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Imagen del interior de la base de la 'Unidad 8200' FDI
La ultrasecreta 'Unidad 8200' se redime con el ataque a Hezbolá

La ultrasecreta 'Unidad 8200' se redime con el ataque a Hezbolá

La rama del Ejército israelí dedicada al espionaje tecnológico fue cuestionada tras el desastre del 7 de octubre y su general había dimitido hace una semana

Viernes, 20 de septiembre 2024, 01:02

El ataque a Hezbolá con un sabotaje masivo de sus buscas y sus walkie talkies está todavía rodeado de la bruma de los servicios secretos, en especial, cuando el Gobierno de Tel Aviv guarda silencio sobre todos los extremos que han rodeado a la operación. El secretismo que rodea a esta acción se extiende también a las unidades que se han encargado de alterar los miles de buscas y vendérselos a la organización terrorista libanesa. Aunque todo apunta a los servicios secretos israelíes, el Mossad, un grupo que también podría estar implicado es la denominada 'Unidad 8200', la rama del Ejército israelí que que ha convertido la tecnología en el arma más peligrosa de la guerra.

La 'Unidad 8200', dependiente de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), y no de la presidencia del Gobierno, como el Mossad, es una de las organizaciones tecnológicas más avanzadas del mundo. Cualquier avance imagine un guionista de Hollywood para un thriller, esta unidad ya lo ha creado y lo está utilizando en la lucha contra el terrorismo y la acción política del Gobierno de Israel. Sus componentes son jóvenes buscados en institutos y universidades, después de que hayan demostrado un conocimiento tecnológico y una capacidad de innovación por encima de la media.

La Unidad 8200 tiene su base en unas instalaciones ultrasecretas del desierto del Negev. Se sabe que la componen varios miles de soldados y que entre ellos hay arabistas capaces de comprender cualquier matiz de todos los idiomas que se hablan en la región. Su función es ser capaz de escuchar en tiempo real todo lo que hablan sus enemigos pero su poder no acaba ahí. Según han señalado diversas fuentes, esta unidad es capaz de introducirse en los sistemas cibernéticos de países enemigos y hacerse con todas las capacidades militares del rival. Una capacidad tecnológica como la que ha demostrado Israel al hacer detonar de forma simultánea los más de 3.000 buscas vendidos a Hezbolá.

Virus informático

El caso más famoso de una intrusión tecnológica en el que intervino la Unidad 8200 es la 'operación Huerto'. Esta misión completada en 2007 consistió en bombardear un reactor nuclear en Siria, fabricado por Corea del Norte y en el que se procesaba combustible nuclear. Los israelíes consiguieron que cinco aviones entrasen en el espacio aéreo sirio y destruyesen la instalación. Para realizar el vuelo sin peligro, la Unidad 8200 consiguió piratear los sistemas de radar de Siria e introducir información falsa para que los bombardeos israelíes no fueran detectados. Tres años más tarde, un virus informático destruyó los ordenadores que Irán empleaba en su programa nuclear. Esta infección tan destructiva y masiva fue atribuida a la 'Unidad 8200'.

El eco de la 'Unidad 8200' va más allá del conflicto de Oriente Medio. Haber pertenecido a una organización de élite en cuestiones tecnológicas es el equivalente a tener un doctorado en cualquiera de las mejores universidades del mundo, por lo que los soldados que abandonan este servicio son el objeto del deseo de las principales empresas de innovación del mundo. En este sentido, el Pegasus, el sistema de control remoto con el que fue espiado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la ministra de defensa, Margarita Robles, fue un programa espía que crearon antiguos miembros de la '8200'.

Pese a este aura de éxito, el gran drama de la 'Unidad 8200' se vivió el 7 de octubre del año pasado, cuando sus avances tecnológicos se demostraron inútiles para detectar el ataque de Hamás al sur de Israel, en el que más de 1.700 ciudadanos fueron asesinados. Todo el arsenal tecnológico fue incapaz de prever los planes con los que se había organizado la masacre desde Gaza.

Precisamente, hace una semana se supo que el general al mando de la unidad Yossi Sariel había dimitido tras asumir su fracaso a la hora de detener la ofensiva de Hamás. La resignación de Sariel fue acompañada por la de otros mandos que asumieron también sus culpas por no ser capaces de alertar del ataque terrorista. «El 7 de octubre a las 6:29 no cumplí la tarea que se esperaba de mí, como esperaban mis subordinados y comandantes y como esperaban de mí los ciudadanos del país que tanto amo», escribió Sariel en una carta a sus subordinados que fue divulgada por el diaria Haaretz. Esta dimisión, al igual que la de otros cargos vinculados con los servicios secretos, estaba dirigida a calmar a una sociedad que cada vez se sentía más descontenta con la actuación de sus espías. El golpe tecnológico a Hezbolá ha permitido a los servicios secretos reivindicarse ante unos ciudadanos cada vez más críticos con su labor.

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