Austria elige al ministro del Interior como nuevo canciller

Este anuncio cierra la crisis causada por la decisión de Kurz de dejar la política tras una carrera meteórica, frustrada por una acusación de corrupción. Kurz renunció a su puesto como canciller el pasado mes de octubre por la apertura de la investigación, pero se mantuvo al mando del partido hasta hace dos días.

Alexander Schallenberg asumió de forma interina la cancillería y dimitió el jueves, al hacerse pública la retirada de Kurz, para permitir que los cargos de canciller del país y jefe del partido vuelvan a estar en una sola persona. Shallenberg vuelve a su antiguo puesto de ministro de Relaciones Exteriores. También dimitió el jueves el ministro de Finanzas, Gernot Blumel. Magnus Brunner, hasta ahora secretario de Estado en el Ministerio de Energía, asumirá la principal cartera económica.

Kurz dijo en su despedida que quería iniciar «un nuevo capítulo», y afirmó que estaba «agotado» por las recientes acusaciones. En octubre, varias sedes, incluyendo la Cancillería y el Ministerio de Finanzas, fueron allanadas en el marco de una investigación por acusaciones de malversación de fondos entre 2016 y 2018. Según la acusación, entre estos años se publicaron artículos elogiosos y sondeos favorables a Kurz a cambio de la compra de un espacio publicitario por parte del ministerio de Finanzas, en aquel momento en manos de los conservadores.

Nehammer, nacido en Viena en 1972, casado y con dos hijos, inició su carrera en el Ejército, donde llegó al grado de teniente, para luego convertirse en un rostro televisivo, dar un viraje hacia la comunicación política y después ser elegido diputado en 2017. En enero de 2020 fue nombrado ministro.

Los expertos lo consideran como un dirigente «leal» a su formación, pero a pesar de haber sido ministro del Gobierno no es cercano a Kurz. Nehammer es intransigente en temas como el derecho de asilo y ha sido criticado duramente por ONG por haber expulsado a niños en plena noche y haber querido enviar a ciudadanos afganos a Kabul en un momento en que los talibanes estaban a punto de tomar el poder.

La cascada de relevos en la primera línea política austríaca coincide con una nueva ola de casos de coronavirus que ha llevado a las autoridades a decretar de nuevo el confinamiento domiciliario, así como a restringir especialmente el margen de maniobra de las personas no vacunadas.