Irán y EE UU intercambian presos en plena escalada de tensión

El secretario de Estado, Mike Pompeo, se limitó a decir que se siente «complacido» por el comportamiento «constructivo» de Teherán. Por su parte, el presidente de EE UU, Donald Trump, insistió en que continuarán trabajando «arduamente para traer a casa a todos los estadounidenses que han sido detenidos injustamente en el extranjero».

Wang, de origen chino, fue arrestado en 2016 cuando iba a abandonar la república islámica. Le impusieron una pena de diez años de prisión bajo la acusación de «colaborar con Gobiernos extranjeros», algo que el investigador de la Universidad de Princeton ha negado en todo momento. Dos años después, los estadounidenses detuvieron en el aeropuerto de Chicago a Soleimani, a quien acusaron de intentar llevar a su país «productos químicos destinados a hacer crecer células», pero el científico también lo negó y desde Irán lo consideraron una estrategia de presión para poder usarlo en el futuro como moneda de cambio.

La operación se pudo realizar gracias a la mediación de Suiza, cuya embajada en Teherán representa los intereses de Estados Unidos. Los dos detenidos viajaron hasta el aeropuerto de Zurich, donde se produjo de manera oficial el intercambio y comenzaron el regreso a sus países de origen. Desde la Casa Blanca agradecieron «a nuestros socios suizos la ayuda para negociar con Irán». En la república islámica se han repetido los casos en los últimos años de ciudadanos con doble nacionalidad, principalmente estadounidense y británica, apresados bajo la acusación de espionaje.

La relación entre los dos países ha empeorado desde que Trump decidiera desmarcarse de forma unilateral del acuerdo nuclear firmado por su antecesor, Barack Obama, en 2015. Estados Unidos volvió así a imponer sanciones y a impedir la venta del petróleo iraní, lo que ha asfixiado a la economía local y ha puesto contra las cuerdas al presidente, Hasán Rohani. La Casa Blanca, con el respaldo de Arabia Saudí e Israel, exige un pacto más amplio que incluya su programa balístico y el final del apoyo a grupos afines en la región, pero Teherán se remite al texto ya acordado hace cuatro años.