mikel ayestaran
Corresponsal. Jerusalén
Martes, 22 de diciembre 2020, 20:48
Mientras el ministro de Salud, Yuli Edelstein, alertaba a la población de que Israel se enfrenta «la tercera oleada de coronavirus» y adelantaba que un nuevo confinamiento nacional «es inevitable», el parlamento vivió una nueva jornada de lucha contra el reloj para tratar de evitar ... unas nuevas elecciones. Las divergencias en torno al presupuesto han roto la frágil coalición que formaron en abril Benjamín Netanyahu y Benny Gantz y el país deberá volver a las urnas el 23 de marzo. Serán las cuartas elecciones en menos de dos años y representarán un nuevo plebiscito sobre un Netanyahu que, pese a sus escándalos de corrupción, sigue siendo el favorito.
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Los presupuestos son el motivo aparente de la ruptura, pero la división es mucho más profunda. El acuerdo entre Likud y la coalición Azul y Blanco recogía una jefatura de gobierno rotatoria por la que Netanyahu debía ceder su puesto a Gantz en noviembre y estipulaba un único presupuesto para dos años (2020 y 2021), pero el Likud propuso votar dos presupuestos diferentes y su socio no aceptó. Algunos analistas locales interpretan este movimiento como una estrategia de Netanyahu para no tener que ceder el asiento de primer ministro a su rival.
Pese a que los dos líderes formaron la coalición con «la lucha contra el coronavirus» como objetivo prioritario, al final han demostrado que sus intereses personales han estado por encima de la grave situación que sufre el país a causa de la pandemia. Israel acaba de comenzar la campaña de vacunación masiva, ha cerrado sus cielos para evitar la entrada de la nueva cepa del virus y sus bares y restaurantes están cerrados desde el 18 de septiembre.
El nuevo escenario electoral presenta un nuevo panorama en el que, según los sondeos, Azul y Blanco, la coalición más votada en abril, casi desaparece de la escena lo que pone punto y final a la breve aventura política del ex jefe del Ejército, Gantz. En su lugar irrumpe el partido 'Nueva Esperanza', del ex ministro del Likud, Gideon Sa'ar. Una vez más se repite la historia de la fugacidad de las formaciones políticas en un sistema israelí en el que Netanyahu ha demostrado saber moverse como nadie antes lo ha hecho.
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