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mikel ayestaran
Corresponsal. Jerusalén
Lunes, 17 de febrero 2020, 21:20
La alegría de los medios oficiales sirios tras el anuncio de la recuperación, por primera vez en ocho años, de la zona oeste de la ciudad de Alepo quedó eclipsada tras el anuncio del descubrimiento de una fosa común en Ghouta, en el cinturón ... rural de Damasco. El Ejército encontró 70 cadáveres «de civiles y personal de las fuerzas armadas», reveló la agencia oficial Sana, «la mayoría de ellos esposados», en el que fue feudo de la oposición armada hasta abril de 2018 y habrían sido excombatientes quienes proporcionaron la información sobre su existencia. El jefe de la Subdivisión de Policía Militar en Damasco, general de brigada Mohammad Mansour, indicó que «las muertes se produjeron entre los años 2012 y 2014» y que la fosa se encontraba en las granjas de Al-Eib, al sureste de la ciudad de Duma.
Los cuerpos fueron trasladados al hospital militar de Tishreen, donde el médico forense, doctor Ayman Khallou, declaró a Sana que la mayoría «fueron ejecutados por disparos en la cabeza». El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) apuntó a que entre los muertos se encontraría un grupo de civiles secuestrados en la localidad de Adra por el Ejército del Islam a principios de 2014.
La batalla por el control de Ghouta fue una de las más duras de la guerra siria debido a la importancia estratégica de esta zona, que amenazaba la seguridad de la capital. Allí operaban diferentes grupos armados, entre ellos el brazo sirio de Al-Qaida, que acabaron firmando acuerdos de reconciliación con el Gobierno con la mediación de Rusia; acuerdos que suscribieron después de soportar un asedio de cinco años que la ONU etiquetó como «el cerco más largo de la historia moderna». Tras las firmas de los pactos, los combatientes que se negaron a dejar las armas fueron evacuados a la provincia de Idlib, convertida en los últimos meses en el epicentro de la guerra.
«La batalla por la liberación de las provincias de Alepo y de Idlib continúa, independientemente de los discursos estridentes vacíos que vienen del norte», proclamó Bashar el-Asad en un discurso televisado en el que no paró de lanzar mensajes a su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan. Por primera vez desde el estallido de la guerra, las fuerzas gubernamentales, apoyadas por los rusos, han logrado asegurar el perímetro completo de la ciudad de Alepo y tienen bajo su control la autopista que conecta esta ciudad con Damasco. El gran obstáculo para terminar la ofensiva en Idlib es la presencia del Ejército turco, que cuenta con doce puestos de observación y apoya a diferentes grupos islamistas locales. Este pulso se complica además por la presencia militar de Rusia, apoyo firme de Damasco, lo que ha convertido este batalla en un pulso entre Erdogan y Vladímir Putin.
Los combates han provocado ya el éxodo de 900.000 civiles y el secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock, denunció que los desplazados están «traumatizados y obligados a dormir fuera, con unas temperaturas glaciales, pues los campos están llenos». Lowcock reclamó a todas las partes el cese de esta «violencia ciega».
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