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Hacía más de ocho décadas que Turquía no soportaba un seísmo tan grave como el ocurrido en la madrugada del lunes, y que ha afectado también a la vecina Siria, pero lo cierto es que la zona donde ha temblado la tierra aparece entre los ... puntos del mapa susceptibles de sufrir este tipo de fenómenos. La mayor parte del país recae sobre la placa de Anatolia, atrapada entre otras que pueden hacer presión desde diversos frentes y, como consecuencia, provocar grandes terremotos. Pero la intensidad del último, 7,4 en la escala Richter con réplicas de hasta 7,8, ha sido «una barbaridad», admite Arancha Izquierdo desde la Red Sísmica Nacional.
Turquía, por su posición geográfica, está marcada como un área de alta actividad sísmica y sólo en 2022 contabilizó más de 20.000 terremotos aunque lejos de la magnitud «enorme» del último. Eso sí, entre ellos hubo más de un centenar que superó el nivel 4 y uno pasó del 6. De hecho, el pasado otoño se organizó un simulacro a nivel nacional -se ejecutó de forma simultánea en 81 provincias- que no ha podido evitar el desastre de este lunes al sur del país, con epicentro en la provincia de Kahramanmaras, cuya fuerza ha hecho temblar incluso a Groenlandia, como ha detectado el instituto geológico danés. La intensidad ha sido tal que incluso se ha activado la alerta por tsunami en España e Italia aunque se ha cancelado en un breve espacio de tiempo.
El riesgo de que Turquía tiemble, y sobre todo de que lo haga de manera violenta, deriva de que la placa de Anatolia sobre la que se asienta el país se sitúa, a su vez, entre dos grandes plataformas (la euroasiática y la africana) y otra de menor tamaño (la arábiga). El resultado es que varias fallas -una especie de fractura del terreno- recorren su mapa y una de las más peligrosas, donde coinciden las placas turca y euroasiática, pasa muy cerca de Estambul. En esta ocasión, el origen del terremoto se ha dado en una situada el este de Anatolia -hacia la frontera con Siria- aunque «la zona globalmente es muy compleja y tiene una sismicidad elevada», recalca la sismóloga.
El terremoto de este lunes en Turquía y Siria -el peor desde 1939, entonces con cerca de 33.000 fallecidos y unos 100.000 heridos- ha hecho moverse una superficie de «unos 200 kilómetros», calcula Izquierdo, y el riesgo ahora es que las réplicas provoquen aún daños mayores. Sólo once minutos después del seísmo se registró una de 6,7 en la escala de Richter y menos de doce horas más tarde, otra de 7,5. La sismóloga advierte de que «la posibilidad de que haya más es grande» y asume que deberán pasar varios días para garantizar que no haya más temblores. «El problema es que los edificios que se han quedado en pie ya están muy vulnerables», retrata.
Los turcos conviven con el riesgo de terremotos de tal forma que en viviendas y lugares de trabajo existen zonas más seguras en caso de seísmo e incluso las autoridades se implican para minimizar las consecuencias de estos fenómenos. Sin ir más lejos, el pasado otoño, el país organizó un simulacro a nivel nacional que se llevó a cabo de forma simultánea en 81 provincias. Pero, cuando la tierra tiembla de verdad, no hay quien pueda parar su fuerza.
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