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Mikel Ayestaran
Jerusalén
Martes, 3 de marzo 2020, 10:13
Los sondeos publicados al cierre de las urnas empujaron a Benjamín Netanyahu a proclamar una «victoria enorme» en las terceras elecciones en menos de un año, pero el recuento de los votos dibujó un panorama menos grandioso que obligó a Likud moderar su optimismo. Con ... el 92,5% del voto escrutado, Netanyahu fue el candidato más votado y su partido obtuvo 35 escaños, pero la alianza con los partidos de ultraderecha y ultraortodoxos no le alcanzaría para tener mayoría en el Parlamento y formar gobierno.
Según los datos provisionales, el primer ministro en funciones necesitaría al menos tres escaños más y el Likud se puso manos a la obra para encontrar posibles tránsfugas que le ayuden a lograr su objetivo. En abril, esta coalición ultraconservadora necesitaba un solo escaño para llegar a los 61 necesarios, pero fue incapaz de lograrlo.
Caza de tránsfugas. El primer ministro necesitaría tres escaños más, pero en abril no fue capaz de lograr un voto
Sin alternativa. La coalición de centro izquierda, con Azul y Blanco, tampoco sumaría los asientos necesarios
La euforia de la noche se convirtió en prudencia y de las declaraciones grandilocuentes, el Likud pasó a los movimientos en los despachos para recabar apoyos entre los adversarios políticos. Entre los diferentes nombres que sonaron como posibles tránsfugas, la televisión pública destacó el de la diputada Orly Levy-Abecassis, del partido de centro Gheser, que ha participado en las elecciones en coalición con los laboristas.
El tono victorioso de Netanyahu contrastó con la mesura de su principal rival, el exjefe del Ejército y líder de Azul y Blanco, Benny Gantz, quien pidió no hacer valoraciones «hasta tener los datos finales, entonces decidiremos el mejor camino a seguir». Azul y Blanco obtendría 32 escaños, pero la coalición calificada de centroizquierda, junto a Laboristas-Gheser y Meretz, tampoco suma asientos suficientes para la formación de gobierno.
Dos de las grandes sorpresas de la jornada fueron la alta participación, un 71%, y la consolidación de la Lista Conjunta Árabe como tercera fuerza de la cámara, con 16 escaños a falta de menos del 10% de los votos por escrutar. «El Likud y la Lista Conjunta representan dos ideologías que están en extremos opuestos: anexión frente a división de la tierra; supremacía judía frente a igualdad de derechos. Esta disputa estará en el corazón del debate político en los próximos años», apuntó el columnista Aluf Benn en el diario 'Haaretz'.
El Likud, con la anexión del valle del Jordán como principal promesa electoral, es la fuerza más votada y la acusación a su líder por tres cargos de corrupción no le han pasado factura política. El inicio de lo juicio está fijado el día 17, pero en los medios israelíes se dio por hecho que el primer ministro pediría un aplazamiento para intentar ganar tiempo en la formación de un gobierno.
«Es un mago. Después de pasar 14 años como primer ministro, once de ellos de forma consecutiva, a solo dos semanas de que empiece el juicio por soborno y fraude, con gran parte de los medios en contra y la acusación de los exjefes del Ejército y de diplomáticos de que su continuidad pone en peligro el sistema democrático, Netanyahu logra la victoria», recogió el analista Herb Keinon en su análisis del diario 'The Jerusalem Post'.
Desde el otro lado del muro, el secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, valoró los resultados provisionales de las elecciones como «una victoria de los asentamientos, la ocupación y el apartheid».
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