iñigo gurruchaga
Corresponsal. Londres
Jueves, 6 de agosto 2020, 21:01
El ministro de Exteriores de Japón, Toshimitsu Motegi, está en Londres con intención de finalizar el nuevo tratado comercial con Reino Unido, que se basa en el pactado con la Unión Europea en 2018. La negociación con Turquía avanza también a buen ritmo y ... las de los tratados con Australia y Nueva Zelanda son un gozoso reencuentro familiar para la nueva diplomacia comercial británica.
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Tras el entendimiento con Tokio, Canberra y Auckland, Reino Unido quiere ser el primer país europeo que se une al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico, que incluye a los tres citados, a Canadá, Chile, México, Singapur o Malasia, entre otros. Pero las campanas de Nochevieja no darán paso a la nueva era soñada por 'brexiters' y jaleada por Donald Trump. La inevitable pérdida de comercio con la UE no será compensada con la eliminación simultánea de barreras con Estados Unidos.
«Es casi imposible, salvo que los miembros decidan que quieren hacer algo extraordinario para que llegue al Congreso antes», respondió el Representante para el Comercio del Gobierno de Estados Unidos, Robert Lightizer, cuando fue preguntado, al final de junio, por miembros de un comité de la Cámara de Representantes, sobre la posibilidad de que el acuerdo con Reino Unido sea firmado antes de fin de año.
Lightizer, que ejerció la abogacía como especialista en comercio internacional y trabajó para Ronald Reagan antes de ser el negociador de Trump, aseguró que no puede ser flexible en uno de los impedimentos del acuerdo, que le atan las leyes del Congreso, que permiten la alimentación de ganado con hormonas, la desintoxicación de pollos con cloro o el cultivo de semillas transgénicas, prohibidos en parte o en su totalidad en la UE.
Según él, Europa «es uno de los mejores lugares para imaginar cómo introducir proteccionismo pretendiendo que son estándares». Podría ser una pose negociadora, pero tiene sentido como promesa firme en nombre de un presidente que no querrá enfadar también a sus granjeros en la carrera electoral hasta noviembre. «O tenemos acceso justo para nuestra agricultura o no habrá acuerdo», sentenció Lightizer.
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Los granjeros británicos se amarran sin embargo a los estándares actuales en la producción de alimentos, aunque solo fuese por el temor que les provocan los varios tratados. También los consumidores, según las encuestas, y los editorialistas en los medios quieren preservar las normas, las de la UE. Demandan intransigencia a Liz Truss, ministra responsable de negociar los tratados. Es su quinta cartera ministerial desde 2014.
Un peligro adicional para Johnson y Truss, que ha estado esta semana en Washington negociando en la tercera ronda de encuentros, es que un grupo sustancial de diputados conservadores ya mostró en mayo, en la votación de una enmienda al proyecto de ley que define el nuevo marco del sector agropecuario, que está dispuesto a rebelarse contra el debilitamiento de las normas de sanidad alimentaria.
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La City de Londres cree que un tratado entre Estados Unidos y Reino Unido podría crear un modelo de liberación de los servicios, que es el punto débil de los tratados de libre comercio cuando el sector terciario tiene creciente peso en la economía mundial. Pero el contrapeso a esa ilusión es el temor a peores alimentos y a que Washington exija también que sus aseguradoras privadas desmantelen el Servicio Nacional de Salud(NHS).
Los medios asocian al Kremlin con la obtención y publicación en internet de correos de Liam Fox- predecesor de Truss y candidato a la presidencia de la Organización Comercial de Comercio-, en los que se lee que los americanos incluyen al NHS en el paquete de la negociación. Lightizer dijo a los congresistas que hay dos obstáculos en la negociación del tratado con Reino Unido, aunque tras explayarse sobre agricultura no mencionó el segundo.
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Es también casi imposible que Bruselas y Londres puedan acordar y poner en marcha antes del fin de año algo más que mantener el comercio de bienes sin aranceles ni cuotas, con algunas reglas para equivalencia de subsidios o estándares medioambientales, y un ente de arbitraje. La negociación paralela que culminaría con campanas era una ilusión o un subterfugio politiquero. Emergen ahora un 'brexit' infinito de sucesivas negociaciones y un pulso difícil y de futuro incierto con Estados Unidos.
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