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rafael m. mañueco
Moscú
Jueves, 20 de agosto 2020, 11:03
El mundo mira con atención al hospital de Omsk (Siberia) donde el abogado anticorrupción y principal líder opositor ruso, Alexéi Navalni, de 44 años de edad, se encuentra hospitalizado en estado de coma. Mientras los médicos luchaban anoche por «salvar su vida» y anunciaban ... una investigación sobre las causas de su estado, el portavoz del popular político, Kira Yarmish, mantuvo la tesis de que fue envenenado. Navalni se sintió de repente mal en el avión en el que volaba desde Tomsk ((Siberia) a Moscú y el piloto decidió aterrizar de emergencia en Omsk, en donde fue trasladado al hospital.
Navalni estaba de gira por varias ciudades de Siberia y en Tomsk tuvo un encuentro con candidatos a diputado de la asamblea local para las elecciones de septiembre. Antes, visitó Novosibirsk. Yarmish informó del suceso en su cuenta de Twitter cuando acompañaba al líder opositor en la ambulancia. «Suponemos que Alexéi fue envenenado con algo que le echaron en el té. Es lo único que bebe por la mañana. Los médicos dicen que la toxina se absorbió de forma más rápida gracias a que el líquido estaba caliente», escribía en Twitter.
La oposición a Putin
Rafael M. Mañueco
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Explicó que el político se encuentra ingresado en la unidad de cuidados intensivos inconsciente y conectado a un aparato de respiración artificial, lo que fue confirmado por el departamento regional de Sanidad. El director del hospital, Alexánder Murajovski, declaró que «se encuentra en estado grave». Efectivamente, Navalni tomó un vaso de té en la cafetería del aeropuerto de Tomsk, antes de que partiera su vuelo. Las redes sociales muestran el momento en un vídeo de la cámara de seguridad. Lo pidió en el mostrador uno de sus acompañantes mientras él se sentaba a esperar. Después esa persona le llevó el té a la mesa. Ya en el avión, de la compañía rusa S7, según las personas sentadas cerca de él, no bebió ni comió nada. Según su portavoz, «empezó a sentirse mal, le dieron sudores, dijo que no podía concentrarse en nada, que estaba confuso, y se desmayó».
Al última hora de la tarde, los médicos no habían todavía emitido un diagnostico. El subdirector del hospital, Anatoli Kalinichenko, se limitó a señalar que «su estado es grave, pero estable». «Se encuentra conectado a un respirador en coma no inducido, sino natural».
Su esposa, Julia Naválnaya, se presentó en el hospital, pero tuvo repetidos obstáculos para ver a su marido. Según Yarmish, primero la dijeron que Navalni, inconsciente ya desde el momento en el que llegó a Omsk, no quería verla. Después la exigieron mostrar el certificado de matrimonio. El documento de identidad no era suficiente. Al final, Julia pudo ver a su esposo. Los médicos, según la prensa, creen que la intoxicación pudo haber sido causada por un compuesto que se utiliza en neurología y anestesiología.
Aeropuerto. Alexéi Navalni embarcó este jueves en el aeropuerto siberiano de Tomsk, donde había apoyado al candidato de la oposición para las elecciones regionales de septiembre.
Indispuesto. Durante el vuelo a Moscú se sintió repentinamente enfermo. El comandante desvió el avión a Minsk, donde agurdaba una ambulancia, que trasladó al político ruso, ya inconsciente, al hospital.
Bebida. Su entorno cree que alguien puso una toxina en el te de Navalni, que es lo único que tomó antes de subir al avión.
Al centro médico llegaron después numerosos policías, agentes del Servicio Federal de Seguridad (antiguo KGB) y miembros de la Guardia Nacional, examinaron los efectos personales de Navalni, interrogaron a todos los presentes y acordonaron el edificio. Tal vez por miedo a que, como sucedió en otras ciudades, concretamente en Novosibirsk, Perm, y Múrmansk, se organizase alguna protesta por parte de sus seguidores. En Moscú y San Petersburgo ya se han previsto movilizaciones.
Yarmish recuerda que, hace justo un año, el dirigente opositor fue también envenenado mientras cumplía una pena de prisión menor por organizar manifestaciones no autorizadas. La abogada de su equipo, Olga Mijáilova, aseguró que se usó «una sustancia química desconocida».
Navalni se dedica a difundir las investigaciones de su plataforma, el Fondo de Lucha contra la Corrupción, sobre el patrimonio y las corruptelas de numerosos altos cargos, incluido el presidente Vladímir Putin, al que ha acusado de emplear enormes sumas de dinero en sus campañas electorales a cuenta del contribuyente y de gastar auténticas fortunas en rehabilitar sus múltiples residencias de descanso.
Aviso. La UE advierte que «los responsables deben rendir cuentas» si se demuestra que ha sido intoxicado
El pasado mes de marzo, Navalni denunció que las autoridades rusas le habían bloqueado las cuentas y tarjetas bancarias suyas y de toda su familia. Según sus averiguaciones, les congelaron los fondos en el marco de las investigaciones por presunto blanqueo de dinero en su fundación, causa que él considera «amañada». Navalni anunció el 20 de julio el cierre de esta ONG anticorrupción «porque sencillamente nos la han arrebatado», escribió en su blog.
El Kremlin deseó una «pronta recuperación» al líder opositor y exigió que no se especule con hipótesis sobre un acto premeditado. Sin embargo, la prensa recordaba anoche los envenenamientos de los exespías Alexander Litvinenko y Sérguei Skripal mientras el partido socialdemócrata Rusia Justa, aliado de Putin, pidió una investigación «objetiva». El influyente escritor Víktor Shenderóvich consideró directamente «responsable» a Putin.
El entorno del dirigente opositor estudia la posibilidad de trasladarle a una clínica fuera de Rusia ante la «desconfianza» en el Gobierno y la complejidad de un envenenamiento con toxinas. Sus allegados ya han contactado con dos centros de Francia y Alemania. Mientras, la comunidad internacional aguarda expectante el veredicto de los médicos. La UE afirmo encontrarse «muy preocupada» y advirtió que «si se confirma (el envenenamiento), los responsables deben rendir cuentas». También la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, se mostraron «conmocionados». La primera agregó que Navalni podría ser trasladado a un hospital de su país y Macron le ofreció asilo. Amnistía Internacional exigió una «investigación a fondo» de los hechos.
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