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La ministra de Defensa alemana, Annegret Kramp-Karrenbauer, durante el anuncio de las medidas adoptadas en el seno de las fuerzas especiales. Reuters
Alemania admite la infiltración de la ultraderecha en su Ejército

Alemania admite la infiltración de la ultraderecha en su Ejército

Defensa disuelve una de sus dos compañías de las fuerzas especiales tras detectar un foco de «extremismo»

María Molinos

Berlín

Miércoles, 1 de julio 2020, 19:21

El Gobierno alemán ha reconocido, tras un análisis a fondo de dos meses, ciertos elementos de «radicalización y extremismo» de extrema derecha dentro del Ejército, aunque descarta que se trate de un problema estructural. Por eso ha decidido dar el paso de disolver ... una de las dos compañías de las Fuerzas Especiales (KSK), foco principal de estas tendencias, y poner en marcha una reforma en profundidad de la otra, un proceso que, de no culminarse con éxito, podría llevar al desmantelamiento completo de esta unidad de élite.

La ministra alemana de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer, señaló el martes que «en su gran mayoría» la Bundeswehr -ejército de tierra- es un «ejército fiel a la Constitución». No obstante, advirtió de que en las Fuerzas Armadas pueden prosperar «culturas» que favorezcan la radicalización. «Hay que analizar si hay ciertas estructuras, ciertas culturas dentro del KSK que fomenten la radicalización y el extremismo», afirmó. Si esto se permite, agregó, hay un «gran riesgo» de que la infiltración de la ultraderecha dentro del Ejército pueda derivar en un «problema estructural».

Las palabras de Kramp-Karrenbauer se produjeron un día después del anuncio de su decisión de disolver unas de las compañías de la KSK por ser un foco de radicalización de extrema derecha. En una comparecencia ante la Comisión de Defensa del Bundestag (cámara baja alemana), Kramp-Karrenbauer avanzó un «plan de choque» para combatir el extremismo entre los militares del país. Esta iniciativa incluye, además la «reforma drástica» de la compañía que quedará en activo de la unidad de élite, que está previsto que se complete a lo largo de este año. Esta transformación será seguida de cerca por el Ministerio de Defensa, que ha esgrimido la opción, si no le convence la profundidad de la reforma, de disolver esta segunda compañía y reconstituir totalmente la KSK. «Las y los soldados saben que si quieren mantener la KSK la deben mejorar», aseguró Kramp-Karrenbauer.

El plan de choque es el producto de un grupo de trabajo constituido en mayo para realizar un «análisis estructural» de la KSK a raíz de la detención de uno de sus miembros, que ocultaba explosivos, armas y municiones -en parte sustraídos al ejército- en el jardín de su casa. El arrestado reunía asimismo parafernalia nacionalsocialista.

Según el informe elaborado por el grupo de trabajo, dentro de la KSK se había generado un «liderazgo tóxico, tendencias extremistas y un manejo laxo de material y municiones», explicó Kramp-Karrenbauer en una carta abierta a todos los soldados. Esto fue posible, añadió la ministra, a una «percepción elitista» de sí misma «poco sana», que había favorecido que la KSK se fuera deslindando de la disciplina debida dentro del cuerpo y actuado, «al menos parcialmente, de forma independiente». El Inspector general de la Bundeswehr, Eberhard Zorn, aseguró por su parte que las 85.000 balas y los 62 kilos de explosivos que han desaparecido de la KSK tienen un importante «potencial de riesgo». Son una cantidad suficiente para perpetrar un atentado, apostilló.

El comandante de la KSK, el general Markus Kreitmayr, se comprometió el pasado mayo, en una carta abierta a la unidad de élite, a implementar una estrategia de «tolerancia cero» con la ideología ultraderechista y avanzaba que este cuerpo se enfrentaba «a la fase más difícil de su historia».

La KSK, que contaba hasta ahorra con unos 1.400 efectivos, se ha visto salpicada en los últimos años por varios escándalos con la extrema derecha como denominador común. Algunos de sus miembros han sido incluso acusados de integrar una célula de ideología ultraderechista. Uno de ellos, conocido por alias de «Hannibal», estaba a la cabeza de una red descubierta en 2017 e integrada en gran parte por militares y policías, que acumulaban municiones y armamento supuestamente para prepararse de cara a una potencial guerra civil. Medios alemanes han apuntado que alguno de estos grupos estaban planeando ataques contra cargos políticos y personajes públicas.

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