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Mikel Ayestaran
Jerusalén
Domingo, 5 de noviembre 2023, 20:28
Benjamín Netanyahu insiste en que «no habrá alto el fuego hasta que Hamás libere a los rehenes» y sus palabras se convierten en realidad en forma de los duros bombardeos diarios sobre Gaza. Sin descanso, sin pausa. Israel volvió ayer a abrir una ventana de ... cuatro horas en una de las rutas principales que controla para que los civiles que quedan en el norte de la Franja, unos 400.000, se desplacen al sur, pero los ataques a dos campos de refugiados en el centro y sur de Gaza hicieron que la gente no se moviera. Los israelíes golpearon en Maghazi y Al Bureij y mataron al menos a setenta personas, según el Ministerio de Salud. En estas ventanas temporales los militares aseguran que no atacarán la carretera, pero después de casi 10.000 muertos, la mayoría mujeres y niños, la población desconfía.
En Gaza hay ocho campos de refugiados que se levantaron en su día para recibir a los palestinos expulsados de sus tierras en 1948 y 1967. Esto hace que la mayoría de habitantes sean considerados refugiados por la ONU. La guerra vuelve a obligarles a dejar sus casas en 2023 y el organismo internacional asegura que 1,5 millones de gazatíes se han convertido en desplazados internos. Se han trasladado al sur, pero eso no les ha librado de los ataques enemigos y las condiciones de vida empeoran día a día. El reto se ha quedado paralizado en el norte.
Desde el Programa Mundial de Alimentos aseguraron que «el acceso al pan es cada vez más difícil. El único molino operativo en Gaza sigue sin poder moler trigo debido a la falta de electricidad y combustible. Once panaderías han sido atacadas y destruidas desde el 7 de octubre». Tel Aviv intensifica el cerco como arma de guerra para presionar a Hamás, pero los islamistas mantienen su vida paralela en los túneles, lo que les permite seguir con el lanzamiento de cohetes a Israel y entablar combates cuerpo a cuerpo con las Fuerzas de Defensa.
Netanyahu trata de proyectar una imagen de líder sólido en medio de un ambiente de crecientes críticas. Cientos de personas se congregaron en l noche del sábado frente a su residencia oficial en Jerusalén para pedir su dimisión. Fue la primera manifestación en contra del primer ministro desde el inicio de la guerra y los congregados le gritaron que su fuera por su incapacidad de gestionar este conflicto y la crisis generada por los más de 200 cautivos en manos de Hamás. El primer ministro se enfrenta además a la necesidad de intentar controlar a los miembros radicales de su Gobierno, que efectúan incendiarias declaraciones contra los palestinos de Gaza y Cisjordania.
El sábado se conmemoró el aniversario del asesinato del primer ministro Isaac Rabin a manos de un ultranacionalista sionista, pero no hubo acto alguno debido a la situación de guerra. Veintiocho años después, las ideas que impulsaron este magnicidio están muy presentes en el Gobierno de la mano de la formación supremacista judía y antiárabe Poder Judío, con ministros como Eliyahu, Itamar Ben Gvir o Bezalel Smotrich. Desde estos sectores parten comentarios como los de expulsar a los gazatíes al Sinaí para volver a ocupar la Franja.
Gaza se desangra y Antony Blinken es incapaz de lograr que salga adelante su idea de establecer «pausas humanitarias». El secretario de Estado estadounidense viajó ayer a Ramala y mantuvo un encuentro de una hora con Mahmoud Abbás en el que el presidente palestino le pidió un «alto el fuego inmediato». Blinken no pronunció estas palabras a lo largo de un encuentro simbólico y carente de resultados prácticos. Israelíes y estadounidenses planean un futuro en la Franja sin Hamás y bajo el control de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), pero Abbás y su equipo no tienen capacidad alguna de actuar en Gaza.
Nadie espera en este territorio que Abbás aporte solución alguna a la guerra. A última hora de la tarde Israel volvió a cortar las comunicaciones e intensificó los bombardeos, lo que suele ser señal de que se avecina algún movimiento importante por tierra. Las tropas tienen cercada Gaza City desde hace días y están a unos dos kilómetros del hospital Al-Shifa, principal centro de referencia de la Franja y supuesta tapadera del gran cuartel general subterráneo de Hamás.
El portavoz militar, Daniel Hagari, convocó una rueda de prensa para insistir en la acusación de que Hamás usa hospitales «para su infraestructura terrorista subterránea». Hagari mostró unas imágenes, fotos y grabaciones de voz que probarían, según el Ejército, que los islamistas operan en el Hospital Indonesio y el Hospital Catarí. Pocas horas después de esta denuncia Israel intensificó los ataques a las puertas de los hospitales Al Quds y Al Shifa, en Ciudad de Gaza, que son lugares de refugio para miles de familias y donde hay miles de heridos, muchos de ellos en estado grave y a la espera de una evacuación casi imposible a Egipto.
Hagari confirmó también que este fin de semana, como ya se había anunciado el viernes, las Fuerzas de Defensa completaron el cerco a Gaza y dividido la Franja en dos mitades. «Hoy hay norte de Gaza y sur de Gaza», precisó. La operación permitirá a las tropas centrarse ahora en el área de la capital penetrando desde distintos puntos de la periferia con el fin de continuar con su proceso de desmantelamiento de túneles y refugios subterráneos de la milicia. Asimismo, facilita a las Fuerzas de Defensa establecer un filtro entre los dos territorios divididos, de modo que pueda controlar el acceso de personas y suministros hacia el norte. Hagari explicó que el corredor de evacuación de civiles hacia el sur continuará abierto y advirtió de que los bombardeos continuarán en el norte.
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