Juan Carlos Barrena
Berlín
Sábado, 18 de septiembre 2021, 19:11
A una semana de las elecciones legislativas, en Alemania no hay ganador seguro. Aunque las encuestas apuntan con insistencia a un triunfo socialdemócrata (SPD) y de su candidato, el vicecanciller federal y titular de Finanzas, Olaf Scholz, su ventaja frente a los conservadores de la ... Unión Cristianodemócrata y la Unión Socialcristiana de Baviera (CDU/CSU) es demasiado reducida como para cantar victoria. Aunque descolgados ya de lo que parecía que iba a ser un duelo a tres, hasta Los Verdes y su cabeza de lista, Annalena Baerbock, podrían dar el próximo domingo la sorpresa y ganar por la mínima a las dos grandes formaciones tradicionales de este país.
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Lo que sí se puede constatar ya es que atrás quedan los tiempos en los que CDU/CSU y SPD triunfaban en las elecciones y se alternaban en el poder con más de un 40% de votos. En los comicios que cierran la era de Angela Merkel como canciller federal tras 16 años de ejercicio es harto improbable que logren tan siquiera acercarse al 30% de sufragios.
Los últimos sondeos para los comicios al Bundestag, el Parlamento federal, conceden de media al SPD hasta un 26% de votos. A CDU/CSU no más de un 22% y a Los Verdes un 17%. Unas posiciones que hace unos meses eran completamente diferentes. A principios de año, cuando el primer ministro de Renania del Norte-Westfalia, Armin Laschet, asumió la presidencia de la CDU, los conservadores cabalgaban con más del 32% de intención de votos en la cresta de la ola de la popularidad gracias a Merkel. El SPD se encontraba hundido en los peores pronósticos de su historia con no más de 17% de votos potenciales y Los Verdes superaban el 20% y se situaban como segunda fuerza nacional. Llegaron incluso a colocarse como primera, cuando a mediados de mayo anunciaron la candidatura de Annalena Baerbock y se avistaba la posibilidad de que una mujer sucediera a otra al frente del Gobierno germano.
Con ese alza máxima de Los Verdes comenzó el declive de los conservadores. El duelo por la candidatura única de CDU y CSU en el que se impuso Laschet al claro favorito del pueblo y las bases conservadoras, el primer ministro bávaro, Markus Söder, supuso el primer traspiés de la Unión. Todos los demás los cometería el propio Laschet, un desafortunado candidato que se ha pasado la campaña metiendo la pata y pidiendo disculpas por sus torpezas.
El retroceso de Los Verdes también se debe a los patinazos de su candidata. Un escándalo de plagio por un libro de ensayo del que es autora, las chapuceras manipulaciones de su currículo oficial y el retraso en la declaración fiscal de sus ingresos suplementarios dañaron su imagen al poco de ser nominada y desde entonces su partido no ha recuperado el terreno perdido.
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Quien se beneficia de los males ajenos y las debilidades de sus rivales es Olaf Scholz. Desde la inoportuna carcajada de Laschet a mediados de julio mientras visitaba las zonas devastadas por las inundaciones en Renania, el candidato socialdemócrata ha hecho que el SPD suba incesantemente en intención de voto hasta situarlo en cabeza de la carrera, algo que no sucedía desde la era del canciller federal Gerhard Schröder. No han hecho mella en él escándalos relacionados con su ministerio y, al contrario que Laschet y Baerbock, no ha metido la pata ni una sola vez. Es más, ha conseguido, para indignación de los conservadores, que muchos le consideren el auténtico heredero del legado de Angela Merkel, el único capaz de mantener la prosperidad de Alemania y conducir el país a través de cualquier crisis.
Gane quien gane, no podrá gobernar solo. Dependerá de pactos con formaciones menores. Socialdemócratas y conservadores hablan abiertamente de alianzas con ecologistas y liberales para constituir, por primera vez un Gobierno de tres formaciones. Hay otras alternativas como una nueva gran coalición con respaldo de verdes o liberales o una alianza de SPD, ecologistas y La Izquierda, pero no son las preferidas ni por los posibles partidos ganadores ni por los electores. Los únicos que tienen las cosas claras son los ultranacionalistas de Alternativa para Alemania. Saben que están condenados a la oposición ante el hecho de que ninguna de las otras formaciones está dispuesta tan siquiera a dialogar con ellos. Para colmo, se están viendo inmersos en un gran escándalo de financiación ilegal.
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