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mikel ayestaran
Corresponsal. Jerusalén
Domingo, 21 de marzo 2021, 21:24
«¡Estamos completos! ¡No tenemos personal ni camas para más pacientes!». El teléfono del director del hospital de Dura, el doctor Mohamed Rabie, echa humo. Imposible hablar más de cinco minutos sin la interrupción de una llamada que le pide una cama para un familiar.
La tercera ola de coronavirus golpea con dureza a Cisjordania y, por primera vez desde el inicio de la pandemia, los hospitales están colapsados. La situación en el centro de Dura, «el primero y único de los territorios palestinos dedicado por completo al covid-19», según informa su director, es de «emergencia. Hacemos todo lo que podemos, pero nos faltan material, personal y apoyo, nos sentimos solos».
Un mensaje directo a las autoridades de Ramala, desbordadas por el aumento de los casos y criticadas por la forma en la que han administrado las pocas vacunas recibidas hasta el momento. Mientras Israel ya supera los cuatro millones de ciudadanos inmunizados con las dos dosis de Pfizer, al otro lado del muro son apenas unos miles quienes han tenido acceso al suero. Este domingo, sin embargo, la Autoridad Palestina empezó a vacunar a personas de más de 75 años, tras haber recibido un lote de 60.000 vacunas del dispositivo Covax destinado a las regiones desfavorecidas. En una ceremonia en Ramala, el primer ministro Mohammed Shtayyeh anunció esta nueva fase en compañía del enviadode la ONU para Medio Oriente, Tor Wennesland, tras explicar que la lentitud de la campaña no es cuestión de «dinero sino de la disponibilidad de las vacunas».
Otra cultura: «Las familias no pueden dejar al enfermo solo aquí. Les hemos explicado que eso ayuda a expandir el covid, pero es imposible»
Al sur de Hebrón, Dura es el epicentro de la pandemia en Cisjordania. Un hospital construido para enfermos de cáncer se tuvo que acondicionar contra el reloj para hacer frente al coronavirus. Si Ramala es la capital política de los palestinos, Hebrón es su motor económico y debido al covid-19 esta semana ha respetado cinco días de confinamiento, algo que nunca habían aceptado.
El centro médico está en lo alto de una colina, rodeado de mansiones de empresarios locales que son también los principales donantes de un hospital con capacidad para 77 pacientes que comienza a acondicionar nuevas áreas para poder hacer frente a la pandemia. No se descarta tampoco abrir un hospital de campaña en la zona del aparcamiento. Lo primero que impresiona es la llegada constante de ambulancias, los enfermos pasan por la sala de triaje, donde el libro de registro es una lista interminable de casos de covid-19. «Uno de los problemas que tenemos es que la gente acude a nosotros cuando está ya en estado crítico, demasiado tarde», lamenta el doctor Rabie con gesto de impotencia.
El personal médico palestino está habituado a trabajar en conflictos, pero es la primera vez que se enfrenta a un virus. La mayor parte de médicos y enfermeras llevan meses sin cobrar, pero han doblado turnos para hacer frente a esta tercera ola. Médicos Sin Fronteras (MSF) cuenta con un equipo de apoyo en Dura y el doctor Juan Sánchez destaca la labor de sus colegas locales, «el estrés al que están sometidos y la frustración que sufren». Este intensivista argentino de 38 años lleva casi un año volcado en la crisis santaria -entre Argentina, Perú y Palestina- y lamenta «no tener tiempo para capacitar al personal local. Lo único que podemos hacer es control diario de los casos y optimizar recursos».
Cada país y cada cultura es diferente a la hora de enfrentarse a la pandemia. En la UCI los monitores no dejan de pitar y las luces rojas parpadean sin cesar. Son alarmas que indican la gravedad de los pacientes. Cada enfermo tiene a su lado a un familiar. «Aquí no pueden dejar al enfermo solo, les hemos explicado que esto contribuye a la transmisión del virus, que no es lo correcto, pero es imposible y hay que adaptarse a esta forma de afrontar la enfermedad», explica Sánchez.
MSF llama a una mejora del acceso equitativo de las vacunas y recuerda que tras cinco décadas de ocupación militar la Sanidad palestina «es frágil». Frente al éxito de la campaña al otro lado del muro, la organización pide a Israel que «reconozca su responsabilidad en la asistencia sanitaria, redoblando esfuerzos para inmunizar los territorios que ocupa».
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