Ensayo con un misil en Irán. Reuters

Del Fattah al Paveh 351, así es el demoledor arsenal de misiles de Irán

El régimen de Teherán ha desarrollado desde finales del siglo pasado una avanzada industria militar enfocada a fabricar drones kamikaze y un amplio abanico de proyectiles hipersónicos o balísticos

M. Pérez

Domingo, 14 de abril 2024, 15:21

Irán se ha aprovisionado silenciosamente en las últimas décadas de munición capaz de cubrir distancias superiores a mil kilómetros y llegar a Israel. Es lo que demostró en la madrugada del sábado. Que tiene uno de los mayores arsenales de drones y misiles balísticos de ... Oriente Medio y el suficiente número de bases y plataformas como para lanzarlos de manera masiva en un ataque híbrido. Su tecnología resulta además mucho más adelantada respecto al tipo de cohetes con el que el ejército israelí lidia de manera habitual frente las milicias libanesas, sirías o yemeníes.

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Los expertos han comenzado por descartar cosas. La principal es que Teherán aparentemente ha preferido evitar situaciones irreparables y el sábado declinó recurrir al Fattah, el misil hipersónico que presentó en público el año pasado y que es el único que hubiera traspasado con garantías el escudo antiaéreo israelí provocando una catástrofe y, posiblemente, numerosas víctimas. Según fuentes militares, la Guardia Revolucionaria puso en el aire 185 drones kamicace, 36 misiles de crucero y 120 proyectiles balísticos.

Los analistas de armas israelíes y estadounidenses analizan las imágenes y los restos de cada misil. Teherán dispone de un amplio abanico de artefactos demoledores con la autonomía precisa para caer sobre el Estado hebreo bien lanzados desde propio territorio iraní o, por ejemplo, desde Irak. Así, en sus arsenales se encuentran miles de Kheibar, Shahab-3 y Ghadr-1, cohetes balísticos preparados para viajar entre 2.000 y 1.300 kilómetros. El Ghadr-1 es, de los tres, el menos potente, pero incluso así porta una cabeza explosiva de 750 kilos.

El que sí resulta un candidato perfecto para ataques como el del sábado, o cualquier otro que Teherán quisiera realizar de manera masiva, a la manera de enjambres explosivos u ofensivas «de saturación», es el Paveh 351, desarrollado íntegramente por los ingenieros de la Guardia Revolucionaria. Tiene más similitud con un avión no tripulado que con un misil balístico, ya que puede variar su rumbo y objetivo mientras vuela.

El escudo antiaéreo israelí lanza sus Patriot para interceptar los proyectiles iraníes. Reuters

Las agencias occidentales mantienen la mirada sobre él. Resulta un desconocido importante. Se sabe que vuela a baja altura, aunque no es una gran novedad. La industria de defensa de Irán se ha especializado en este tipo de modelos para eludir los potentes radares del escudo antiaéreo de Israel. También es más lento que otros, posiblemente para mejorar su rango de maniobrabilidad, y cuenta con un gestor inteligente: las baterías de lanzamiento pueden interconectarse de manera que una lance el primer cohete y todas las demás le sigan. El enjambre.

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Otro misil de crucero que seguramente los militares iraníes han utilizado en su ataque es el Hajj Qassem, diseñado en homenaje al popular general Soleimani, comandante de la Fuerza Quds asesinado por Estados Unidos con un dron en enero de 2020. Llega a 1.400 kilómetros de distancia con media tonelada de explosivos.

El aparato militar de Irán está tan engranado que conlleva un efecto disuasor. La prueba es que ningún país, ni siquiera Estados Unidos, ha pretendido jamás medirse con su potencial armamentístico ni humano, a pesar de ser netamente inferior. La principal baza ofensiva del régimen de los ayatola reside en su poder para la guerra a distancia gracias a su industria balística y de drones, la cohesión de sus hombres y, evidentemente, el temor a la multiplicación de atentados indiscriminados en el mundo. El terror global es tan poderoso en su caso como el miedo nuclear.

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El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos calcula que sus fuerzas armadas constan de al menos 600.000 efectivos, a los que se suman 200.000 reservistas. Aparte de las ramas tradicionales, la Fuerza Quds, adscrita a la Guardia Revolucionaria Islámica, tiene el valor de ser una unidad de élite dentro de la élite del ejército. Una de sus funciones es articular a las 'proxi', las milicias radicadas en otros países, omo Hezbolá, la Yihad Islámica o los hutíes del mar Rojo, lo que amplía considerablemente la capacidad ofensiva iraní.

