maría molinos
Berlín
Jueves, 23 de julio 2020, 22:10
La Audiencia de Hamburgo condenó este jueves a dos años de libertad vigilada a un exguarda de un campo de exterminio nazi. El fallo considera a Bruno Dey, de 93 años, cómplice de los 5.232 asesinatos que se cometieron en Stutthof en el tiempo ... que estuvo allí destinado cuando tenía 17 años, en uno de los últimos juicios tardíos contra los crímenes del nacionalsocialismo.
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La sentencia considera a Dey era una «pieza en el engranaje mortal del aparato nazi», empleando los mismos argumentos que han servido para condenar en los últimos años a media docena de nonagenarios que trabajaron durante la II Guerra Mundial en los campos nazis, principalmente como guardas, pero también en puestos administrativos como el conocido como «contable de Auschwitz». En el de exterminio de Stutthof, en el norte de la Polonia ocupada, los historiadores estiman que fueron asesinadas unas 10.000 personas, en su mayoría judíos.
En la última vista antes de la sentencia, el pasado lunes, el acusado pidió perdón «a todas aquellas personas que pasaron por ese infierno», así como a sus familiares y descendientes. Argumentó, subrayando el eje de su defensa durante todo el proceso, que no se encontraba en Stutthof de forma voluntaria, sino que fue reclutado por las SS en los últimos compases de la continenda y destinado allí a la fuerza. Fue guarda entre agosto de 1944 y abril de 1945 (se marchó un mes antes de la liberación del campo), con tan sólo 17 años. De hecho se le ha juzgado con el código para menores. Mientras la defensa pedía su absolución, la fiscalía había solicitado tres años de cárcel.
Dey reconoció durante el juicio que era consciente del plan para el exterminio de los judíos, la llamada «solución final». También eran conscientes de lo que sucedía en las cámaras de gas del campo de exterminio los presos. Uno de los testigos que ha declarado en el proceso, el superviviente Marek Dunin-Wasowicz, también de 93 años, dio cuenta de las condiciones infrahumanas en las que vivían, las vejaciones y el maltrato, y dijo que eran conscientes de que eran progresivamente asesinados en masa.
Los juicios tardíos a los crímenes del nazismo arrancaron con el caso del exguarda del campo de Sobibor John Demjanjuk en 2011. Todos siguen la misma argumentación. Independientemente de su cargo y grado de responsabilidad e implicación, todos son cómplices de los asesinatos que cometió la maquinaria nacionalsocialista durante el período en el que estuvieron destinados en los campos de concentración. Porque no evitaron cooperar con el sistema criminal del Tercer Reich. Y los crímenes del nazismo no prescriben.
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Los procesos son complejos -y no exentos de controversia- por la edad de los acusados y los testigos. Algunos se han cerrado en falso por los problemas de salud de los encausados. Otros han asistido en camilla al proceso, no han pronunciado palabra y han cumplido su condena en un asilo.
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