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Corresponsal. Nueva York
Viernes, 10 de enero 2020, 22:30
Sin consultar con la ONU, ni la OTAN, ni la UE, a los que habría tenido que presentar las pruebas del «ataque inminente» que justificarían el asesinato del general iraní Qasem Suleimani, el Gobierno de Donald Trump anunció este viernes una nueva ronda de sanciones ... a Irán en respuesta al ataque con el que este país vengaba la muerte de su mártir.
Irán devolvió el golpe el martes sin cobrarse ninguna vida al lanzar una veintena de misiles sobre dos bases estadounidenses en Irak, que habían sido previamente alertadas. Eso ha permitido a Trump celebrarlo como una victoria y responder con sanciones económicas en lugar de embarcarse en una guerra abierta. Los ocho individuos sancionados son miembros de las fuerzas armadas iraníes y el equipo de seguridad nacional que, según Washington, estuvieron directamente involucrados en los ataques del martes. «Estamos apuntando directamente al corazón del aparato de seguridad», presumió el secretario de Estado Mike Pompeo.
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A eso se suman sanciones de amplio rango contra los sectores de la construcción, textil y minero, que se añaden a las que ya estaban en marcha en el sector energético, bancario y de transporte. Más de mil altos mandos iraníes han sido específicamente sancionados desde que en 2018 Trump rescindió unilateralmente los acuerdos alcanzados por el Gobierno de Obama, la Unión Europea, China, Rusia, Francia, Alemania y Reino Unido, para comenzar lo que el asesor de Seguridad Nacional John Bolton bautizó como «campaña de máxima presión». El resultado ha sido una contracción de la economía iraní del 10% sólo el año pasado. «El país está en más aprietos de lo que haya visto nunca», dijo este viernes Pompeo.
El Gobierno iraní no tiene prisa en clamar victoria. La guerra no se gana matando, según la filosofía persa, sino acabando con las aspiraciones del enemigo. Eso supondría lograr la salida de EE UU de Irak, que el Ejecutivo de Trump ha propiciado al violar la confianza de ese país asesinando con un dron al alto general iraní en el aeropuerto de Bagdad, donde fueron a recibirle mandos militares iraquíes que también fallecieron en el ataque. Como resultado, la mayoría chií del Parlamento iraquí votó el domingo unánimemente expulsar a las tropas extranjeras.
El primer ministro iraquí, Adil Abdul Mahdi, llamó el jueves a Pompeo para pedirle el calendario de retirada, que este no piensa proporcionar. El jefe de la diplomacia estadounidense dice estar dispuesto a renegociar la alianza estratégica entre ambos países, pero no la salida de las tropas, que considera «agentes del bien».
En menos de una semana, el asesinato de Suleimani, que Trump no consultó con el Congreso, ha acabado con los esfuerzos de tres presidentes a lo largo de casi dos décadas. Para los legisladores que el jueves votaron limitar sus facultades para lanzar nuevos ataques contra Irán, el mandatario ha pisoteado la sangre de los 4.500 soldados americanos que han perecido en el intento y un millón de vidas iraquíes, amén de miles de millones de dólares y vidas mutiladas «en el cuerpo y en el alma», lamentó el senador Bernie Sanders, que lidera ahora ese esfuerzo en la Cámara Alta.
La sombra de la invasión de 2003 bajo el falso pretexto de armas de destrucción masiva planea estos días sobre el Congreso. El Gobierno de Trump no ha sabido explicar ni en las reuniones de Inteligencia a puerta cerrada cuál era la «amenaza inminente» que justificaba el asesinato de Suleimani. Sin embargo, el presidente dijo el jueves a sus seguidores en un mitin que tenía «información específica» de que iba a cometerse un ataque sobre la Embajada de EE UU en Bagdad.
La pregunta que enfrentaba este viernes Pompeo era por qué no se dio esa explicación el miércoles a los legisladores. Ni corto ni perezoso, el secretario de Estado aseguró que se les había contado, algo que estos niegan tajantemente. Una prueba más, afirmó Sanders, de que el Gobierno ni siquiera preparó la coartada e improvisa las excusas «por el camino».
SALVADOR ARROYO
La receta de la UE para aplacar las tensiones en Oriente Próximo continúa siendo el discurso conciliador. El consejo extraordinario de ministros de Exteriores que se celebró este viernes en Bruselas reforzó de hecho ese tono 'blanco' que (entienden aquí) debería contribuir a desescalar el conflicto entre Estados Unidos e Irán y evitar que la situación se deteriore hasta lo irreversible. Así que Europa marca distancias con Washington a golpe de moderación.
El resultado de las cuatro horas del debate en el que se abordó la inestabilidad en la región, lo demuestra. Fue un encargo para Josep Borrell: «seguir desplegando todos los esfuerzos diplomáticos con todas las partes implicadas para mantener el diálogo y conseguir soluciones políticas», asumía el Alto Representante de Política Exterior de la Unión Europea en la comparecencia que siguió a ese encuentro con los ministros de los Veintiocho, al que también asistió el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
Y precisamente para ello conviene no forzar más la máquina contra Teherán. De hecho, en la mesa ni siquiera se consideró la posibilidad de activar el procedimiento para la solución de disputas que contempla el propio acuerdo internacional sobre el programa nuclear de 2015; el interruptor que encendería nuevas sanciones contra el régimen iraní por parte de la ONU.
«No se ha discutido»
Se pasó, literalmente, de largo sobre el asunto pese a que la república islámica haya anunciado su intención de intensificar su enriquecimiento de uranio. «No hemos discutido si debería activarse o no», aseguró Borrell, que remarcó la necesidad de que ese pacto prevalezca pese a la retirada de Estados Unidos. «Sin ese plan, Irán sería hoy una potencia nuclear. Hay que salvaguardarlo porque redundará en nuestro beneficio y es fundamental en la estructura global de lucha contra la proliferación nuclear».
Así que el jefe de la diplomacia europea volvió a realizar un llamamiento al presidente Hasan Rohaní «para que cumpla plenamente y de manera inmediata con él» y a facilitar el seguimiento y verificación del mismo a la agencia internacional de la energía atómica. «Estamos dispuestos a mantener este acuerdo, pero para eso necesitamos que Irán cumpla con sus compromisos».
Borrell mantendrá asimismo la línea abierta con el secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo, el Ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, y el Primer Ministro de Irak, Adil Abd Al-Mahdi. País este último al que se seguirá apoyando en la reconstrucción «desde el punto de vista económico, formativo y de seguridad». Porque de lo que se trata, se remarcó, es de «evitar que la espiral de violencia conduzca a una situación peligrosa para todos nosotros».
El Alto Representante de Política Exterior de la UE declinó valorar las causas del accidente del avión ucraniano en Teherán. Pese a que la OTAN, Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Holanda, entre otros, hayan señalado como causa del derribo a un misil iraní, el también vicepresidente de la Comisión Europea apostó por «dejar a los expertos que hagan su trabajo».
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