anje ribera
Viernes, 28 de mayo 2021, 23:41
La táctica del avestruz tampoco ha funcionado a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Meter la cabeza bajo tierra y hacer como que nada ha ocurrido rara vez tiene éxito. Y menos en los casos de abusos sexuales. La entidad dependiente de Naciones Unidas, ... en primer plano de la actualidad mundial por la pandemia de coronavirus, este viernes acaparó portadas de medios de comunicación de todo el mundo por un motivo no menos trágico.
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La noticia de que algunos de sus trabajadores humanitarios habían sido protagonistas de chantaje sexual a medio centenar de mujeres -varias quedaron embarazadas- en la República Democrática del Congo durante la crisis del ébola en 2018 y 2019 se filtró ya el pasado año. Pero ahora han surgido nuevas denuncias y se ha sabido también que los dirigentes de la OMS trataron de minimizar aquellos y estos casos, y nada se ha hecho para buscar una solución o llevar a los agresores ante la Justicia. Se limitaron a señalar que sentían «indignación» y a anunciar una investigación para identificar y castigar a los culpables que hasta ahora no ha dado frutos. Las denuncias apuntaban que prácticas similares también eran habituales en empleados de otras ONG.
Tedros Adhanom Ghebreyesus - Director general de la OMS. «La forma en que se ha manejado esto hasta ahora ha sido lenta y puedo entender la frustración»
Simon Manley - Embajador británico en España. «De ahora en adelante debemos ver mucha más transparencia por parte de la OMS»
Por ello, más de cincuenta países integrantes de la organización manifestaron este viernes su «preocupación» mediante un comunicado presentado por la embajadora canadiense en la OMS, Leslie Norton, durante la Asamblea Mundial de la Salud. Estos donantes pretenden presionar para que se abra una verdadera comisión independiente que publique sus resultados a finales de agosto. El texto lo suscriben, entre otros, la Unión Europea, Estados Unidos, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, Guatemala y México.
El comunicado se produce después de que el consejo de la OMS acogiera un encendido debate sobre las denuncias de abuso, que volvieron a reactivarse el pasado mayo al conocerse nuevos posibles delitos. Estas informaciones de los medios «sugieren que la dirección de la OMS estaba al corriente de casos de explotación sexual, abuso y acoso sexual y omitió señalarlos como lo exige el protocolo de la ONU y de la OMS», acusan los países socios de esta organización. «La traición de personas en las comunidades a las que servimos es reprobable. No toleramos tal comportamiento en nuestro personal, contratistas o socios», añaden en el documento, que anuncia que cualquier persona involucrada deberá rendir cuentas.
La respuesta de la entidad encabezada por el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus -con quien la relación de los firmantes ha sido muy tensa durante las últimas fechas- dice ser «enérgica» contra todos los culpables, al tiempo que recuerda su política de «tolerancia cero» contra toda forma de abuso o explotación sexual. El director general afirma, no obstante, entender que algunos Estados sientan frustración por el ritmo de la investigación, aunque les reprocha que las acusaciones «socavan la confianza en la OMS y amenazan el trabajo» que estaban haciendo.
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Ghebreyesus indica que la comisión investigadora trabaja desde marzo y tiene su base en la ciudad congoleña de Goma, ya que en este Estado se han registrado numerosas denuncias. Con la ayuda de una firma privada, este equipo realiza sus pesquisas desde principios de mes a pesar de los desafíos de seguridad en la región de Kivu del Norte y la inestabilidad volcánica que se sucede desde hace una semana. Según el director, se ha entrevistado ya a decenas de empleados de la OMS y a funcionarios de la República Democrática de Congo, además de analizado correos electrónicos privados, documentos legales y grabaciones de reuniones internas.
No es la primera vez que personal humanitario se ve involucrado en escándalos sexuales contra personas vulnerables por la situación de extrema necesidad y desamparo. Uno de los casos más espeluznantes fue el de los abusos cometidos contra mujeres haitianas por cascos azules de Naciones Unidas enviados a raíz del devastador terremoto de 2010.
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Sexo a cambio de trabajo y despidos inmediatos en caso de negarse a las peticiones fueron las principales fórmulas de coacción que utilizaban los trabajadores de la Organización Mundial de la Salud con las congoleñas en el marco de la última crisis de ébola de 2018. Así lo describía un informe que elaboro el pasado año la agencia de noticias especializada en información humanitaria The New Humanitarian, que fue la que destapó el escándalo.
Su información y otros datos recogidos por la Fundación Thomson Reuters describían con detalle varios casos, se databan y se ubicaban. Concretamente en el Hotel Classic de Beni, en el noreste del país africano. Asimismo recogían declaraciones de las víctimas de esta explotación, como Shekinah, que trabajaba como auxiliar de enfermería cuando en enero de 2019 un médico canadiense le ofreció duplicarle el salario a cambio de sexo. Al parecer similares propuestas recibieron varias de sus compañeras. «Dadas las dificultades financieras de mi familia... acepté», relataba esta mujer de 25 años.
Otras que trabajaban como cocineras, limpiadoras o agentes comunitarias de salud fueron agredidas en repetidas ocasiones en oficinas y hospitales, e incluso encerradas en habitaciones para forzarlas. La mayoría de ellas no se atrevió a denunciarlo por vergüenza o por miedo a ser despedidas. Ganaban entre 40 y 80 euros al mes, lo que supone aproximadamente el doble de lo que ingresaban con anterioridad.
Sólo una joven acusó a un médico de dejarla embarazada. El caso se solventó, según la agencia AP, con un contrato notarial que garantizaba que el doctor cubriera los gastos del parto y la compensara con la compra de un terreno. El trato se hizo para proteger la integridad y la reputación de la OMS.
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