La Policía toma posiciones alrededor de una barricada incendiada en el centro de Berlín. efe

Otro fin de semana de disturbios deja 93 policías heridos en Alemania

A los ya tradicionales incidentes por el Primero de mayo en Berlín se sumaron los altercados en otras movilizaciones de corte ultra y negacionista

maría molinos

Berlín

Domingo, 2 de mayo 2021, 21:28

El Primero de mayo se cerró en Berlín el sábado con una noche de disturbios. Según cifras internas provisionales de la Policía de esta ciudad-Estado, 354 personas fueron detenidas, en su mayor parte por actos vandálicos, y 93 agentes resultaron heridos, algunos ... de ellos con fracturas óseas. Los manifestantes también hablaron de «decenas» de heridos. Tras lo ocurrido, el alcalde de la capital, el socialdemócrata Michael Müller, cargó este domingo contra los violentos.

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La jornada de movilizaciones por el Día del Trabajador en Berlín había sido «relativamente tranquila», según la Policía, hasta media tarde. Una veintena de convocatorias, desde marchas ciclistas a concentraciones de profesores y sanitarios, habían transcurrido sin incidentes. Hasta una protesta de negacionistas de la pandemia críticos con las restricciones tuvo que ser disuelta antes de tiempo, pero sin altercados, porque la mayoría de sus 250 participantes no llevaba mascarilla ni guardaba la distancia de seguridad.

Pero la tradicional marcha revolucionaria de la tarde-noche del Primero de mayo volvió a recuperar su rostro más violento, tras unos años en los que los incidentes habían ido progresivamente desapareciendo. Pequeños grupos -en su mayoría de riguroso negro y encapuchados- decidieron torpedear la protesta que, centrada este año en los problemas sociales que está provocando el repunte de los precios de los alquileres, había convocado a unas 10.000 personas. La Policía constató problemas para hacer cumplir con las distancias de seguridad, pero reconoció que la inmensa mayoría llevaba mascarillas.

Los violentos levantaron barricadas, quemaron contenedores de basura, prendieron bengalas y lanzaron piedras y botellas a los agentes, que respondieron con gas lacrimógeno, cargas y múltiples arrestos. La manifestación se partió en dos y acabó antes de tiempo después de que el convocante la disolviese tras ser agredido por unos desconocidos. Los organizadores han denunciado también «decenas» de heridos entre los participantes. Los disturbios se prolongaron durante horas.

Müller, que defendió el derecho de manifestación pese al coronavirus, afirmó no tener «ninguna comprensión» con los violentos y criticó a quienes atacan a la Policía y ponen en peligro a «muchos manifestantes pacíficos». «La violencia, el odio y la ignorancia no tienen sitio en la sociedad, ni el Primero de mayo ni ningún otro día», añadió el alcalde.

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El responsable de Interior en Berlín, Andreas Geisel, condenó lo que consideró un «»abuso» del derecho de reunión en una situación especialmente delicada como es la pandemia, con las restricciones para evitar los contactos interpersonales. «No consentiremos que algunos autónomos violentos nos quieran quitar el Primero de mayo como día para manifestarse pacíficamente», señaló. La presidenta de la Policía regional, Barbara Slowik, habló de «violencia inaceptable».

Las fuerzas de seguridad de Berlín habían solicitado refuerzos a otros Estados federados para hacer frente al Primero de mayo y habían desplegado por las calles de la capital unos 5.600 agentes. Contaban con tener que hacer cumplir las restricciones por la pandemia en todos los actos convocados, pero también contener los posibles incidentes, habituales en años anteriores.

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Movilidad y hostelería

En esta ocasión, sin embargo, las protestas no fueron únicamente laborales, sino que diferentes grupos aprovecharon para realizar concentraciones de carácter político o de rechazo a las restricciones sanitarias, en una suerte de amalgama donde se mezclaban radicales de izquierda, ultraderechistas y negacionistas. Este tipo de manifestaciones se han prodigado en los últimos dos meses, en una demostración del hartazgo creciente de la población frente al «cierre duro» impuesto por el Gobierno de Angela Merkel para atajar la pandemia.

En Hamburgo y Leipzig, las fuerzas de seguridad debieron dispersar a los manifestantes con cañones de agua y en varias ciudades se repitieron las protestas que pedían terminar con las restricciones, permitir la movilidad y abrir la hostelería y los centros culturales.

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