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Ali, en la imagen posando ayer en Bagdad, recuerda las movilizaciones de 2019 que impulsaron los actuales comicios. m. a.
«Antes había un Sadam, ahora cuatro o cinco»

«Antes había un Sadam, ahora cuatro o cinco»

Los jóvenes iraquíes que protestaron en 2019 para reclamar cambios lamentan que las milicias acabaron con este movimiento tras infiltrarse en ellas, ya que les ha impedido lograr más cambios en el país

mikel ayestaran

Bagdad

Sábado, 9 de octubre 2021, 23:23

Ali tiene miedo. Muestra en su teléfono algunos de los vídeos que conserva del 1 de octubre de 2019, fecha en la que numerosos jóvenes movilizados por las redes sociales se concentraron en la plaza Tahrir de Bagdad para reclamar cambios. «Todo fue muy rápido. ... Por la mañana éramos unos quinientos, pero los mensajes volaron en las redes y pronto fuimos miles», recuerda.

Forma parte del movimiento denominado Tishreen (octubre) y pasó ocho meses viviendo en las tiendas que levantaron en Tahrir. Soñó con acabar con la corrupción, el desempleo, la injerencia de Irán y el sistema político sectario instaurado por EE UU en 2003.

«Logramos la dimisión del primer ministro y el adelanto de elecciones, pero las milicias nos ganaron la partida. Se infiltraron entre nosotros y acabaron con el movimiento», lamenta con un gesto de rabia. Los logros de este movimiento social llegaron con sangre y más de 700 manifestantes perdieron la vida en los choques con las fuerzas de seguridad y los grupos paramilitares de los partidos chiíes.

Problemas sin resolver

Pero si algo han aprendido los iraquíes desde 2003 es que no hay cambio sin sangre. Ese año comenzó la invasión de EE UU que acabó con el régimen de Sadam Husein y abrió las puertas a una guerra sectaria que partió el país entre suníes y chiíes. La invasión fue el caldo del cultivo para la posterior aparición del Califato instaurado por el grupo yihadista Estado Islámico. La seguridad en las calles ha mejorado, pero el desempleo y los servicios mínimos siguen siendo cuestiones que el Gobierno no resuelve.

Tahrir está ahora tomada por la Policía para evitar nuevas concentraciones. La mayoría de los jóvenes de Tishreen, entre los 16 y los 30 años, llaman al boicot a las elecciones porque «son un engaño y los votos no cambiarán nada. Antes había un Sadam, ahora tenemos cuatro o cinco, pero se mantiene la dictadura», dice Ali. Sin embargo, piensa que «lo más positivo es que hemos roto la barrera del miedo y podemos volver a protestar si las cosas no cambian en el futuro».

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