Boris Johnson, primer ministro británico, se retira tras una rueda de prensa. AFP

Boris Johnson juega la carta irlandesa contra la Unión Europea

Las excusas ofrecidas para quebrar el Acuerdo de Retirada son falsas pero no se ha desvelado aún el propósito

IÑigo Gurruchaga

Londres

Viernes, 11 de septiembre 2020

Presidido por un periodista que fue despedido de 'The Times' por mentir a los lectores, por un político que fue despedido de la primera fila de la oposición por mentir al líder de su partido, el Gobierno de Boris Johnson ha contado esta semana mentiras ... a sus ciudadanos y a los dirigentes de la Unión Europea, en un desafío que solo es comprensible si quiere un 'brexit' sin acuerdo.

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Su proyecto de Ley del Mercado Interno prepara el terreno para el funcionamiento del comercio una vez que las normas de la UE dejen de ser aplicadas. Fue inspirado en parte por la Ley española de Garantía de la Unidad del Mercado Único y ya había irritado en su fase de Libro Blanco a los Gobiernos de Escocia y Gales por la centralización de poderes reguladores.

Pero su publicación ha llevado a la UE a exigir a Londres que retire el proyecto de ley antes del final de septiembre, por vulnerar el Acuerdo de Retirada firmado en octubre con la UE. El ministro Michael Gove, que se sienta en el Comité Conjunto que supervisa el desarrollo del Acuerdo, ha descartado que se retire la ley, cuya tramitación parlamentaria comienza el lunes.

En su presentación, el ministro de Irlanda del Norte, Brandon Lewis, adelantó que el proyecto «quiebra la ley internacional de una manera específica y limitada». El primer ministro explicó que es «una red legal necesaria para proteger a nuestro país de interpretaciones extremas e irracionales del protocolo». Sus portavoces dijeron que el Acuerdo de Retirada se firmó con prisa y se han descubierto problemas insuperables. Las tres afirmaciones son mentira.

Fintan O'Toole, autor del libro 'Un fracaso heroico', crónica del 'brexit', ha rescatado en 'The Irish Times' citas del ministro Gove y del gurú de Johnson, Dominic Cummings, en las que manifestaron indiferencia por los pactos con la UE porque podrían cambiarse. Cummings se mofaba del asesoramiento legal por funcionarios. La idea de una alteración unilateral de lo acordado con la UE es añeja en la mente de los dos principales colaboradores de Johnson.

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Exceso

Aún así, la búsqueda gratuita de bronca es llamativa. La ley reserva para el ministro Lewis y sus sucesores el poder de regular las ayudas estatales a empresas en Irlanda del Norte por encima de «cualquier otra legislación, convención o regla en cualquier tipo de ley doméstica o internacional, incluyendo órdenes, sentencias o decisiones del Tribunal Europeo o de cualquier otro tribunal y corte».

Semejante redacción no tranquiliza sobre la clarividencia de sus autores para elegir las empresas que merezcan subvención. Pero es que el proyecto de ley además da a cualquier ministro de la Corona el poder de modificar, o dejar de aplicar, cualquier trámite aduanero que impida el movimiento libre de bienes de Irlanda del Norte al resto de Reino Unido, cuando el Protocolo irlandés del Acuerdo de Retirada fija ese mismo objetivo compartido y nada ha ocurrido desde entonces.

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Hay exceso en el desafío de Johnson al mundo y a los suyos. Los unionistas norirlandeses calificaron en octubre el Acuerdo, que contempla controles y aranceles a determinados bienes en el tránsito entre Gran Bretaña e Irlanda, como una traición al estatus constitucional de la región. Su ministra principal, Arlene Foster, fue denunciada por los suyos tras declarar que no le queda otro remedio que colaborar con Londres para implementar ese acuerdo, un día antes de que Johnson lo pulverice.

Por su parte, el primer ministro de Irlanda, Micheál Martin, que ha salido de encuentros y conversaciones con Johnson optimista sobre la viabilidad de un tratado comercial, ha de pensar ahora si lo que busca en realidad el líder británico es una ruptura con la UE y que sean Martin y el Consejo Europeo quienes se vean forzados a crear controles fronterizos entre las dos Irlandas.

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La firma de un tratado comercial con Japón ha sellado con éxito una semana en la que Johnson ha desestabilizado las relaciones con la UE y la política doméstica. Ha logrado que la presidenta del Congreso de Estados Unidos, Nanci Pelosi, y otros políticos le digan que se vaya olvidando del más importante acuerdo comercial para Londres. Y ha causado perplejidad sobre su propósito y su estrategia para el 'brexit'.

Londres conocía los límites a las subvenciones antes de firmar el Acuerdo

El Gobierno de Boris Johnson sabía antes de firmar el Acuerdo de Retirada de la Unión Europea, el 24 de enero, el efecto que tendría el Protocolo sobre Irlanda del Norte, limitando la libertad de Reino Unido para subvencionar a sus empresas, según revela el 'Financial Times', que ha obtenido un documento confidencial elaborado por funcionarios.

El conocimiento de Johnson podría ser anterior, porque en el documento se dice que altos funcionarios que participaban en la negociación del Acuerdo- alcanzado en octubre de 2019- recibieron instrucciones ministeriales para evitar que las limitaciones a la ayuda estatal repercutiesen en empresas con sede en Gran Bretaña pero que comercian en Irlanda del Norte.

Según la última entrega de las estadísticas oficiales, de 2018, el 63% de las compras de compañías en Irlanda del Norte a proveedores en Gran Bretaña es de supermercados y tiendas, a los que no afectaría el protocolo porque sus ventas son en territorio aduanero británico. Otros bienes y servicios procedentes de Gran Bretaña podrían ser exportados sin controles, aranceles o tasas a Irlanda y a otros países de la Unión Europea, porque Irlanda del Norte permanecerá también en territorio aduanero comunitario.

Esas mercancías que el Protocolo define como 'en riesgo' de entrar ilícitamente en el mercado comunitario serían, en una pequeña parte, productos de empresas subvencionadas. Incluiría productos de empresas británicas que provean a clientes de Irlanda del Norte, sean acabados o componentes. La región exporta unos 7.500 millones a Irlanda (un tercio es agroalimentario) y al resto de la UE (la mitad, maquinaria y otras manufacturas).

Los nuevos datos sugieren que el Gobierno ha esperado a la fase final para provocar una crisis en la negociación del tratado comercial con la UE con el afán de cambiar el Protocolo irlandés del Acuerdo, ya ratificado como tratado internacional. Johnson mantuvo en la noche del viernes una reunión con diputados de su grupo parlamentario y les pidió que apoyen el proyecto de ley que anula de modo unilateral el Protocolo, porque es «necesario para evitar que un poder extranjero rompa nuestro país».

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