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Ivia ugalde y juan carlos barrena
Berlín
Domingo, 26 de septiembre 2021
Los igualados resultados cosechados este domingo en las urnas han dado un impulso a Armin laschet, delfín de Angela Merkel y candidato de la Unión cristianodemócratas (CDU) y socialcristiana bávara (CSU) para intentar alcanzar la Cancillería alemana. «Haremos todo lo posible para construir un ... gobierno liderado por los conservadores porque la sociedad ahora necesita una futura coalición que modernice nuestro país», dijo, acompañado de la jefa del Ejecutivo, en la rueda de prensa que celebró en la sede de la CDU en Berlín para comentar el desenlace de la reñida votación.
Laschet, que prometió en campaña continuidad, tesón y perseverancia para alcanzar las metas, anoche se mostró autocrítico con los datos cosechados en la votación. «No podemos estar satisfechos», aseguró, si bien no se dio por derrotado y apuntó a que «probablemente será la primera vez que tengamos un gobierno con tres socios». En efecto, sus aspiraciones son formar una coalición tripartita de centro derecha con los liberales (FDP) de Christian Lindner y Los Verdes. Algo que no logró Merkel hace cuatro años. Antes de verse obligada a negociar una nueva gran coalición con los socialdemócratas, la canciller intentó cuajar una alianza con liberales y ecologistas que se frustró por el temor de Lindner a que su partido fuera el que más concesiones tuviera que hacer.
Incondicional de la veterana mandataria, aunque han tenido roces al definir medidas contra el coronavirus, y tan pragmático y de fiar como la líder conservadora, Laschet no resultó emocionante ni arrastró masas en campaña. Su política tampoco. En cambio, sus meteduras de pata le han acompañado hasta el último momento. Y eso, sin duda, le ha pasado factura.
Una unión sin precedentes. Aspira a conformar una coalición con los liberales y Los Verdes, algo que nologró la canciller en 2017
Nacido en febrero de 1961 en Aquisgrán, fue elegido hace tres meses presidente de la CDU y cuenta con el aval de la experiencia tras tres años como primer ministro de Renania del Norte-Westfalia, el Estado más poblado del país, con más de 16 millones de habitantes. De origen belga, se crió junto a tres hermanos en un hogar religioso católico. Su padre trabajó como minero antes de estudiar magisterio y dirigir un colegio de primaria.
El candidato conservador ingresó en la CDU con 18 años y una década después, tras estudiar Derecho en Múnich y Bonn, fue elegido concejal del ayuntamiento de su ciudad natal. En 1994 consiguió un mandato directo para el Bundestag y en 1999 un escaño en el Parlamento Europeo, donde trabajó en las comisiones de exteriores y política de seguridad. En 2005 fue nombrado ministro de Generaciones, Familia e Integración en Renania del Norte-Westfalia, donde en 2012 asumió la jefatura regional del partido. Cinco años después condujo a su formación a la victoria y a la recuperación del poder en esa región tradicionalmente socialdemócrata.
Católico practicante y miembro de la parroquia de San Miguel en Aquisgrán, en la que fue bautizado, de la que fue monaguillo hasta 1977 y en la que contrajo matrimonio con su esposa Susanne en 1985, Laschet es padre de dos hijos y una hija ya adultos. Su hermano Patrick publicó recientemente en la página web de la familia el árbol genealógico, que los remonta hasta y emparenta con Carlomagno.
En el seno de los cristianodemócratas, pertenece al ala más liberal y moderada, en la que figura como defensor del diálogo religioso entre cristianos y musulmanes y la integración de los migrantes bajo el principio de la igualdad de oportunidades.
Fiel a sí misma y a la discreción que la ha caracterizado siempre a lo largo de los 16 años en los que se ha mantenido en el poder, Angela Merkel vivió este domingo en la sede de su partido, la CDU, su última noche electoral. Su despedida de la Cancillería no fue la que había soñado, con un veredicto electoral que deja a los conservadores igualados a sus rivales socialdemócratas y muy lejos de los resultados que acostumbraba a cosechar la jefa del Gobierno, que pone fin a su cuarto y último mandato con unos niveles de popularidad envidiables. No en vano, el 75% de la sociedad germana dice sentirse satisfecha con su gestión.
Merkel, que acudió a votar como de costumbre en su distrito electoral de Stralsund, el mismo que durante tres décadas la ha elegido diputada, se limitó anoche a ocupar un segundo plano en el escenario en el que compareció en Berlín su heredero político, Armin Laschet, junto a otros miembros de su formación. Vestida con una americana azul celeste y con semblante serio, la canciller escuchó atentamente con las manos entrelazadas el discurso de su delfín y líder de la CDU.
La canciller no quiso robarle en ningún momento el protagonismo a Laschet. Por ese motivo, no hubo discurso ni valoraciones por su parte. Solo dirigió un saludo a los allí congregados antes de retirarse con la comitiva. Hasta que se conforme un nuevo gobierno en Alemania, seguirá en funciones luego de haber igualado el récord de longevidad en el poder de su mentor Helmut Kohl. Cuando diga definitivamente adiós a la política activa, su idea es seguir viviendo a caballo entre su piso en Berlín, situado frente al céntrico Museo de Pérgamo, y su casa de campo en la región de Uckermark.
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