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Roma
Miércoles, 2 de febrero 2022, 18:28
Con motivo del quinto aniversario de la firma del memorándum entre los gobiernos de Roma y Trípoli, que contempla ayudas millonarias a las autoridades del país norteafricano para que intercepten a los migrantes que parten de sus costas, un centenar de ONG locales e internacionales ... exigieron este miércoles el fin de este acuerdo. Según denunciaron las organizaciones humanitarias, entre ellas Médicos Sin Fronteras (MSF) y Emergency, la Guardia Costera libia comete continuas violaciones de los derechos humanos de los desplazados y refugiados, mientras que los corredores humanitarios para sacar del país norteafricano a estas personas resultan «gravemente insuficientes». Italia ha destinado 32 millones de euros para financiar a la Guardia Costera libia, en buena parte aportados por la Unión Europea.
«El Gobierno italiano debe revocar inmediatamente el memorándum. Es la única decisión practicable frente a la imposibilidad estructural de aportar mejoras significativas a las condiciones de vida de los migrantes y refugiados en Libia y de garantizarles un acceso adecuado a la protección», claman en una nota las ONG. Piden además a las agencias de Naciones Unidas presentes en el país norteafricano, donde han denunciado repetidas veces los atropellos sufridos por los desplazados considerándolos crímenes contra la humanidad, que se sumen al llamamiento para poner fin al acuerdo entre Trípoli y Roma. Renovado en 2020 por otros tres años, este memorándum bendecido por Bruselas ha propiciado que más de 83.000 personas hayan sido interceptadas por los guardacostas libios cuando trataban de cruzar el Mediterráneo central para llegar a Europa.
Resulta muy habitual que los migrantes, cuando son socorridos por alguna de las naves humanitarias que operan en el Canal de Sicilia, denuncien todo tipo de torturas sufridas en Libia. «Nos pusieron grilletes en los tobillos y las muñecas», contó Kouassi (nombre ficticio), un desplazado de 23 años originario de Costa de Marfil rescatado por el 'Geo Barents', el buque fletado por MSF. «Tengo muchas cicatrices en los tobillos. Pasé tres meses con grilletes. Nos pegaron, nos golpearon con barras de madera y de metal. Todavía tengo cicatrices en la espalda de cortes con cuchillos. Era una prisión en el desierto, una casa que no estaba terminada a la que nos habían vendido. Éramos unos diez en la habitación. Nos quitaron todo lo que llevábamos encima y pidieron medio millón de francos CFA (unos 800 euros) a nuestros padres por nuestra liberación».
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