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Imagen aérea del puente Irpin, en Kiev.

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Imagen aérea del puente Irpin, en Kiev. reuters

Ucrania vuela el principal puente de entrada a Kiev para frenar el avance ruso

Esta es la vía directa que tiene el kilométrico convoy ruso que viene desde Bielorrusia para asaltar la capital

mikel ayestaran

Enviado especial a Kiev

Miércoles, 2 de marzo 2022, 18:50

Puesto de control, barricada, puesto de control, barricada, puesto de control… salir de Kiev rumbo al frente supone superar una serie interminable de filtros que la defensa ucraniana ha ido levantando en los últimos días para intentar asegurar la capital. Esta es la vía directa ... que tiene el kilométrico convoy ruso que viene desde Bielorrusia para asaltar Kiev, pero el camino es cada vez más complicado porque, además de las medidas de defensa, el ejército ha volado el puente de la pequeña localidad de Romanov, paso clave para acceder a la capital. La oposición armada unida a los «problemas de suministros y combustible», según el Ejército ucraniano, serían los motivos que han dilatado la llegada del enemigo a Kiev.

LA CLAVE:

  • Incredulidad. «Atacan casas de civiles, no respetan nada. ¿Por qué vienen a Ucrania?», se pregunta la población

Situado a 15 kilómetros de la capital, «decidimos volarlo para dificultar el paso del enemigo, vuela una voladura controlada y de esta manera cerramos la vía principal de acceso desde el norte», explica Alexander, uno de los oficiales del Ejército responsable de la protección de este lugar tan sensible. Un grupo de soldados prepara sus pertrechos para dirigirse al frente. El moderno puente es ahora un amasijo de hierros y cascotes de cemento. En su lugar, una tubería con una barandilla con los colores amarillo y azul de la enseña nacional sirve como única forma de paso y hay que hacer equilibrio, para cruzar el río sin caerse. «¡Fucking Russians!», grita uno de los jóvenes uniformados antes de bajar hasta el cauce y comenzar a cruzar por el estrecho tubo. Hay una furgoneta clavada boca abajo en mitad del río Irpin, el afluente del Dnipro que ahora será mucho más complicado de cruzar para los rusos.

Artillería ucraniana

La artillería retumba y cada detonación provoca un susto que te hace automáticamente bajar la cabeza. Los soldados se ríen, ellos ya están acostumbrados y, sobre todo, no se inmutan porque «somos nosotros, este es el sonido de nuestra artillería enviando «regalos» a los rusos». Cuando se les pregunta la distancia a la que está el enemigo, responden con evasivas. No quieren dar esa información, pero los preparativos y las detonaciones en este punto invitan a pensar en una distancia no muy larga, no más de 30 kilómetros, según los vecinos que van pasando por el nuevo paso improvisado.

Una vez que han cruzado los soldados, prosigue el goteo constante de civiles. Algunos como Nadia, atraviesan el río para hacer la compra en el supermercado que está en la otra orilla y luego vuelven a casa. Antes podían hacerlo cómodamente en coche, ahora hay que ser equilibrista y es mejor tener ayuda, sobre todo si se va con carga, para tener éxito. «Atacan casas de civiles, no respetan nada, ¿por qué vienen a Ucrania? ¡Que se vayan a Rusia de vuelta!», pide a gritos Nadia, que debido a su avanzada edad tiene serios problemas para cruzar. Los militares están en la parte superior, abajo, en el cauce del río, quienes se encargan de ayudar a quienes cruzan son voluntarios de las unidades de Defensa Territorial, omnipresentes en todo el país desde que estalló el conflicto.

Sin gasolina

«Están cerca, muy cerca y además usan aviones, es increíble que esto suceda en plena siglo XXI», asegura Nikolai, que viene desde Irpin, localidad a 47 kilómetros de la capital que es uno de los últimos lugares castigados por los rusos. Nikolai lleva su bicicleta y, tras superar el trance de la tubería puente como si fuera una prueba de ciclo-cross con la bici al hombro, retoma su rumbo a Kiev pedaleando. En la capital las gasolineras están cerradas, no queda combustible y se ha cortado el suministro, escasean los coches, ha desaparecido el transporte público y ahora es una furgoneta de la Policía la que acude de vez en cuando hasta este puente a recoger a civiles que escapan de la zona y buscan llegar a la capital.

A las explosiones, la imagen apocalíptica del elegante puente de cuatro carriles reventado y lo caudaloso del río, hay que sumar la nieve. Algunas familias llevan maletas y se van de esta zona del país con presencia rusa para una temporada. Los que se van y los que se quedan comparten un mismo saludo cada vez que se cruzan con un soldado. Levantan el puño derecho y gritan, con orgullo: Slava Ukraini (Gloria a Ucrania).

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