría desarrollar muchos programas de la nueva etapa.
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