El actual Líder Supremo, Ali Jamenei, ha sido decisivo en el lugar militar que hoy ocupa Irán. Durante la década de los 90 confió a la Guardia el impulso de una industria de defensa diseñada milimétricamente para convertir al país en una gran armada en ataques aéreos. Ha invertido enormes recursos en la construcción de misiles de precisión y, sobre todo, de drones kamicace. Los famosos Shahed 136 que actualmente exporta a Rusia para saturar las defensas ucranianas. De hecho, una de las principales funcionalidades de este aparato es su lanzamiento en enjambres para colapsar las baterías antiaéreas rivales u obligar al enemigo a gastar ingentes cantidades de munición en su derribo. Repeler el ataque del sábado ha costado a Israel y Occidente un total de 1.150 millones de euros. Fue necesaria no solo la intervención del escudo israelí, sino también de cazas estadounidenses y británicos que destruyeron decenas de aviones no tripulados y cohetes en el aire.

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Tres décadas más tarde, aquella primera decisión de Ali Jamenei ha conseguido su objetivo. Teherán se ha convertido ya en un país autónomo en la cuestión de militarizarse. Su arsenal no depende de las exportaciones extranjeras, lo que supone un alto valor para un régimen siempre sometido al escrutinio occidental y la aplicación de sanciones. Ha avanzado también en independencia tecnológica y, aunque no despunta en la construcción de aviones o barcos de guerra, sí ha materializado experiencias interesantes. Ha aprendido además a esconder lo suyo. Fábricas y arsenales han sido construidos bajo tierra y con mucha distancia de por medio para complicar su identificación.

Vista la munición existente, la clave ahora pasa por saber qué está por venir. El régimen trabaja en sofisticar sus misiles y sistemas de disparo, con mejores elementos de guiado. En noviembre presentó la segunda versión del Fattah, más devastadora y casi imposible de parar, y los expertos aguardan expectantes a que haga público el Mohajer 10, la madre de todos los drones. Puede volar durante veinticuatro horas seguida y transportar 300 kilos de explosivos hasta 2.000 kilómetros de distancia.

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Respecto a su capacidad nuclear, el riesgo está siempre presente. La Agencia Internacional de la Enegía Nuclear alertó en noviembre de 2022 que Irán había comenzado a producir uranio enriquecido hasta un 60%, solo un 30% menos de lo que sería necesario para un arma nuclear. En febrero de 2023 fue EE UU el que lanzó la alarma: Teherán estaría capacitada para producir una bomba de «material fisionable» tras encontrar partículas de uranio con un 83,7% de enriquecimiento.

Pilotos israelíes, de regreso a su base tras haber interceptado los drones y cohetes. EFE

En cualquier caso, sí algo ha demostrado el ataque iraní del sábado es el buen funcionamiento de la Cupula de Hierro israelí y la coordinación de sus Fuerzas Armadas con el Pentágono estadounidense. Los dos factores sirvieron para que Tel Aviv anulara el 99% de los artefactos disparados por Teherán.

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El porcentaje se ajusta con la eficacia calculada a la cúpula, la vasta red de rádares y baterías antiaéreas móviles que Israel mantiene desplegada en todo su territorio para neutralizar ataques aéreos. Según fuentes militares, el escudo está preparado para tener más de un 90% de éxitos y poder destruir los misiles enemigos a distancias de entre cuatro y setenta kilómetros, exactamente lo que sucedió este sábado y madrugada del domingo.

El sistema fue ideado a principios de los 90. Paradójicamente, Estados Unidos no confiaba en él, pero lo ha acabado adoptando en sus bases en el extranjero, La munición habitual del escudo son los misiles Patriot, aunque en el ataque iraní los israelíes recurrieron además los misiles Arrow, adaptados para neutralizar misiles de largo alcance. Cada misil cuesta casi cuatro millones de euros, lo que implica que el sistema es enormemente costoso. Por eso, Tel Aviv está desarrollando ahora el Iron Beam, otro escudo que derribará los misiles y drones con tecnología láser.

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