rafael m. mañueco
Corresponsal. Moscú
Lunes, 12 de noviembre 2018, 00:34
Las autoridades de las repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk, situadas ambas en la parte este de Ucrania, recurrieron ayer a todo tipo de artimañas para atraer a electores a las urnas. Y eso que sus normas no establecen un índice ... de participación mínimo para dar por válidos unos comicios en los que se han elegido a los líderes de estas dos formaciones territoriales y a los diputados de sus respectivas asambleas legislativas. Para animar a la población a acudir a los colegios electorales, en Donetsk cada votante recibió un boleto de lotería con entradas para el teatro o conciertos como premio. En la vecina Lugansk, los electores participaron en degustaciones gastronómicas y los más madrugadores recibieron recargas para los operadores de telefonía móvil. La participación poco antes del cierre de los colegios superaba el 60%, según las agencias rusas.
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Kiev ha condenado una vez más la convocatoria, advierte que no reconocerá los resultados que arroje y pide sanciones contra Rusia. Acusa al Kremlin de dar apoyo constantemente a los secesionistas y dinero para organizar unas votaciones que considera «ilegítimas» y contrarias a lo que estipulan los acuerdos de paz de Minsk, firmados el 12 de febrero de 2015.
El hombre que según todos los indicios se convertirá en el «presidente» de la autoproclamada República Popular de Donetsk (DNR), se llama Denís Pushilin y tiene 37 años. Su partido obtendrá probablemente el mayor número de escaños en el Consejo Popular. Para el cargo se han presentado otros cuatro candidatos de puro relleno. En Lugansk, el nuevo jefe se llama Leonid Pásechnik, de 48 años, y ha tenido tres adversarios para que nadie les pueda acusar de falta de democracia. A las críticas por violar los acuerdos de Minsk con unas elecciones «ficticias», expresadas por la OSCE, EEUU y la UE, ayer se unieron las de la OTAN, que también dio su apoyo a la «soberanía e integridad territorial de Ucrania».
Lo firmado en Minsk contempla la devolución a Ucrania del control de la frontera con Rusia, en los tramos que corresponden a Donetsk y Lugansk, y la celebración en ambos territorios de elecciones realmente libres y democráticas con arreglo a la legislación ucraniana. A cambio, Kiev debe conceder a los dos enclaves un sistema de autogobierno. La desconfianza mutua mantiene el proceso en punto muerto.
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