Mikel Ayestaran
Jerusalén
Viernes, 18 de septiembre 2020, 23:00
'Corona', del médico y rapero sudanés Gadoora, fue el tema estrella de 'La última cena'. Así bautizaron en el Pizza Pop de la First Station de Jerusalén a la velada previa al segundo confinamiento y la fiesta se alargó hasta bien entrada la madrugada ... de ayer.
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Desde que el Gobierno aprobó esta medida, los israelíes tuvieron casi una semana para prepararse y teniendo en cuenta que las restricciones afectarían de lleno al día del Año Nuevo judío (Rosh Hashana), muchos decidieron adelantar las cenas familiares al jueves. Todo lo que las autoridades pretenden evitar con limitaciones como la prohibición de reunirse más de diez personas en un lugar cerrado, sucedió veinticuatro horas antes.
La zona de bares de la ciudad santa, en la calle Yafa, también se vistió de fiesta, una imagen similar a la que se vivió en Tel Aviv, donde los clubs y discotecas se llenaron. En la ciudad costera hubo además una manifestación para protestar contra la gestión que el Gobierno ha hecho con la pandemia. Fue «la última llamada para frenar un confinamiento injustificado que sólo daña a la población», según los organizadores, que colocaron una gran pancarta que rezaba el lema '¡Una epidemia de mentiras!'.
Los gritos de la protesta no llegaron a oídos de un Benyamin Netanyahu que, de vuelta de la firma de los acuerdos con Emiratos Árabes Unidos y Baréin en Washington, se dirigió a la nación para justificar una decisión tomada porque «el sistema de salud ha sacado la bandera roja. Hemos hecho todo para intentar hallar un equilibrio entre las necesidades de salud y las necesidades económicas, pero somos testigos de una preocupante alza de contagios y de enfermos graves en estos dos últimos días».
Los bares y restaurantes estaban llenos y las familias se juntaron mientras el primer ministro hablaba por televisión y desde el Ministerio de Salud dieron la cifra de contagios del día que, una jornada más, estuvo por encima de los 5.000.
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Esa noche de fiesta dio paso a una mañana de compras frenéticas en mercados y centros de comerciales, también llenos, hasta que a las dos en punto de la tarde entró en vigor de manera oficial un confinamiento que se alargará al menos tres semanas y durante el que estarán cerradas escuelas y todas aquellas tiendas que no sean de primera necesidad. El objetivo de las autoridades es bajar de 5.000 a 1.000 los infectados al día.
Este nuevo confinamiento arrancó en medio de una gran confusión por la falta de claridad en las restricciones. La prohibición de alejarse quinientos metros de casa se extendió a mil y el texto aprobado resulta tan complejo como permisivo.
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Algunos de los directores de centros sanitarios que dieron la voz de alarma porque la epidemia estaba fuera de control, como Erez Berenbaum, del hospital Assuta de Ashdod, criticaron en los medios «la falta de claridad de las normas». Incluso uno de los diarios mas importante de Israel, el 'Yedioth Ahronoth', tituló a cinco columnas 'Esta no es forma de cerrar un país'.
Los 7.000 agentes de Policía y soldados del Estado tendrán un duro trabajo por delante para explicar a los ciudadanos si están cumpliendo o no con las normas de un confinamiento que tiene poco que ver con el que vivieron el pasado marzo.
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