paula rosas
Corresponsal. París
Jueves, 17 de octubre 2019, 01:32
Los bombardeos turcos sobre el Kurdistán sirio, en cuyos campos hay detenidos cientos de yihadistas franceses, alarma a las autoridades de París, que negocian discretamente con Bagdad un traslado de sus nacionales a cárceles iraquíes. El gran miedo del Gobierno galo es que esos combatientes ... intenten regresar a Francia y que puedan cometer allí nuevos atentados, o que vuelvan a engrosar las filas del Estado Islámico (EI).
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Las fugas de prisioneros de los últimos días, a los que sus guardianes kurdos abrieron las puertas de los campos donde llevaban meses encerrados para que pudieran ponerse a salvo de los bombardeos turcos, han hecho saltar las alarmas. Se sabe que han escapado una decena de mujeres francesas que estaban presas en el campo de Ain Issa, a unos 50 kilómetros al norte de Raqqa. Al menos tres de ellas han sido «recuperadas» por los yihadistas del EI, según sus abogados. Los kurdos no dejan de repetir que custodiar a los más de 3.000 yihadistas extranjeros que pueblan los campos y cárceles de su territorio ha dejado de ser una prioridad. París quiere evitar a toda costa la dispersión de sus nacionales.
El asunto se lleva de manera discreta pero, según revelan varios medios franceses, un consejero de Emmanuel Macron se desplazó el fin de semana a la capital iraquí para tratar con las autoridades de Bagdad sobre ese posible traslado y preparar la próxima visita del propio ministro de Exteriores, Jean Yves Le Drian, a Irak. La cuestión es, cuanto menos, compleja. Francia quiere que Irak aproveche el traslado de sus propios nacionales para llevarse también a los yihadistas galos, en particular a entre 50 y 100 milicianos especialmente peligrosos, para ser encarcelados y juzgados en territorio iraquí. Para eso será necesario negociar, entre otras cosas, un marco jurídico.
A cambio, Bagdad exige que Francia asuma el coste de su detención en Irak y algo más complicado, que los juicios -la pena habitual suele ser la condena a muerte- no vuelvan a provocar críticas internacionales. En marzo, 11 milicianos franceses fueron juzgados por tribunales iraquíes y algunos de ellos condenados a muerte, lo que generó una gran polémica en Francia y las críticas de las asociaciones de derechos humanos, que denunciaban una suerte de «deslocalización de la pena capital».
La situación de los yihadistas franceses en Siria e Irak supone un auténtico quebradero de cabeza para el Elíseo. Se calcula que unos 400 franceses están -o estaban- detenidos en los campos kurdos. Entre ellos, 300 son mujeres y, sobre todo, niños. París ha repatriado con cuentagotas a algunos menores por motivos humanitarios y debido a la presión de sus familiares, pero no quiere que los adultos regresen. Alega que existe un rechazo social a este retorno y también que resultaría tremendamente difícil probar en un juicio en Francia los crímenes que puedan haber cometido a miles de kilómetros de allí.
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Por eso no quiere que sean sus propias tropas desplegadas en Siria -entre 400 y 500 militares que han operado en el seno de la coalición internacional- las que organicen el traslado de los yihadistas franceses, porque eso obligaría a repatriarlos y juzgarlos en Francia.
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