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Joana Serra
Berlín
Lunes, 14 de febrero 2022, 19:42
Esperamos pasos claros hacia una desescalada», fue la frase más destacada del canciller alemán, Olaf Scholz, desde Kiev y camino a Moscú, donde este martes se reunirá con Vladímir Putin. No suspendió el que es su primer viaje como canciller a Rusia, pese a que ... el fin de semana pasado el semanario 'Der Spiegel' afirmara que mañana es el 'día D' para el inicio de una ofensiva. Es decir, un día después del encuentro con el líder del Kremlin.
El canciller necesita regresar con algún triunfo. Han pasado algo más de dos meses desde que accedió al poder de la primera potencia europea y se le achaca tibieza frente a Rusia. La reaparición pública el domingo de su predecesora, Angela Merkel, en la ceremonia de la Asamblea Federal para la reelección del presidente, Frank-Walter Steinmeier, desató los comentarios acerca de lo que habría sido esta crisis con la exlíder conservadora en ejercicio.
Merkel compartió sus dieciséis años en el poder con Putin. Ambos hablan el idioma del otro –la política alemana, crecida en la Alemania comunista, porque aprendió ruso en la escuela; el líder del Kremlin, porque lo hizo en sus tiempos de espía de la KGB en Dresde–. Sus relaciones pasaron momentos de gran tensión, pero nunca se rompieron.
A Scholz se le atribuye tibieza ante Rusia, en parte relacionada con el papel del anterior canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder, en el gasoducto Nord-Stream I y II. El primero se fraguó durante su alianza política y de intereses con Putin, aún en el poder. El segundo, que aún no entró en funcionamiento, está condicionado al discurrir de la actual crisis, pero tiene en Schröder el mejor aliado.
Si se viola la integridad territorial de Ucrania no habrá Nord-Stream II, han advertido desde Joe Biden a la ministra de Exteriores alemana, la verde Annalena Baerbock. Scholz esquiva activamente pronunciarse hasta extremos penosos. En favor de Scholz conviene recordar, sin embargo, que Merkel tampoco se planteó detener el macroproyecto energético a raíz de la invasión de Crimea.
Schröder se ha convertido en una piedra en el zapato para la socialdemocracia alemana. Ha llegado a acusar a Ucrania de provocar «ruido de sables» y defiende a capa y espada Nord-Stream.
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