Caroline Conejero
Nueva York (EE UU)
Martes, 10 de septiembre 2019, 22:39
La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) tuvo que organizar la salida de un espía clave en el Gobierno de Rusia en 2017 después de que el presidente Trump compartiera información confidencial en el Despacho Oval con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi ... Lavrov, y el entonces embajador, Serguéi Kislyak. Aunque los datos revelados en la reunión se referían al Estado Islámico, el incidente de indiscreción llevó a la CIA a reevaluar el riesgo potencial del agente ruso.
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Este operativo ruso, una de las fuentes de información de más alto nivel dentro del Kremlin que proveía información sobre Vladímir Putin y su entorno político -un extremo que Moscú negó este martes de manera tajante-, tuvo que ser retirado por temor a que la falta de cuidado en el uso de datos reservados por parte de Trump y su Administración pudiera poner en riesgo al espía. El caso pone de manifiesto la falta de confianza y división entre Trump y las agencias de Inteligencia.
Trump ha expresado repetidamente en privado su oposición al uso de operativos encubiertos, como es el caso de los espías que proveen de información crucial sobre países hostiles, porque cree que esto dañaría sus intereses comerciales y sus relaciones con los líderes extranjeros. Incluso en público el presidente ha desdeñado a menudo los 'activos extranjeros', como se los conoce entre la comunidad de Inteligencia, como cuando supo que el hermanastro de Kim Jong-un era un informador de la CIA, a lo que objetó diciendo que él no lo habría permitido.
El mes pasado Trump volvió a sorprender cuando compartió en Twitter una foto del lanzamiento fallido de un misil iraní y se burló del Ejército de Teherán sirviéndose de una imagen de alta resolución procedente con toda probabilidad de material clasificado. El desinterés del presidente ha llevado a las agencias a cambiar el formato de los informes como técnica para atraer su atención, pasando de las carpetas con densos documentos a breves presentaciones. Sin experiencia previa en el Gobierno o el Ejército, Trump recibe información altamente clasificada desde su designación como candidato a la Casa Blanca en el verano de 2016.
Tras un verano desastroso, las encuestas registran una nueva caída en la valoración nacional del presidente. Un sondeo de 'The Washington Post' y de la cadena ABC revela que un 56% de votantes desaprueban su política, con tan sólo un 38% de aprobación, una caída significativa comparada con el 44% de apoyo que mantenía en julio, y similar al 39% en abril.
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Los principales factores en esta caída son el miedo a una recesión económica y los efectos de la guerra comercial con China, particularmente entre las mujeres, esenciales a la hora de determinar la inclinación del voto en los últimos ciclos electorales y que tendrán un peso crítico en la crucial cita presidencial de 2020. Trump, como de costumbre, descalificó la nueva encuesta por considerar que está amañada y forma parte de las armas que los medios de prensa «corruptos y fabricados» utilizan para beneficiar o perjudicar a candidatos.
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