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Ivia Ugalde
Martes, 3 de agosto 2021, 20:00
La etapa de relativo aperturismo que propició el reformista moderado Hasán Rohani, artífice en 2015 del acuerdo nuclear con Estados Unidos y otras cinco potencias, forma ya parte del pasado. Ebrahim Raisi, un clérigo ultraconservador de 60 años que dirigió el poder judicial y promueve ... la mano dura contra sus enemigos extranjeros es desde este martes su relevo en la presidencia de Irán tras ser investido por el ayatolá Alí Jamenei. Con su llegada al poder, el régimen recupera su rostro más hostil en un momento de reavivadas tensiones con Occidente tras ser acusados de atacar la semana pasada un petrolero israelí.
Raisi, ganador de unas cuestionadas elecciones en las que la abstención batió récord y fueron descalificados numerosos rivales, demostró ayer el consumado viraje al radicalismo de Teherán. En un discurso pronunciado en una ceremonia a la que solo pudo asistir un número reducido de invitados por culpa de la pandemia, se comprometió a tomar medidas para levantar las «tiránicas» sanciones reimpuestas en 2018 por EE UU tras la decisión del entonces presidente Donald Trump de abandonar el pacto nuclear de forma unilateral.
El presidente electo iraní, si bien no cerró del todo la puerta a mantener un diálogo con Occidente para intentar recuperar el acuerdo nuclear, lanzó una advertencia: «No supeditaremos las condiciones de vida de la nación a la voluntad de los extranjeros». Su mensaje fue en la misma línea que el del ayatolá Jamenei, quien pese a reconocer los graves problemas económicos que sufre el país señaló que «las capacidades de Irán son aún más numerosas».
Nombrado por el propio Jamenei para dirigir el poder judicial en 2019, Raisi, que mañana jurará su cargo en el Parlamento, no es visto con buenos ojos por Washington. Prueba de ello es que figura en la lista negra de los responsables iraníes sancionados por EE UU por «complicidad en graves violaciones de los derechos humanos». En concreto, por el papel que al parecer desempeñó en las ejecuciones de miles de presos políticos en 1988, acusaciones que niega.
Con la llegada de Raisi a la presidencia nadie duda que las relaciones con Irán serán mucho más difíciles de gestionar. De él dependerá que haya una sexta ronda de conversaciones indirectas entre Teherán y Washington en Viena para intentar salvar el acuerdo nuclear después de que las negociaciones quedaran en un limbo desde el pasado 20 de junio y de que la semana pasada Jamenei asegurara que «confiar en Occidente no funciona».
Las tensiones se han disparado después de que el domingo el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, y el ministro de Exteriores de Reino Unido, Dominic Raab, acusaran formalmente a Irán del ataque «deliberado y selectivo» ocurrido en Omán contra el petrolero 'Mercer Street', gestionado por un millonario israelí, y prometieran una «respuesta colectiva».
Teherán ha negado cualquier implicación en el ataque, que el pasado jueves dejó dos muertos: un británico empleado por la empresa de seguridad Ambrey, y un miembro de la tripulación rumano. Asimismo, aseguró que tomará represalias tras las amenazas.
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