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Darío Menor
Roma
Sábado, 23 de octubre 2021, 23:10
A Roberto Gualtieri, elegido esta semana en la segunda vuelta de las elecciones municipales nuevo alcalde de Roma, le ha tocado una lotería a la que no tuvieron derecho sus antecesores: guiar la ciudad más poblada y complicada de Italia con dinero suficiente para intentar ... sacarla de sus problemas estructurales, como la desastrosa gestión de las basuras, el insuficiente sistema de transporte público o la multiplicación de baches por las calles. Para resolver estos desafíos básicos en cualquier otra gran ciudad europea y tratar de proyectar la capital italiana hacia el futuro, Gualtieri, del progresista Partido Democrático (PD), va a contar con los 1.500 millones de euros de dinero público que se destinarán al Jubileo de 2025, un evento en el que se espera que participen millones de peregrinos de todo el mundo. Las inversiones ligadas a este Año Santo, junto a las necesarias para organizar la Exposición Universal que Roma espera acoger en 2030, pueden marcar un punto de inflexión y acabar con la decadencia que sufre la capital italiana desde hace décadas.
«Se vive una situación casi milagrosa que esperemos que arregle los graves problemas de la ciudad. A Gualtieri se le han alineado los planetas», explica Mario Ajello, periodista del diario romano 'Il Messaggero' y autor de 'Desastre capital. Roma en la encrucijada'. A diferencia de lo que ocurría con la anterior alcaldesa, Virginia Raggi, del Movimiento 5 Estrellas (M5E), que podía contar con poca colaboración del resto de instituciones, al nuevo regidor le va a ocurrir todo lo contrario. El PD controla hoy el ayuntamiento, el Gobierno regional y 14 de las 15 demarcaciones territoriales en que se divide Roma. Gualtieri, además, goza de una buena relación con el primer ministro, Mario Draghi, cuyo Ejecutivo está igualmente sostenido por el PD. «Esperemos que el nuevo alcalde sea capaz de aprovechar esta unión de fuerzas», comenta Ajello.
El dinero, por primera vez en décadas, no será un problema porque la capital espera ser una de las grandes beneficiarias del Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR), el ambicioso programa de reformas por valor de 221.500 millones de euros que Draghi presentó a Bruselas pues, en buena parte, se financia con las ayudas europeas para superar la crisis provocada por la pandemia. «Es una gran oportunidad para Roma, aunque deberá aprovecharse. Ya hemos visto en el pasado otras oportunidades que se perdían», sostiene Mattia Diletti, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad La Sapienza de Roma. «Gualtieri, que fue ministro de Economía en el anterior Gobierno, tratará de vigilar personalmente cómo se gastan estos fondos. Es una persona con la competencia técnica para hacerlo, aunque deberá afrontar el conflicto con los grandes intereses de diverso tipo que hay en la ciudad y que, en muchas ocasiones, dificultan la toma de decisiones», advierte el docente universitario.
Esa es una realidad que conoce bien Marco Bettini, periodista y escritor que durante casi año y medio ocupó el cargo de jefe de la oficina de prensa de Ignazio Marino, antecesor de Raggi en la alcaldía de Roma. Conocido como el Marciano por su posición ajena a la política, Marino fue víctima de esos difíciles equilibrios entre los poderes más o menos ocultos que rigen la ciudad, hasta el punto de que fue defenestrado por el PD, el partido que lo había elegido como candidato.
«Gualtieri tendrá la oportunidad de gastar y puede que lo haga bien, pero la situación de Roma no se arregla solo con dinero. Hay un problema de mentalidad y otro estructural, porque aquí coinciden muchos poderes: el Gobierno, el Parlamento, las grandes empresas públicas, los partidos, el Vaticano, las embajadas... No importa cuál sea la figura o el partido del alcalde: quien rige esta ciudad tiene que aprender a convivir con este sistema de poder u optar por combatirlo, pero eso supone que van a tratar de eliminarte políticamente porque esos grupos reivindican sus privilegios con ferocidad», cuenta Bettini, autor de 'Roma Kaputt: revelaciones inéditas, escándalos y verdades escondidas de una ciudad al borde del precipicio'.
Otro de los puntos fuertes de Gualtieri es que, a diferencia de lo que les pasó a Marino y a Raggi, él cuenta con un partido radicado en el territorio y que le respalda. Tendrá que lograr, eso sí, que no se reabran las eternas luchas intestinas dentro del PD al tiempo que controla que el 'maná' de dinero que se espera en los próximos años no provoque un escándalo de corrupción como el de 'Mafia Capital'. Aquella red criminal, desmantelada en 2014, estaba infiltrada en el ayuntamiento para controlar la gestión de los contratos públicos.
«El declino de Roma no es irreversible. Si Gualtieri consigue resolver los problemas cotidianos y logra una ciudad más vivible, devolverá a los romanos el orgullo de habitar en una capital europea que funciona y que tiene una proyección que vaya más allá de su historia, respondiendo a sus exigencias de grandeza», dice Ajello. El profesor de la Sapienza considera que resulta todavía demasiado pronto para pensar en un «gran salto hacia el futuro» de la Ciudad Eterna. «Los romanos quieren vivir mejor empezando por cosas sencillas: que les recojan las basuras, llegue el autobús y arreglen los baches de la calle. Si Gualtieri consigue eso, tendrá éxito. Roma se ha degradado tanto en los últimos años que la ciudadanía pide poco. Es necesario alimentar los sueños, pero no veo a este alcalde generando fantasías».
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