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Nueva York
Jueves, 8 de diciembre 2022
A punto de cumplir cuatro años en una prisión rusa, acusado de espionaje, el exmarine estadounidense Paul Whelan estaba convencido de que este año pasaría las Navidades en casa. Así se lo habían hecho creer su abogado, las autoridades estadounidenses y su propia familia, que ... lucha incansable por su liberación. La ficha de cambio era el peligroso traficante de armas ruso Viktor Bout, cercano a Vladímir Putin. Pero cuando al fin se produjo hoy el canje, quien salió de la cárcel no fue él, sino la jugadora de baloncesto Brittney Griner, detenida en febrero por llevar en la maleta cartuchos con aceite de cannabis.
«¡Qué! ¿Que han dejado atrás a un marine? ¡Demonios, no, eso no se hace!», escribió en Twitter la estrella del fútbol americano de los Dallas Cowboys, Micah Parson. Era la segunda vez que Whelan se quedaba esperando su inminente liberación. En abril pasado el presidente intercambió a un piloto ruso condenado por drogas a cambio de Trevor Reed, otro exmarine encarcelado injustamente en Rusia tras un altercado con la Policía local. En aquel caso Biden dijo que el delicado estado de salud de Reed le obligó a tomar «decisiones difíciles».
Esta vez el abogado de Whelan en Moscú fue más allá de la normal decepción para acusar al presidente de haber elegido a la jugadora de baloncesto «porque es mujer, es más humano, y es una campeona olímpica», dijo Vladímir Zherebenkov. En conferencia de prensa con la esposa de Brittney Griner, el mandatario negó tajantemente que hubiera sido una elección. «Desgraciadamente, por razones totalmente ilegítimas, Rusia está tratando el caso de Paul de forma distinta al de Brittney». Según la Casa Blanca y el Departamento de Estado, Moscú le acusa de ser un espía y quiere otro espía a cambio. EE UU tiene en sus prisiones a unos 300 ciudadanos rusos, pero ninguno acusado de espionaje, por lo que se cree que Putin espera que convenza a Suecia o Noruega para que libere a uno a cambio del estadounidense.
Una vez explicados los detalles del caso, los que pusieron el grito en el cielo a primera hora empezaron a dar marcha atrás. El jugador de fútbol americano pidió disculpas y argumentó que venir de una familia de militares le hace especialmente sensible a dejar a un marine en un campo de trabajos forzados ruso. «Soy lo más lejos a un seguidor de Trump, pero tampoco soy fan de Biden», aclaró. Eso sí, «la próxima vez me enteraré de los detalles antes de verter mis emociones en Twitter», prometió. También la familia de Whelan agradeció públicamente la liberación de la estrella olímpica, cuya esposa ha prometido seguir trabajando en la liberación del exmarine. «El presidente hizo lo correcto», dijo su hermano David Whelan.
El intercambio se llevó a cabo en un aeropuerto de Emiratos Árabes Unidos, al que Biden agradeció su colaboración. Griner, de 32 años, jugadora del Phoenix Mercury, había sido detenida en el aeropuerto de Moscú apenas una semana antes de que Putin lanzase la invasión a Ucrania y siempre se consideró a sí misma como una rehén política. En realidad los negociadores de distintos gobiernos estadounidenses llevan décadas oyendo hablar de Viktor Bout, el traficante de armas al que Putin quería de vuelta.
Detenida en un país donde se criminaliza a los homosexuales, Griner era especialmente vulnerable al ser negra y abiertamente lesbiana. Nueve años y un millón de rublos por llevar en la maleta un vaporizador de cannabis medicinal, recetado legalmente por un médico de Arizona, era absolutamente desproporcionado. Con el intercambio se la ha puesto a la altura de un hombre conocido como 'El Mercader de la Muerte', arrestado en Tailandia en 2008 durante una operación internacional de la Interpol, el Foreign Office británico y la DEA estadounidense, cuyo informante pretendía ser un agente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia a las que iba a vender armas. Un tribunal de Manhattan le condenó a 25 años por proporcionar ayuda a organizaciones terroristas, conspirar para asesinar a ciudadanos estadounidenses y entregar al enemigo misiles antiaéreos para perpetrar atentados.
Griner ha llegado este viernes a su Texas natal sin saber aún si volverá a jugar baloncesto, pero nadie tiene dudas de que Bout volverá a los negocios que ha estado siguiendo desde la cárcel. «Todo está bien», saludó a las cámaras desde el aeropuerto de Moscú.
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