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Juan Carlos Barrena
Berlín
Lunes, 30 de septiembre 2019, 21:38
Lo difícil viene ahora. Tras ganar ampliamente los comicios legislativos en Austria y lograr porcentajes récord para los conservadores, el joven Sebastian Kurz afronta la ardua tarea de buscar un socio de coalición que garantice cinco años de gobierno armonioso. El excanciller, de 33 años, ... dio al Partido Popular Austríaco (OEVP) un triunfo mayor de lo esperado y puede darse el lujo de elegir entre tres potenciales socios.
Pero se trata de una decisión embarazosa. Aunque tiene muchas coincidencias programáticas con sus últimos aliados, los populistas y ultranacionalistas del Partido Liberal Austríaco (FPOE), estos se encuentran sumidos en un pantano de escándalos de corrupción, abuso de poder y nepotismo que los desacredita para entrar en un nuevo ejecutivo. Tras perder su halo de formación 'incorrupta' y el amplio respaldo de los comicios de 2017, sus propios dirigentes reconocieron la noche electoral que el resultado los apartaba de toda aspiración a gobernar y los obliga a regenerarse.
Kurz no olvida tampoco que fue el FPOE el promotor de la moción de censura que expulsó del poder a su Ejecutivo conservador y obligó a nombrar un gabinete interino de tecnócratas. La caída del FPOE se fraguó tras la publicación de un vídeo grabado con cámara oculta en el que se veía a su entonces presidente Heinz Christian Strache ofrecer favores de Estado a una presunta oligarca rusa a cambio de apoyo electoral.
Tampoco los socialdemócratas (SPOE), castigados con los peores resultados de su historia e inmersos en una crisis de identidad y programática, parecen ser los aliados ideales. Solo si fallan otras opciones, y apelando a la razón de Estado, el SPOE podría avenirse a regañadientes a un matrimonio forzoso. La alternativa son Los Verdes, la pequeña formación que, tras perder su representación parlamentaria en los comicios anteriores, resurge con fuerza aupada por el debate sobre el cambio climático.
Su presidente, Werner Kogler, reconoce que entrar en el próximo ejecutivo sería la oportunidad de convertir Austria en país precursor del fomento de la defensa del medio ambiente. Y aunque se muestra abierto al diálogo ha puesto el listón muy alto. Además de un gran paquete climático, exige una nueva y severa legislación contra la corrupción.
De todos modos, la posibilidad de entrar en un ejecutivo de la mano del joven líder conservador da vértigo a los ecologistas. Sebastian Kurz ha conseguido hipnotizar a medio país con su discurso mesiánico, una campaña mediática impecable y su imagen de político inmaculado. Los analistas recuerdan que sus socios en los gobiernos de coalición de los que formó parte hasta ahora salieron siempre escaldados. El antiguo líder verde Peter Pilz habla de «gabinetes Drácula», asegura que Kurz «vampiriza» a sus aliados y aconseja a Kogler que «en toda negociación de gobierno con los conservadores no olvide colgarse un collar de ajos del cuello».
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