Mikel Ayestaran
Miércoles, 23 de septiembre 2020, 19:16
Una semana después de la firma de los acuerdos de paz en Washington entre Israel, Emiratos árabes Unidos (EAU) y Baréin, un Airbus A320 de la compañía Israir conectó Tel Aviv con Manana. El primer vuelo comercial directo entre los dos países se produjo ... casi en secreto y sin la pompa que rodeó al viaje realizado por un aparato de la compañía El Al a Abu Dhabi. La delegación israelí la encabezaron el director general de la oficina del primer ministro, Ronen Peretz, y el director general del ministerio de Exteriores, Alon Ushpitz, y en ella estuvieron presentes también miembros del Consejo Nacional de Seguridad.
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El grupo partió a primera hora de la mañana, regresó por la tarde y deberá respetar una cuarentena de cinco días debido a que Baréin forma parte de la lista de «países rojos» por el alto número de contagios por coronavirus, junto con Israel lidera la lista de países con mayor número de contagios por cada millón de habitantes. El periodo de cuarentena es de catorce días en el Estado judío, pero esta delegación obtuvo un trato especial por parte del ministerio de Sanidad.
Esta primera conexión directa con este país del Golfo Pérsico quedó eclipsada en los medios locales por una jornada en la que la pandemia rozó los 7.000 casos. El país está sometido desde el viernes a un segundo confinamiento, pero las restricciones son demasiado flexibles, según los expertos, y se multiplican las dudas sobre su efectividad. El Gobierno se reunió por segunda vez para tratar de acordar un endurecimiento de las medidas, pero las fuertes diferencias internas volvieron a imposibilitar el acuerdo. El derecho a manifestarse y la oración en las sinagogas son los dos grandes temas de debate. El coordinador nacional para la lucha contra la pandemia, Roni Gamzu, lamentó en la radio que «no vemos una cooperación completa con la población, ni la ultraortodoxa ni la secular. Hemos visto también violaciones de las normas y se requiere endurecerlas«.
«Respaldo el derecho a la protesta, pero estoy luchando por la vida de los israelíes, por la salud pública. Estamos en guerra, ¡despertad!», declaró Benjamín Netanyahu en el transcurso de una reunión en la que se mostró también favorable a endurecer las restricciones actuales. Desde Azul y Blanco, partido que forma parte del Gobierno, interpretan esta estrategia del primer ministro como un intento de silenciar las protestas que se repiten desde hace doce semanas frente a su residencia para exigir su dimisión por corrupto.
El posible cierre de las sinagogas en plenas fiestas judías está sobre la mesa y el ministro del Interior, Aryeh Deri, exigió un «estándar único» para todo tipo de reuniones. El político ultraortodoxo aseguro que no entendería que la gente no pudiera juntarse para rezar y sí para manifestarse.
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