juan carlos barrena
Corresponsal en Berlín
Viernes, 5 de noviembre 2021, 11:31
Los ministros de Sanidad de Alemania y sus 16 estados federados acordaron hoy ofrecer la vacuna de refresco, el llamado «booster», a todos los ciudadanos del país seis meses después de haber recibido la última ante el creciente número de nuevas infecciones por coronavirus. La ... conferencia ministerial cedió a las presiones del titular federal de Sanidad, Jens Spahn, pese a que la Comisión Permanente de Vacunación recomienda hasta ahora vacunar por tercera vez solo a los mayores de 70 años o personas de riesgo por su profesión o cuadro clínico. Además de los médicos de cabecera y las unidades móviles responsables actualmente de inmunizar a los interesados, acordaron también reactivar los grandes centros de vacunación, que habían sido clausurados en su mayoría el pasado septiembre ante la remisión entonces de la pandemia.
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«La situación es en parte dramática, preocupante y cualquier cosa menos alarmante», dijo el ministro de Sanidad de Baviera, Klaus Holetschek, presidente de la reunión, quien añadió que «desde mi punto de vista nos encontramos en plena situación de emergencia». Holetschek se mostró partidario de no finalizar la alarma nacional epidémica como Spahn ha propuesto ahora al finalizar este mes de noviembre. Los ministros acordaron reactivar también la orden de realizar test permanentes en residencias de ancianos. El ministro federal de Sanidad reconoció que «la decisiva importancia de las vacunas de refresco» se ha hecho patente en las últimas semanas. Alemania solo aplica actualmente vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna. Por su parte el epidemiólogo Uwe Janssens advirtió en la misma rueda de prensa de que, debido a la falta de personal, muchas unidades de cuidados intensivos están llegando al límite de sus capacidades. Más del 90% de los pacientes que ingresan en las mismas por una infección de coronavirus no se habían vacunado hasta ahora.
Lo cierto es que la cuarta ola del coronavirus está batiendo récords en Alemania, donde se ceba en quienes no han querido vacunarse hasta ahora. El Instituto Robert Koch (RKI), responsable de coordinar la lucha contra la enfermedad, anunció hoy el registro de 37.120 nuevas infecciones en las últimas 24 horas, la cifra más alta absoluta desde el comienzo de la pandemia. La incidencia se eleva ya a 169,9 contagios por cada 100.000 habitantes en una semana y supera el máximo de 169,3 que se anotó el pasado 26 de abril durante la tercera ola la pasada primavera. Este jueves ya se había registrado un nuevo récord de infecciones con 33.949 casos, aunque no está claro si la festividad del día de Todos los Santos podía haber falseado los datos al recabarse algunos con retraso. El fuerte aumento de los contagios de los últimos días y semanas en Alemania calienta, entre tanto, el debate sobre la posible obligatoriedad de vacunarse para determinadas profesiones, como el personal sanitario y los empleados del sector de atención a ancianos.
El presidente de la Asamblea Federal de Distritos Alemanes, Reinhard Sager, calificó de «ineludible» la vacunación forzosa del personal de determinados sectores profesionales, sobre todo en la atención de ancianos por el peligro que representan para los más mayores. Una exigencia que rechaza Bernd Meurer, presidente de la Confederación de Servicios Sociales Privados, en el que integran las residencias de ancianos no públicas, por considerar que no existe una base legal para llevar a cabo esa medida. Christel Bienstein, jefa de la Federación de Profesionales de la Atención Sanitaria, rechaza igualmente esa opción ya que se desconoce cuántos empleados del sector no se han vacunado aún ni la relación entre las cuotas de inmunización y la cualificación de los interesados. El gobierno federal, por su parte, ha rechazado hasta ahora tajantemente la posibilidad de introducir la vacunación forzosa, aunque solo sea para determinadas profesiones, porque atentaría contra los derechos constitucionales de los ciudadanos.
Entre tanto, el epidemiólogo Markus Scholz, profesor de la Universidad de Leipzig, ha llamado a acelerar al máximo la aplicación de la tercera vacuna de refresco a las personas mayores de 70 años, pero también al resto de los vacunados. La protección contra el virus remite apreciablemente seis meses después de inocular la segunda vacuna. «No comprendo cómo vamos con tanto retraso», dijo el experto, que atribuye la explosión de infecciones en regiones como Turingia, Sajonia y Baviera a las bajas tasas de vacunación. Poco más de las dos terceras partes de los ciudadanos de Alemania se encuentran inmunizados con la pauta completa de dos vacunas y en las citadas regiones las tasas de vacunación son apreciablemente más bajas, en todo caso muy inferiores a las necesarias para alcanzar la llamada inmunidad de rebaño. El virólogo Hendrik Streeck advirtió de que habrá que estar muy alerta este otoño e invierno, ya que «entre los vacunados se tiene la impresión de que la pandemia se ha terminado», pero no se dan cuenta de que pueden contagiarse y transmitir el virus, aunque la enfermedad prácticamente no les afecte.
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