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Mark Rutte, primer ministro de Países Bajos. Efe
Partidas sacrificadas y tasas en el aire, la 'cara B'

Partidas sacrificadas y tasas en el aire, la 'cara B'

Los Gobiernos también asumieron una cláusula descafeinada sobre el Estado de derecho, en el acceso al fondo, para evitar el conflicto con Hungría y Polonia

Salvador arroyo

Bruselas

Martes, 21 de julio 2020

El ajuste de las grandes cifras del pacto europeo, la necesidad de satisfacer distintos intereses nacionales y, en última instancia, la de taponar una potencial fuga en la unanimidad necesaria para validarlo, sustancian una letra pequeña que es la 'cara B' de esta historia.

Se ... darán así reducciones significativas en algunas de las partidas que se planteaban como claves para la presidencia de la Comisión Europea, dentro de ese plan de recuperación denominado 'Next Generation EU'. Así, se desploma la asignación prevista del fondo Transición Justa, columna vertebral del Gran Pacto Verde, que merma de 30.000 millones a 10.000 millones. El programa para la investigación científica cae de 13.500 a 5.000 millones; el de inversiones se queda en 5.600, cuando lo que pretendía el Ejecutivo comunitario era dotarlo con más de 30.000. Y lo mismo sucede con otro fondo, el de desarrollo agrícola, que se recorta a la mitad; recibiría poco más de 5.000 millones.

Ajustes al margen están las incógnitas de la financiación. La obtención de recursos extraordinarios vía impuestos (plástico, emisiones o internet) que permitan compensar el desembolso extra del plan. Se aboga por una tasa digital (a Google, Facebook, Apple, etc.) para finales de 2021. ¿El cálculo? Entrarían 1.300 millones de euros anuales en las arcas comunitarias.

Aquí el problema es que los socios llevan enzarzados desde hace años con ese impuesto y, además, ha sido otro motivo más de conflicto con la Administración de Donald Trump, que amenaza con castigar con aranceles a quienes la apliquen por su cuenta. Otras fuentes de ingresos previstas sumarían entre 5.000 y 14.000 millones (carbono en frontera), o 10.000 millones (derechos de emisión).

Cláusula imprecisa

El otro frente crítico de esta negociación era el refuerzo de la condicionalidad del respeto al Estado de derecho. En esto Mark Rutte también se había mostrado insistente. El problema se lastra desde hace años. Y en la cumbre de febrero, en la que se debatió por primera vez este presupuesto 2021-2027, ya estuvo encima de la mesa y fue motivo de enfrentamiento.

¿El objetivo? Dejar claro que el acceso a los fondos europeos estaba ligado a ese principio fundamental en la UE. Pero tanto Polonia como Hungría, dos países recriminados y expedientados desde Bruselas en varias ocasiones por sus derivas políticas autoritarias, siempre se han negado en redondo a que esa condición se recoja como cláusula con peso. Y lo que aparece finalmente es muy descafeinado.

El texto prevé introducir esa «condicionalidad» para «proteger» tanto el fondo como los propios presupuestos, y deja en manos de la Comisión proponer «medidas en caso de infracciones». Los líderes, por mayoría cualificada, deberían decidir si se deben aplicar. La redacción fue aceptada por unanimidad antes de ese receso técnico de cinco horas que precedió al anuncio del acuerdo global. Porque lo importante era no abrir otro frente que frustrase lo principal: el acuerdo para la recuperación.

La ultraderecha carga contra el acuerdo

La imagen de intransigencia de Mark Rutte en esta negociación era más para consumo interno de unos Países Bajos donde la ultraderecha ha ido ganando terreno los últimos años. Y es que en 2021 celebrará elecciones.

Su oponente, Geert Wilders, no tardó en acusarle de haberse «arrodillado». El Partido por la Libertad (PVV) que dirige es el segundo con más escaños en el hemiciclo holandés. «Ha hecho regalos al Sur de Europa por valor de 390.000 millones», añadió Wilders.

También la ultraderecha alemana de Alternativa para Alemania (AfD) fue a saco contra Angela Merkel y Emmanuel Macron. Les llamó «sepultureros de Europa». «El peor acuerdo para Francia de toda la historia de la UE», reprochó Marine Le Pen al líder galo. En Italia Matteo Salvino dijo que el dinero del fondo se dará «a cambio de recortes y sacrificios».

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