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Salvador Arroyo
Corresponsal en Bruselas
Lunes, 19 de octubre 2020, 11:34
Una media de 7.876 infecciones (superada en los últimos jornadas con cifras de alrededor de diez mil), más de 252 ingresos hospitalarios al día y un 15% de test con resultado positivo han llevado a Bélgica a dar un nuevo giro de tuerca a ... las medidas para intentar contener la propagación del coronavirus. La situación es alarmante. El propio ministro de Sanidad y Servicios Sociales, Frank Vandenbroucke, reconocía en la cadena RTL este fin de semana que «somos la región más afectada de toda Europa. Estamos muy cerca de un tsunami. Hoy, podemos todavía controlar lo que está pasando, pero con enormes dificultades y estrés». Y es la propagación en las regiones de Valonia y Bruselas, añadió, «la más peligrosa» del continente.
Así que Vandenbroucke calificó las medidas que estrena este lunes el país como «las mínimas» que se pueden adoptar para intentar frenar la velocidad de expansión del patógeno. Ya no abren ni bares ni cafeterías ni restaurantes en todo el país. Y seguirán con la persiana bajada durante un mes, aunque con revisión transcurridas las dos primeras semanas. Desde el sector ya se ha recurrido a la justicia para conseguir la cancelación completa de estas restricciones. «Podemos seguir trabajando cumpliendo con las normas sanitarias porque se han estado respetando y las cifras demuestran que la mayor tasa de contaminación no se da en el sector de la hostelería», argumentan.
Mercados y ferias de dimensiones reducidas permanecen abiertos, pero el consumo de alimentos y bebidas está prohibido en ellos. Tampoco se permite la realización de mercadillos (incluidos los navideños). La venta de alcohol está prohibida a partir de las ocho de la tarde y las tiendas nocturnas deberán cerrar a las 22.00.
Bélgica comienza a aplicar también un toque de queda. Entre la medianoche y las 5 de la madrugada se sancionará a cualquier ciudadano que se encuentre en la calle a no ser que se justifique el desplazamiento como esencial por razones médicas de urgencia o, por ejemplo, el viaje desde casa al puesto de trabajo. El teletrabajo se convierte además en prioritario.
Y se impone una nueva regla para limitar los contactos sociales de ámbito privado. Aunque difícil de controlar, se emplaza a los belgas a que su contacto cercano (con el que permanecer sin mascarilla) sea único y conveniente a ser posible. Mientras que los encuentros en los domicilios pueden realizarse con un máximo de cuatro personas manteniendo la distancia y sin retirarse la mascarilla durante la visita y siendo siempre las mismas. Un número, el de cuatro, que también se impone como tope para encuentros puntuales en la vía pública.
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