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Mikel Ayestaran
Jerusalén
Domingo, 31 de enero 2021, 20:58
Mientras en el parlamento de Israel se debatía la extensión del tercer confinamiento, las calles de Jerusalén se tiñeron de negro para despedir al rabino Soloveitchik. Una masa humana formada por miles de seguidores desafió las restricciones impuestas por el Gobierno debido a la pandemia ... y acompañó al cuerpo del religioso hasta el cementerio. Con apenas mascarillas, sin distancia social y sin Policía a la vista, los ultraortodoxos despidieron a este rabino de 99 años que contrajo el coronavirus el mes pasado. «Un funeral que traerá muchos funerales», declaró el número dos del ministerio de Salud, Yoav Kish, que condenó esta concentración multitudinaria en mitad de una pandemia que deja más de 4.500 muertos en el país.
La comunidad ultraortodoxa supone el 11 por ciento de la población israelí, pero es la que registra el mayor número de contagios, con un 40 por ciento de los nuevos casos. Amplios sectores religiosos no han cerrado escuelas y sinagogas y en los últimos días se han registrado enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, aunque en general al Policía no usa la fuerza con ellos para hacer respetar las restricciones. Tras el funeral de Soloveitchik, el responsable policial encargado de la comunidad ultraortodoxa confesó que «no tengo capacidad para enfrentarme a 20.000 personas». Los agentes se limitaron a cerrar las calles para el paso de la congregación y cortar el paso a los autobuses con seguidores que llegaban de otras partes del país.
«Millones de familias y niños están confinados en sus casas mientras que miles de ultraortodoxos se juntan para un funeral, la mayoría sin mascarillas», denunció el ministro de Defensa, Benny Gantz, que calificó el privilegio que tienen los religiosos para no respetar las restricciones de «aplicación selectiva» de las normas. Los ultraortodoxos se defienden de las críticas diciendo que la población secular del país no entiende la importancia que tienen sus oraciones y estudios religiosos.
Israel ya ha vacunado a más de 30 por ciento de su población y casi dos millones de personas han recibido la segunda dosis de la vacuna de Pfizer. Esta vacunación masiva no logra de momento moderar la curva de contagios y los expertos apuntan a la falta de respeto de las restricciones como uno de los posibles motivos. Los ultraortodoxos, que tienen dos partidos políticos claves para la formación de un gobierno en Israel, actúan como si fueran una especie de mini estado dentro del Estado.
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