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Beatriz Juez
París
Sábado, 22 de mayo 2021
París ha vuelto a descubrir esta semana lo que el presidente Emmanuel Macron ha llamado «el arte de vivir a la francesa», con la reapertura de las terrazas de bares y restaurantes, los museos, los cines y los teatros, que llevaban cerrados al público desde ... finales de octubre por la pandemia de la covid-19.
También se han reactivado, con un protocolo sanitario estricto, los comercios no esenciales, que había colgado el cartel de 'cerrados por decreto gubernamental' a principios de abril por la tercera ola de coronavirus. Se han formado en estos primeros días de apertura largas colas a la entrada de algunas tiendas y centros comerciales, después de un mes y medio sin poder ir de compras, aunque con una euforia medida.
«La vida retorna poco a poco», explica Alexi, que vende gorros y sombreros en una tienda en el barrio de Les Halles. «Estamos contentos de abrir y los clientes están contentos de ver las tiendas abiertas», afirma este vendedor, que se vio obligado, al igual que muchos comerciantes, a echar el cierre durante un mes y medio. Ahora espera que los clientes se animen, con la desescalada y la llegada del buen tiempo, a ir de compras y gastar.
Esta vida «a la francesa» tiene, sin embargo, horarios limitados. El toque de queda comienza a las nueve de la noche. A partir del 9 de junio, los franceses podrán disfrutar dos horas más de las terrazas porque el toque de queda empezará a las once de la noche. En esa fecha, los restaurantes, cafés y bares podrán volver a servir en sus salas interiores. El 30 de junio, si la situación sanitaria lo permite, los galos dirán adiós al toque de queda y a los límites de aforo en los establecimientos que reciben público.
La estrategia, en cualquier caso, depende de la evolución de la pandemia y de la campaña de vacunación. Alrededor de 21,6 millones de personas (un 32% de la población) ya ha recibido la primera dosis, 9,26 millones ya han completado las dos y el Gobierno espera comenzar a inmunizar a todos los mayores de 18 años a partir del próximo día 31, quince antes de lo previsto.
Sentarse en una terraza y ver a la gente pasar, mientras uno toma un café, una cerveza o una copa es más que un pasatiempo en París. Es una forma de vida. Uno puede siempre emular al escritor Georges Perec, que en octubre de 1974 se sentó durante tres días en el Café de la Mairie y otros lugares de la plaza de Saint-Sulpice. Perec anotó de forma minuciosa todos las cosas y eventos insignificantes que veía. El resultado: un libro experimental titulado 'Tentativa de agotar un lugar parisino'.
«Estamos muy contentos y los camareros están contentos de vernos», explica Roselyne, después de comer con su marido en la terraza del Café Beaubourg, un restaurante-brasserie cerca del Centro Pompidou, el museo de arte moderno y contemporáneo en el corazón de la capital francesa. «Estos meses hacíamos click & collect (hacer el pedido 'online' e ir a retirarlo al comercio físico) y lo comíamos en casa, pero no es lo mismo», consiente.
El arte de vivir a la francesa no es sólo el arte de la buena mesa, sino también ir a ver una exposición, a un concierto, a una obra de teatro y al cine. Hay una avalancha estos días de exposiciones y de estrenos de películas que se han acumulado en las distribuidoras durante el cerrojazo. Además, este fin de semana ha abierto sus puertas la Bolsa de Comercio-Colección Pinault, un nuevo museo de arte contemporáneo que alberga la colección privada del magnate del lujo francés François Pinault.
Brigitte, una jubilada gala, confiesa que «la verdadera razón, para ser honesta,» por la que ha entrado en el Centro Pompidou es «para resguardarse» de la lluvia junto con marido. Ya de paso, intentan visitar una exposición, pero «nos hemos quedado un poco frustrados por el hecho de que haya que comprar antes la entrada del museo por internet con el fin de garantizar unos horarios muy precisos. He ido a la taquilla. Si quieres adquirirla así hay media hora de espera para una exposición que, a priori, no nos interesa mucho», explica esta jubilada.
En cambio, Valérie, una parisina que asegura que solo «vive para el arte» se ha hecho «todo un programa» de exposiciones para los próximos días y está dispuesta a darse un atracón cultural después de siete meses sin poder pisar un museo. «Esta mañana he escuchado una conferencia sobre mujeres pintoras de 1780-1830 en el Museo de Luxemburgo. Ahora vengo al Pompidou a ver una exposición. Mañana voy al museo del Louvre. Y después iré a la exposición de Picasso», cuenta esta apasionada del arte, que afirma que no concibe «la vida sin museos». «Si vivimos en París es por el arte y la cultura. En caso contrario no tiene ningún interés», sostiene Valérie.
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